Siempre he sentido envidia sana hacia esas familias expatriadas que tienen la oportunidad de vivir y criar a sus hijos en un país extranjeros. Entiéndeme, envidia por la oportunidad de poder vivir en un entorno social y cultural diferente que es un valor añadido en la crianza y educación de los niños.
Evidentemente vivir fuera de tu país, y más cuando te vas por necesidad y no por gusto, no es fácil. Pero hay muchas familias que bien porque surge una oportunidad laboral mejor, o bien porque quieren vivir una nueva experiencia y se lo pueden permitir, que salen de su país, de su zona de confort, a vivir una aventura fuera de sus fronteras natales.
Por eso he pensado muchas veces que me gustaría que se nos diera la oportunidad de podernos ir a vivir fuera una temporada, la envidia a la que me refiero es la de conocer otras culturas, otras formas de vida, aprender idiomas en inmersión lingüística total, y que mis hijos pudieran vivir esa experiencia.
Mi santo ha estado cuatro años, que se dice pronto, desempleado, y muchas veces se planteó salir fuera a buscar trabajo. Pero es complicado hacerlo cuando a la aventura cuando económicamente no tienes posibilidades. Y es que para irse a buscar trabajo fuera teniendo una familia necesitas poder permitírtelo económicamente, porque un traslado requiere muchos gastos y hay que mantenerse mientras no llega el trabajo. Así que lo descartamos.
Hace ya dos años que por fin ha vuelto a trabajar, eso sí, de manera precaria como se suele decir, con contratos inestables, trabajando lejos de casa y solo por temporadas, no de manera continua, por lo que el tiempo no trabajado es tiempo no cobrado y vuelta al Inem, una situación que permite subsistir pero no garantiza la estabilidad económica de una familia. Como se suele decir, mejor eso que nada.
Pero hace menos de un mes, sí, menos de un mes, tuvo conocimiento de una oferta de trabajo relacionada con su profesión actual, en Edimburgo. Volvió la idea de irse fuera en busca de la oportunidad laboral que permita cierta estabilidad, y esta vez sí lo animé. Porque no es lo mismo irse al extranjero a buscarse la vida totalmente a la aventura, que irse con un trabajo, un buen trabajo, en mano.
Y voy a confesar mi egoísmo, es lo que llevaba tiempo esperando, que se diera la oportunidad de que esta familia pueda vivir, una temporada o para siempre, quién sabe, fuera de España. No por irme de aquí, que yo adoro España y mi vida aquí, pero creo que las oportunidades que ofrece vivir fuera son para al menos intentarlo. Por el simple hecho de que mis hijos puedan adquirir un segundo idioma desde dentro, para mi ya merece la pena.
Creo que de todas las ciudades donde alguna vez soñé vivir creo que Edimburgo jamás se me había pasado por la cabeza, quizás porque si piensas en Gran Bretaña se te viene antes Londres a la cabeza. Pero la verdad es que Escocia siempre me ha atraído muchísimo, imagino que ser gallega influye, me atrae mucho su cultura e idiosincrasia así que de primeras el destino me ha atraído muchísimo.
Por el momento papá se marchó ayer y será él quien abra camino estos meses hasta que veamos si es factible un traslado de toda la familia, que es mi mayor deseo. Nosotros iremos a pasar el verano y, como tampoco quiero cometer la locura de irnos sin valorar si como familia podemos mantenernos allí, vamos a esperar a que papá se estabilice para trasladarnos.
¿Cuándo? No lo se. Lo antes posible pero sin prisas, lo dicho, cuando tengamos las garantías suficientes de que allí podemos vivir como familia al menos como vivimos aquí. Si es pronto, mejor, si es algo más tarde, tendremos paciencia.
Los niños, bien. Ya están convencidos de que vivirán en Escocia y haciendo planes, que no es poco teniendo en cuenta que podían negarse a no dejar su cole, sus amig@s, su familia, es más, están emocionados por poder conocer una nueva ciudad, un nuevo país, y deseando que acabe el cole para pasar allí el verano, aunque eso sí, primero tienen que celebrar aquí su cumpleaños, eso no lo perdonan.
Papá se fue ayer, lo acompañamos al aeropuerto, la despedida fue dura porque es un irse lejos sin saber cuando volverá, pero como tenemos Skype la distancia es menos distancia si podemos hablar y vernos todos los días. Ahora le toca hacer que sea posible que todos nos podamos ir.
Y a mi me toca volver a ser #singlemum por una buena temporada pero lo lo llevo mejor. Los niños crecen y los mayores tienen una edad suficiente para ser independientes en la medida de sus posibilidades, cooperar y facilitarme las cosas. El pequeño ya no es tan pequeño y eso también se nota, aunque me sigue necesitando mucho no es lo mismo que un bebé de pocos meses, y si superé aquella etapa también con su padre fuera, ahora no va a ser menos.
Hemos reorganizado las extraescolares para que los horarios sean compatibles con nuestro ritmo, además hemos hecho cambios para que estén cerca de casa en la medida de lo posible -a las que tenemos que ir en coche, está a menos de 5 minutos de trayecto, y la que nos quedaba más lejos ahora está a 5 minutos andando de casa- y toda esta reorganización nos facilitará mucho la vida.
Así que, bueno, este es otro punto de inflexión en nuestra vida como familia, y deseo de verdad que pronto pueda contar en este espacio mi experiencia como madre expatriada. Sería la releche celebrar mi décimo cumpleaños como bloguera y el de este pequeño rincón como "una madre en Escocia", ¡quién me lo diría hace 10 años!.