Que no se diga que soy una ceniza y que no aviso de que esto de la maternidad engancha. Porque una vez que conoces a tu hijo piensas, ¿cómo podía vivir yo sin él?
Nunca perseguir palomas fue tan divertido ni te entretuvo tanto.
Éstas son las cinco cosas más bonitas de la maternidad desde mi punto de vista. Me ha costado resumirlas y espero poco a poco ir descubriendo muchas más:
Vives un amor incondicional por tu hijo, puro y más fuerte que ninguno. En cuanto lo conoces en la primera ecografía, lo quieres. Al nacer sientes un flechazo instantáneo por tu bebé, un lazo que se va afianzando en las próximas semanas y que es uno de los más fuertes de tu vida. Parece mentira poder querer tanto a alguien y que una medio sonrisa o una mirada te pueda hacer tan feliz. Es amor con mayúsculas y no tiene que ver con nada conocido antes.
Te conviertes en un mundo para tu hijo. Sólo tiene ojos para ti. Puede que esto cambie en un futuro, pero que te quiten lo bailado. Para los bebés no hay nadie como su mamá y su papá. Te conviertes en su referencia, en todo su mundo y es completamente dependiente de ti. Esto, que podría sonar algo agobiante desde fuera, hace que te sientas única. Tu hijo desprende amor y cariño por todos los poros de su piel. Eso se nota y te hace sentir una persona maravillosa.
Ser madre te cambia a mejor, cambia tus prioridades y tu mentalidad. Desde el momento que das a luz luchas para que el mundo sea más bonito para tu hijo. No quieres que talen ese árbol bajo el que recogéis margaritas, miras los compuestos de las bolsas de gusanitos o de las galletas y peleas porque la educación mejore. Lees libros de educación, rebuscas en Internet manualidades para juntos y te aprendes canciones infantiles. Ansías una casa, un trabajo y un coche mejores porque todo te parece poco para él. Miras por tu pequeño y esperas que tenga lo mejor, aunque te lo tengas que quitar tú. Descubres cosas que no conocías de ti, como que sacas fuerza de donde no la hay y que puedes sobrevivir durmiendo cuatro escasas horas diarias. Saca lo mejor de ti, se agudiza tu sexto sentido o instinto maternal, llámalo como quieras, y que a partir de ahora nos acompañará siempre. Las madres ganamos superpoderes en el parto, de eso no hay duda.
Le miras y piensas, ¿cómo podíamos vivir antes sin él?
¿Hay algo mejor que los momentos divertidos y de cariño? Hacerle cosquillas en la cama, ponerte un sombrero ridículo solo por sacarle una sonrisa, cantar a grito pelado o bailar moviendo el culo son cosas que haces ahora más que nunca, porque sabes que le divierten. Sus risas son las tuyas y te dan energía para todo el día. Un abrazo, un cariño, un mami te quiero iluminan cualquier día gris. Ni lo dudas, desde que nació tu pequeño, tu vida es más bonita. Más complicada, pero infinitamente más bonita.
Ya casi no vas al cine ni a cenar fuera, vale, pero no puedes negar que los planes y las excursiones familiares son muy emocionantes. Los planes son diferentes: salir al campo, visitar a unos familiares, ir al teatro de bebés, pasar la tarde en el parque, llevarle a la granja o al acuario… Los domingos han ganado muchísimo. Ya no son de resaca, sino de risas en familia, y por eso pasas toda la semana pensando qué hacer para sorprenderle y sacarle una sonrisa. Puedes pasarte horas viendo cómo se desternilla de risa persiguiendo a las palomas o cómo mueve un sonajero porque su diversión es la tuya.
¿Algo más que añadir?
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