Los tres meses suelen marcar un momento crucial en las relaciones personales. Aproximadamente a los tres meses, la relación idílica que mantienes con una nueva pareja puede sufrir un primer revés (en forma de discusión o bajón en la entrega por una de las partes) que te haga replantearte si todo lo que estabas viviendo era tan idílico. Aproximadamente a los tres meses de entrar en un nuevo trabajo, la felicidad inicial puede dar paso a cierta desidia o desencanto. Aproximadamente a los tres meses (puede pasar a los tres, pero también a los cinco), la relación madre-hijo en lo referente a la lactancia sufre un cambio que conlleva días (incluso semanas) de frustraciones y sentimientos encontrados.
Hay quienes, llegados a este punto, sufren tal bajón y tal nivel de desafección que deciden romper la relación o dejar el trabajo. También hay madres que frustradas y por desconocimiento abandonan prematuramente la lactancia o se rinden a algún biberón esporádico que marca el principio del fin de la alimentación materna. Para nuestra suerte, y especialmente para la de aquellos que no se rinden a las primeras de cambio, hay hoy en día infinidad de información al alcance de nuestra mano. A un sólo click de distancia. Basta con elegir bien las fuentes para encontrar respuesta a todas nuestras dudas y temores.
En nuestro caso, nos habíamos dado cuenta de que a partir de los tres meses y medio de vida, la pequeña saltamontes empezó a despistarse mientras comía. Bastaba el paso de una mosca. O que el papá en prácticas o la mamá jefa iniciaran una conversación para que ella soltase la teta, se girase, nos mirase y nos sonriese (momento babas paternas). También apreciamos que parecía comer menos (en cinco minutos parecía haber hecho lo que antes hacía en 20), que a veces se enfadaba y lloraba sin consuelo mientras comía, que el número de pañales manchados con cacas disminuía por días y que Mara se chupaba el dedo y el puño con ansia, como si tuviese hambre. Todo esto, evidentemente, fue una fuente de preocupaciones.
Por suerte, la mamá jefa se puso a la búsqueda de información y encontramos todos y cada uno de los síntomas de Mara en un post de la Asociación Alba Lactancia Materna y en uno de los apartados de la que es nuestra gran guía y enciclopedia de la lactancia: El libro ‘Un regalo para toda la vida’ del pediatra Carlos González. A los tres meses de vida, se producen grandes cambios neuronales en el cerebro del bebé que potencian los sentidos de la vista y el oído (hasta entonces muy limitados). Eso provoca que se despierte la curiosidad del bebé y que éste se despiste al mínimo estímulo recibido del exterior. Están descubriendo el mundo. Su mundo.
También se produce un cambio en la producción de leche materna. Hasta ahora el bebé tenía leche en cuanto empezaba a succionar. Ahora, el sistema ya perfeccionado, hace que la leche tarde un poco en salir y que el bebé tenga que chupar durante un rato antes de obtener resultados, lo que provoca sus enfados y berrinches. Y es que, como cualquier adulto, lo quieren todo al instante. Al mismo tiempo, y toda vez que ya ha pasado este primer momento de estrés y la leche empieza a salir, los bebés comen en cinco minutos lo que antes tardaban en hacer veinte. La práctica y la fuerza de sus mandíbulas, más desarrolladas, provocan esta aceleración de los procesos.
Todo, como podéis apreciar, perfectamente normal. El bebé tarda unas semanas en acoplarse a este cambio en la producción de leche materna. Así que los únicos ingredientes de la receta para superar esta fase son el amor, la tranquilidad y la paciencia. La lástima es que por desconocimiento y el mal asesoramiento de algunos pediatras, muchas madres dejen en este punto la lactancia por el miedo a no tener leche suficiente para alimentar a sus bebés.