Esto me recordó a la única vez que he estado castigada de esa manera en el jadrín de infancia. Yo tenía 4 años (que por entonces se entraba con 4 años) y era mi primer año en un cole. Como vivíamos en un pueblo había muy pocos niños de mi edad, nos sentábamos en una sola mesa. Al entrar una mañana, fui a bajar mi sillita de la mesa para sentarme cuando, sin querer, rocé a un niño el pié con ella. El niño se puso echo una furia, no porque le hubiera hecho realmente daño sino porque sabría que me castigarían. Ni qué decir que ya tenía un archienemigo con esa edad!! Diego el de las magdanelas le llamábamos.... (porque su abuela tenía una tienda y comprábamos allí las magdalenas, no porque tuviera fama de zampárselas).El caso es que la profesora me echó la bronca e insistió mucho en que me disculpara. No me dejó defenderme ni explicarle qué había pasado así que por cabezota me negué. Ella decidió castigarme toda la mañana en una esquina de la clase mirando a la pared. Allí pasé el rato mientras mi cabreo e indignación crecían.... Cuando iba a ser la hora de irnos, me llamó y me dijo que si ya había pensado suficente ya podría pedirle perdón. Yo me volví a negar. No soporto pensar que he hecho daño a alguien, pero en este caso no quería pedir prdón por la frustración que mehacía sentir saber que yo no lo había hecho adrede y que ni siquiera me habían dejado explicarme. Podéis ver que a mí ese rincón no me sirvió para nada y que me he ido ganando una fama de cabezota y pasota bastante grande.
Éste es sólo un ejemplo personal de lo que os quiero decir. Tengo pocos recuerdos de ese tiempo pero ese no se me olvidará nunca.
El rincón de pensar o la silla de pensar (o cualquier otra variante) se utilizan como método educativo para corregir la conducta. Y no es un lugar donde pueda volar la imaginación y hacer cosas realmente sorpendentes y creativas con la mente, no. No es un premio, es un castigo. Y para un bebé que no sabe lo que es "pensar" es una tortura. Consiste en pribar a un bebé de lo que necesita, el contacto o el cariño. Sobre todo teniendo en cuenta que a estas tempranas edades ellos no diferencian el bien del mal. Ellos están constantemente probando sus límites y, a veces, los nuestros.
Este método educativo debería usarse a partir de los 5 años, si es que debe usarse, y con otro propósito que la mera corrección de actitudes. El verdadero o lícito rincón de pensar debería ser un lugar al que ellos puedan retirarse cuando estén inmersos en un torbellino de emociones que no puedan gestionar y puedan ir allí voluntariamente y pintar o hacer algo en soledad. Y además poder dialogar y reflexionar con ellos de manera más tranquila. Es lo conocido como TIME OUT.
El problema es que utilizamos esto como juegos de poder. Poner límites es muy complicado y de hecho hay muchas conductas que podemos ver que no mejoran la situación. Gritar, pegar y excluir a un niño, aún más a un bebé, no enseña nada bueno. Sólo potencia que el niño grite, pegue, se aleje y genere más desencuentros.
Esa silla de pensar no deja de ser un método conductista de modificación de conducta.
Sólo está enfocado a la obediencia. Sólo aprende en niño a no hacer determinada conducta (si ha consguido aislarla en su mente) pero no sabrá por qué. Sólo creamos sumisión.
Disminuye la autoestima, pues el pequeño es marginado
Es un castigo. Sólo serviría si de verdad un niño estuviera en una etapa evolutiva en el que su razonamiento de para ello.
Parece que sólo se pueden pensar cuando se ha hecho algo mal. Por lo tanto el reflexionar se conveierte en algo negativo
Le estamos enseñando que las cosas no se solucionan verbalmente.
Es una falta de empatía ignorar la frustración que puede sentir un bebé o niño.
Se aburre. Los niños tienen necesidad de movimiento y ésto sólo empeora la situación
Pueden tener efecto rebote. Si el niño ve que ese castigo no es para tanto o ya ha estado ahí muchas veces, es probable que decida saltárselo y "portarse mal" de verdad.
Y hasta aquí mi intromisión en las "leyes" del aula.
Con esto no quiero critiar la labor de los educadores o maestros, sino que de verdad pienso que un cambio es posible. Estos cambio viene en nuestros hijos, en la formación de docentes y en la concienciación de los padres.
ASí que como dicen los Lunnis:¡¡CON LOS NIÑOS Y LAS NIÑAS HAREMOS UN MUNDO MEJOR!!