Adentrémonos, en este tema, profundizando sobre la cuestión que atañe al hábito de lectura dentro del complicado mundo de los adultos, cuestiones pedagógicas sobre cómo, cuándo y dónde debería darse el hábito lector en los niños, y un breve análisis sobre el estado de la promoción lectora dentro de nuestras escuelas.
Mamá, papá, ¿vosotros leéis?
Ese gran enemigo de la educación. ¿Será por su “dificultad”? ¿Hay una adecuación curricular sobre cuándo comenzar la enseñanza y aprendizaje de la lectura? ¿Qué ocurre en las escuelas españolas con la lectura? Muchas preguntas, sí, pero ninguna imposible de contestar. Llega el momento del debate. ¿Somos buenos lectores? Puede que sí, puede que no. Existen diversas opiniones y hechos sobre la lectura entre los adultos, dado que algunos son lectores habituales (beberse los libros, hablando mal y pronto), otros ocasionalmente mediante lecturas de interés, y una gran parte, abusa de detrimento; y es que no hay mejor visualización sobre este tema que los datos proporcionados por el CIS: las mamás le dan más a la lectura que los papás.
¿Influye esto a la hora de inculcar un hábito de lectura a nuestros hijos? Por supuesto, y de manera significativa. Nuestro objetivo ha de convertirse en hacer de nuestros niños en eruditos, verdaderos amantes del saber porque, a fin de cuentas, la lectura es lo que nos va a llevar a poder conocer todo lo que está ocurriendo a nuestro alrededor de una manera fácil y divertida. Por supuesto que existen lecturas complicadas y engorrosas, pero nosotros como adultos podemos contribuir a que nuestros hijos tengan amor por los libros y por lo que contienen.
No a todos nos gustan las mismas temáticas, ni todos tenemos microchips en los cerebros que nos hagan leer como aspiradoras, pero sí que podemos animar a nuestros hijos a acercarse al mundo de la lectura mediante revistas, cuentos infantiles, artículos periodísticos sencillos y de fácil comprensión, etc… Así, cada uno tiene que encontrar lo óptimo para alcanzar nuestro objetivo. También es de crucial importancia hacer que nuestros niños nos vean leyendo, dado que la imitación es parte de la mente infantil en los primeros 10 años de su vida (e incluso más allá), y siempre querrán hacer lo que papá y mamá hacen, porque eso es guay.
¿Cómo, cuándo y dónde debemos promover un hábito a la lectura?
Y ahora mismo, voy a romper un mito ancestral: ¿La enseñanza y aprendizaje de la lectura es exclusiva de la escuela? La repuesta es sincera y tajante: NO, PARA NADA. La escuela siempre tiene que estar apoyada por la familia del alumno, y recalco SIEMPRE porque la escuela es un centro para conocer, aprender y apoyar lo que ya sabíamos anteriormente. Un ejemplo claro es el aprendizaje de las horas. En la escuela vamos a aprenderlo, pero en casa vamos a reforzarlo e, incluso, adquirir noción previa para que el maestro nos refuerce nuestro conocimiento. Pues esto es exactamente lo mismo.
El colegio siempre compartirá la base del aprendizaje con la unidad familiar, no pueden ir una sin la otra. No es recomendable dejar la lectura para cuando los alumnos están en la escuela, porque así, nunca aprenderán. Además, dificultamos el proceso de enseñanza que el docente va a llevar a cabo. Mi recomendación para los padres es seguir este mantra: “siempre promover, siempre apoyar, siempre respetar”. Me atrevería a decir que, en diversos casos, la promoción familiar siempre ayudará de manera mucho más significativa en el hábito de lectura infantil que la escuela. ¿Cómo? Comprándoles libros, pidiéndoles que nos lean carteles y slogan…
Por otro lado, el cuándo empezar a leer es un tema que suscita gran revuelo, porque ni siquiera los pedagogos se ponen de acuerdo. Es algo que no se puede estimar, ya que es algo que va directamente relacionado con el desarrollo cognitivo de cada niño. Sin embargo, voy a contribuir en la destrucción del mito sobre la enseñanza de la lectura a tempranas edades (como es el caso de la educación española, a partir de los 3 años aproximadamente).
Tenemos que comprender que en ciertas etapas de la vida, no podemos obligar a un niño a leer puesto que como he comentado antes, la lectura debe ser algo divertido, no impuesto. Diversión, creatividad e imaginación deben ir de la mano con la lectura, tanto con 4 como con 30 años. Como dijo Rousseau, “la infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir; nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras“.
Hace tiempo, encontré en un artículo sobre fomento de la lectura un método muy bueno que tanto los padres como los docentes pueden utilizar con los más peques para fomentar el gusto por leer: a todos los papás les encanta ver cómo sus hijos llenan folios, láminas, e incluso paredes de garabatos multicolor y figuras flotando por el aire. ¿Qué podemos hacer? Pues cuando los veamos dibujar y/o pintar, les propondremos un juego: después de haber terminado la obra de arte, nos pondremos a escribir en una libreta qué representan esos dibujos y le diremos a nuestros hijos que lo lean en alto.
Da igual la letra, da igual el contenido del texto. Lo importante es que aprendan a crear historias tirando de su loca imaginación, mientras que mejoramos la calidad expositiva de las historias y desarrollamos aspectos fundamentales: escritura, lectura, expresión artístico-visual. Con este tipo de juegos, y además de los que podamos inventar, vamos a conseguir que los niños asocien lectura con diversión.
¿Por qué la educación española es enemiga de la lectura?
La pregunta planteada es de vital importancia. Hay que llevar tanto a las esferas de poder como al cuerpo de docentes públicos de España a la reflexión. Juguetear con la lectura es juguetear con el sentido crítico, reflexivo y comprensivo de los alumnos. ¿Quién no ha ido a la escuela, yendo a 5º de Primaria con un libro, de considerable grosor y dificultad, de Don Quijote de la Mancha?
Gran obra, sí, pero no sujeta a la adecuación en diversos tramos educativos. Alguien dirá: “Pero existen adaptaciones sobre los clásicos”. Sí, los hay, pero siguen sin ser adecuados a ciertas edades, especialmente clásicos de la literatura clásica hispana tales como Don Quijote, La Celestina o Luces de Bohemia. Con este rollo, quiero inducir a la coherencia, porque es psicológicamente imposible hacer a un niño de 9 años leerse La Celestina adaptada o sin adaptar. Entra una cuestión de trama, planteamiento de los acontecimientos y personajes poco adecuados para un niño de 9 años.
Por ello, debería de promoverse más la lectura planteada por expertos para cada tramo. No pretendo ofender a ningún docente, pero no suele cumplirse a rajatabla puesto que existen intereses económicos de por medio. Ya ni siquiera lectura obligatoria, sino plantear talleres de escritura y lectura creativa más habitualmente para introducir a los alumnos en el maravilloso mundo de los libros y las letras. Talleres de poesía, representación dramática, escritura libre… ¡hay miles de opciones!, pero ninguna llevada a cabo con la eficacia que se debería.
Rompamos con las cadenas del metodismo, y hagamos que la lectura sea una fuente de inspiración y creación tanto para nosotros, los adultos, como para el centro de nuestro mundo: ¡LOS NIÑOS!
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