De estirarme en una camilla por lo que yo pensé sería un rato, y fueron 6 horas. Estirada, sin moverme. De sentir que se movía la camilla y saber que no es un temblor, es un terremoto, un terremoto 8.8 en la escala Richter. Justo hoy, justo ahora. De darme cuenta cuando pasa que no estoy pensando nada, solo sosteniendo mi tremendo barrigón.
“vas a tener que aguantar”, “no hay anestesista” “encontramos anestesista en urgencias”, “espera, no podemos ponerte anestesia, vuelve a temblar”, “el bebé se duerme hay que sacarlo” es todo lo que recuerdo de esas casi 6 horas que estuve estirada. Recuerdo después la postura que facilitó la salida sin cesárea y a mi toda atada y pienso…¿esto no es lo mismo que estar de pie? Recuerdo que me dijeron que no sabía empujar, que una enfermera a la que vi poco más de 5 minutos me aplastó el estómago para que salieras más rápido, y que todo ello me dejó una episiotomía de la que me acordaría durante muchos muchos meses (y me sigo acordando a veces).
También recuerdo mirarte, con el ceño fruncido y llorando a gritos, y después que se te llevaran demasiado rápido y pensar que debían dejarte conmigo en vez de pasearte tanto. Cuántas cosas cambiaría de ese día si pudiera…
Desde ese día hasta hoy, el tiempo ha pasado volando. Los 6 años que llevas en nuestra vida son los mejores. Parece que fuera ayer cuando a pesar de que “te ibas a acostumbrar” pasabas mucho rato en brazos porque solo así dejabas de llorar; ayer era cuando yo no sabía cuando era de día o de noche; cuando no sabía que se podía estar tan agotado, agobiado por esos pediatras que no dejaban de regalarme leche de fórmula y feliz solo de mirarte; recuerdo que todo parecía muy complicado hasta que cogimos un avión, volamos 13 hrs, visitamos París y le bostezaste a la Torre Eiffel, y durante unos días probamos el colecho y dejaste de llorar. Aun así, nos costaría unos meses aceptar que el colecho era la solución a las noches insomnes.
Y subiste de peso todo ese tiempo que estuvimos allí!!!. Y nos acompañaste en nuestra boda, y pasabas feliz de brazo en brazo. Todo me parecía tan fácil de repente, aunque no parábamos de ir de un lado a otro. Y volvimos y todo se hizo cuesta arriba, y no podía ni ducharme sin que te pusieras a llorar, y dejaste de subir de peso, y parece que tenías tantas ganas como yo de quedarte allí. A las 7 de la tarde, cada día, estaba agotada, exhausta, y me daba la sensación que llevábamos un mes solas. Pero nos hicimos nuestra rutina, salíamos todos los días y nos fuimos acostumbrando la una a la otra.
Nos has enseñado mucho, mucho más de lo que podíamos imaginar: nos hemos equivocado muchas veces y nos perdonas una y otra vez. Nos enseñaste a colechar, y aunque has dormido en tu habitación un par de semanas, sigues con nosotros porque qué hay mejor que despertar y estar todos juntos.
Tienes la difícil tarea de enseñarnos a ser padres, tu que eres la mayor y vas abriendo caminos y etapas en la maternidad/paternidad que estrenamos contigo. Nos has enseñado a no escuchar a los que creen conocerte mejor que nosotros, a creer en nosotros mismos, a aceptar errores, y enmendarlos, a ser mejores cada día para que tu seas feliz cada día. Eres mi espejo, y eso me saca de quicio a veces pero también me enseña a aceptarme y aceptarte con todas nuestras particularidades. Y a quererte cada día un poquito más. Naciste para “movernos el piso” tanto como se movió la tierra en Chile el día que llegaste. Yo que soy tan tranquila, tan de lectura y “sofing”, y tu que no paras quieta un segundo y quieres que te siga en todo.
Beneficiaste el embarazo, parto y lactancia de tu hermana, porque me enseñaste cómo quería hacerlo la segunda vez. Y aunque a veces ella te saque de quicio a ti, o aun no hayas aprendido a hacer equipo en vez de pelear y competir sé que la quieres con locura. Aunque tengas que repartirte mi tiempo con ella.
Nos has enseñado que aunque te conocemos siempre puedes sorprendernos, y que porque cumplas 6 no significa que no nos queden nuevos retos que superar juntos.
Quiero que seas feliz cada día, así que superaremos todos aquellos retos que sean necesarios aunque muchas veces te parezca que no soy capaz de entenderte y a mi me gustaría colarme en tu cabecita para que me fuera más fácil, pero aprenderé un poquito cada día, para ser un poco mejor, para ti y por ti.
Queremos que sonrías todo el día, que quieras hacer mil planes en 24hrs, que no pares de moverte ni para dormir, que te emociones al 200% por todo, especialmente para tu cumpleaños! Queremos que seas siempre TU, aprendiendo a escribir y leer sin que nadie te enseñe, saltando cada día más alto, resistiendo al sueño cada día con esa torre de cuentos que quieres que te leamos.
Que nadie te haga cambiar nunca, que sepas siempre que te queremos como eres, y que eres la mejor hermana mayor que le ha podido tocar a tu hermana.
Per molts anys petita!
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