Por eso, hoy hago el intento de plasmar como lo viví.
Fue justo hace 4 años, a finales de julio, cuando me enteré que estaba embarazada. Era mi primer embarazo, tan deseado, tan buscado… no podía haber más ilusión y amor detrás. Recuerdo que aquella mañana me hice la prueba y efectivamente… estaba embarazada de varias semanas. La verdad… es que recuerdo aquel momento como uno de los más felices de mi vida. Mi ilusión, la de toda mi vida se había hecho realidad. M y yo estábamos encantados con la noticia y justo ese mismo día viajaríamos hasta Córdoba para encontrarnos con mi familia. Dar la noticia fue un momento lleno de nervios por ver las caras de mis padres y mi hermano que pronto saltaron de alegría.
Habíamos pensado tantas veces en su nombre, en cómo sería… incluso antes de saber que estaba embarazada.
Sin embargo, unos días más tarde de la noticia, noté que empezaba a manchar levemente y la verdad es que ese momento sentí que me encogía. Sentí que algo fallaba, que algo no iba bien, pero tantas veces había escuchado que con la implantación muchas mujeres sufrían algún sangrado… que intenté aferrarme a eso. Aún así, acudí al hospital. Debía esperar unos 15 días y volver a visitar al ginecólogo para ver si todo seguía adelante. Pero mi embarazo acabó antes.
Recuerdo aquel sangrado en mitad de Florencia… y la angustia de pensar que eso no podía ser normal… que lo que estaba pasando era lo que tanto temía. Así… en Florencia, el ser que nos había elegido para formar parte de nuestra vida, decidió marcharse.
Fueron días extraños…
Ahora, años después soy mucho más consciente de la situación que en aquel mismo momento. Lo recuerdo como algo bonito por la ilusión con la que esperamos aquel embarazo y porque ahora entiendo que las almas nos eligen para estar con nosotros, pero siendo libres de quedarse o marcharse para siempre. Aquella alma, mi bebé de agua, nos escogió…me escogió pero se fue y de algún modo dejó un vacío.
Este tema lo he hablado muy pocas veces, practicamente con casi nadie, porque en el fondo siento que no lo viví como debería haberlo hecho. Me recuerdo engañándome a mí misma… haciendo ver a los demás que no pasaba nada, que todo estaba bien, que había pasado de ese modo y ya está. Y en el fondo… lo he pensado tantas veces, me ha dolido tantas veces…
Ahora miro atrás y acepto lo que pasó. Lo acepto y lo entiendo. Si ese ser no estaba preparado para estar en mí, era él quien debía decidir, y así fue.
En mi caso, tan solo unos meses después volvía a estar embarazada, de Vera. Y todavía… algunos días me pregunto cómo habría sido mi bebé si se hubiera quedado…
La verdad es que en el embarazo normalmente nos preparamos para todo el proceso, en condiciones normales, pero nadie nos prepara para el duelo, para el adiós.
Desde aquí recomiendo el libro “LOS NUEVE PELDAÑOS” de A. Givaudan y D. Meurois, que tuve la suerte de conocer a través de Estela, de NUTRICIÓN ESENCIAL y que con el tiempo me ha servido de ayuda para entender el proceso que viven las almas para llegar hasta nosotros.
“Ahora sé que, en cuanto el corazón de un feto empieza a latir, brota un apego visceral entre el alma del que viene y su madre” Los nueve peldaños
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