Mi bebé ha cumplido dos meses y de nuevo he vuelto a enfadarme seriamente con él. Muy seriamente, porque no vale que crezca tan rápido, ¿dónde está mi recién nacido?.
No es justo que ese bebé delicado, pequeñito e indefenso cada vez lo sea menos y comience a ser un recuerdo del pasado. Ese bebé que se pasaba gran parte del día durmiendo, se encogía como un bichito bola al cogerlo y abría sus ojos sin enfocar la vista va dando paso a un bebé despierto, espabilado y atento a todo.
Me tiene loca. Pero loca, loca loca de amor, hasta las trancas como se suele decir. No me esperaba yo a estas alturas de la vida, con tres hijos y siete años de crianza, que me iba a ver de nuevo babeando por un bebote como si fuera el primero, disfrutando del maravilloso olor de su piel que no dejo de aspirar, que me engancha como una dulce droga, sintiendo su calor sobre mi pecho, que es su mejor almohada, o simplemente comtemplándolo mientras duerme plácidamente.
Estoy enganchada a esto de tener un bebé, tanto que hay días que flaqueo y pienso que no puede ser el último bebé ede mi vida, que no puedo renunciar a vivir estas sensaciones tan maravillosas, tan intensas y efímeras a la vez. Por eso me da tanta pena que pase tan rápido, porque cuando me de cuenta mi bebé habrá crecido y ese bebé será un recuerdo, precioso eso sí, pero un recuerdo.
Es maravilloso ver crecer a los hijos pero hay etapas que pasan tan rápido que no te da tiempo a disfrutarlas. Aunque entiendo que no es igual para todos los padres, no todos los bebés proporcionan una crianza sencilla y que se disfruta, muchos temen la extrema delicadeza de los bebés y prefieren cuando ya están algo más criaditos y se dejan llevar mejor...
Pero yo adoro la etapa del recién nacido, con todas sus dificultades, no la cambiaría por ninguna. El inicio de la vida, comenzar a conocernos mutuamente, ser testigo directo de cada uno de sus cambios, sentir que somos dos pero somos uno. Porque aunque ya no lo lleve dentro físicamente, emocionalmente sigue siendo parte de mi, necesito tanto yo de él como él de mi esa exterogestación para adaptarnos al cambio de haber sido dos vidas en un cuerpo durante 9 meses.
Definitivamente cada hijo es único, nuevo y diferente, estoy encantada de vivir y disfrutar esta nueva maternidad con la seguridad de la experiencia y la ilusión del primero. Probablemente sea el estado ideal de la maternidad, y probablemente por eso es frecuente escuchar a mamis de más de tres decir que el hijo que menos les ha costado criar y más han disfrutado es precisamente el tercero.
Ideal, claro, dentro de lo que cabe. Porque tengo dos hijos más que no por ser mayores se llevan adelante solos, cada edad tiene sus necesidades, sus dificultades y reconozco que hay días que quisiera desaparecer porque creo que no voy a poder con todo. Días en los que los mayores me requieren más que el bebé y tengo que dejar al pobre medio abandonado porque no me da la vida para los tres. Días en los que agradeco tener un bebé tan bueno porque si no, no podría.
Lo cierto es que, al igual que sus hermanos cuando eran bebés, me está dando una crianza fácil. La lactancia va viento en popa, duerme estupendamente, llorar llora el pobrecito cuando no le antiendo porque tengo que hacer otras cosas que no puedo dekar para otro momento, lo cierto es que me da muy poco trabajo y no solo se agradece sino que me permite disfrutarlo aún más.
Dos meses... y lo que no puedo negar es que es un bebé precioso. Sí, tengo orgullo de madre y a mucha honra, pero que cada vez que saco al retoño a la calle la gente me insista en lo bonito que es... ¡digo yo que debe ser algo más que amor de madre!. Desde luego, para mi más bonito no puede ser y no puedo evitar decírselo una y otra vez, "¡pero qué guapo eres, ay madre!", "¡cómo puede ser tan bonito mi niño, con esos ojos azules, que no me lo mereco!". Y me mira con cara de susto, o me dedica una de las sonrisitas que comienza a practicar cada vez más a menudo.
Y le hablo en balleno... Sí, ese idioma que de repente cualquier adulto que se precie, por recio, fornido y serio que sea, habla en cuanto tiene un bebé delante...
...hoooolaaaaaaaa miiiiiiiiiii niiiiiiiiiiñoooooooooooooooooooooo, ajoooooooooo, quéeeeee pasaaaaaaaaaaaaaaaaa, preeeeeciooooooosooooooo, que te viacomeeeeeeeeeeeeeeeeee esooooo muuuuusloooooooooos, miiiiii cooooosaaaaaaa booooooniiiiitaaaaaaaaaa, doooondeeeee estáaaaaa loooo máaaaas boooooniiiiitooooooo deeeee suuuuu maaaadreeeeee...
...y que dicho bebé debe pensar "¿y a est@ qué c*** le pasa?" porque hay qué ver cómo nos derretimos con semejante criaturilla delante. Es inevitable.
El caso es que estos dos meses que se me han pasado volando, pero no puedo decir que no los haya disfrutado. Y quiero que se pare el tiempo y se quede un poco más en estos dos meses. No quiero que crezca tan rápido porque quiero seguir oliendo y saboreando a mi bebé, quiero seguir descubriendo cada una de sus nuevas miradas, sus gorjeos, hasta sus llantos.
Quiero seguir teniendo un bebé recién nacido en mi vida un poquito más.