Este post está especialmente dedicado a mis amig@s sin hijos (todos menos uno), que espero que algún día (si puede ser antes de que Mara empiece la Universidad) se unan al club de los papás en prácticas. Y también a todos aquellos que aún no hayan sido padres y que tengan (tarde o temprano) la intención de serlo. Hoy me dirijo a vosotros porque sé que leyendo mi blog os habréis pensado que ser papás es estar todo el día de risas con la peque. Y vale que es una experiencia maravillosa, pero os adelanto desde ya que aquí no todo es jauja. Algo os deberíais haber olido ya (nunca mejor dicho) con la leyenda de Lady Caca…
La paternidad es un regalo y una experiencia inigualable. Seguramente el momento cumbre de nuestras vidas. Pero todo ello no la libra, como experiencia humana que es, de los temidos días difíciles. Esos días en que el mundo se te pone cuesta arriba y ves como la cima de la montaña queda cada vez más lejos. Tanto que ni Lance Armstrong dopado hasta las cejas la alcanzaría. Días en que todos los astros se alinean y el único final feliz que encuentras se halla debajo de la funda nórdica de tu cama.
Hasta ahora habíamos ido sorteando esos días gambeteándolos al más puro estilo Messi. Un quiebro por aquí, un cañito por allá… Pero hace dos semanas nos cayeron todos encima (uno a uno) y hasta el fin de semana no logramos recuperar el norte. Y es que a los factores que suelen interactuar en los días difíciles (estrés laboral, agobio doméstico, lluvia y días nublados por doquier…) se les unió en esta ocasión una actriz inesperada, nuestra pequeña saltamontes.
Mara tuvo hace dos semanas sus días más difíciles desde que vino al mundo. Y aunque es muy pequeña, tuvo la fuerza suficiente para arrastrar consigo a sus padres. A sus quejas a modo zombie de The Walking Dead se unieron hace dos semanas los llantos (que por regla general suelen brillar por su ausencia). Así que la mamá jefa no encontró forma de dejarla un rato durmiendo y poder adelantar cosas. Y el papá en prácticas trabajó durante unos cuantos días con un peculiar sonidito (mezcla de quejas y lloros) de fondo.
Y como no os quiero asustar tampoco en demasía, os diré que, como todo en la vida, los Días Difíciles también acaban pasando. A nosotros sólo nos hizo falta un fin de semana de descanso, sofá, lectura, películas y manta para recuperar la verticalidad perdida. Los tres solos y bien juntitos. Como un gran equipo de nuevo listo para sortear adversidades. Y días difíciles…