La protagonista de hoy no es alguien desconocido en la red, como referente y récord de precocidad para una niña en experimentar la maternidad existen muchas referencias sobre la misma. De todos modos, y como desde hace tiempo llamó nuestra atención, hoy intentamos hacer una pequeña aportación más a su caso. Lina Medina nació un 27 de septiembre del año 1933 en Antacancha, un pequeño pueblo de Perú, y allí vivía con sus padres y sus 8 hermanos llevando una vida sin lujo alguno pero sin grandes carencias, en sintonia con el perfil de la mayoría de los habitantes .
Todo transcurría con una aparente normalidad hasta que cuando la niña cumplió 4 años su cuerpo empezó a experimentar algunos cambios muy poco habituales, pero el principal era el inusual tamaño que poco a poco iba adquiriendo su abdomen. Entre sus vecinos se empezó a comentar que un demonio había "entrado" en su interior, hasta el punto que su padre, de nombre Tiburcio, la llevó a algunos rituales y exorcismos que buscaban liberarla de ese espíritu maligno. Como te puedes imaginar, ninguno de ellos funcionó, la situación física de la pequeña no mejoró en absoluto y su abdomen continuó aumentando de tamaño. Llegado el momento, sus padres pensaron que podía tratarse de un tumor, así que se desplazaron hasta la localidad de Pisco, donde conocieron a una persona que resultaría clave en la vida de Lina, el doctor Gerardo Lozada. Tras someter a la niña a las revisiones y pruebas oportunas, su diagnóstico resultó altamente sorprendente, incluso para él mismo, la niña estaba embarazada de 7 meses. Un mes más tarde, el 14 de mayo de 1939 fue sometida a una cesárea y dio a luz un saludable varón que pesó 2,7 Kg y medía 48 cm de largo. Decidieron llamarlo Gerardo, en honor al médico que la había atendido, y de este modo la pequeña Lina, con 5 años 7 meses y 21 días se convirtió en la madre más joven del mundo, récord que por supuesto mantiene hoy en día.
Lina Medina con su hijo Gerardo
De nuevo la rumorología popular empezó a funcionar, y ante el insólito caso, la gente achacaba lo sucedido a que la niña era una especie de Virgen María que había concebido sin pecado original y el niña era un especie de "Dios Sol". Evidentemente, el caso no pasó desapercibido también a nivel nacional, y el entonces presidente peruano Oscar Benavides promulgó una ley para tener la custodia de ambos y se comprometió a asignarles una pensión vitalicia que les sirviera de protección ante el inusitado interés por el caso de industrias y laboratorios farmacéuticos. Como era de esperar, ofrecieron a la familia importantes cantidades de dinero por contar el caso y permitir su estudio. Como suele suceder en la mayoría de estas situaciones, pasado un tiempo todo pasó a un segundo lugar y ni la niña ni el pequeño llegaron a percibir un sólo sol (moneda peruana) de la citada pensión.
Se pusieron en marcha dos investigaciones, la primera para determinar cómo era posible que la niña hubiera podido quedar embarazada y de quién. El principal e inicial sospechoso fue su padre, Tiburcio, y también se llegó a barajar la posibilidad de un hermano varón que tenía 9 años y sufría problemas mentales. Ante la falta de evidencias, se cerró sin éxito, por lo que no llegó a determinarse quién era el padre del pequeño Gerardo ya que la niña nunca habló de lo sucedido.
Lina con el ginecólogo Gerardo Lozada y su hijo
La segunda para determinar cómo era posible, desde un punto de vista médico, que una niña de esa edad pudiera haberse quedado embarazada e incluso que el embarazo llegase hasta su final. Según concluyó la Academia Americana de Obstetricia y Ginecología, la niña sufría un extraño trastorno, para ella la pubertad había comenzado cuando sólo contaba unos meses de vida. Así, a los tres meses ya tenía vello púbico y cuando estaba a punto de cumplir los tres años tuvo su primera menstruación. Según el prestigioso investigador peruano Edmundo Escomel, su precoz fecundidad habría sido debida a un desorden hormonal originado en la glándula pituitaria.
La vida de Lina no se detuvo, su hijo fue criado por sus abuelos y creció pensando que ella su hermana. De este modo hay testimonios recogidos sobre un comportamiento totalmente natural, su relación era la normal entre cualquier par de hermanos con 5 años de diferencia. Cumplidos los diez años, y tras una pelea en el colegio descubre de golpe la realidad, su hermana no es tal sino su madre, algo que en el momento supuso un auténtico trauma para ambos.
Como comentamos con anterioridad, la figura del doctor Lozada fue relevante en la vida de la niña. Nunca perdió contacto con él, la ayudó económicamente con sus estudios y con los del niño. Una vez se graduó en sus estudios, llegó incluso a trabajar de secretaria en la clínica regentada por el médico. Pero en 1960 Lozada fallece de forma repentina y tanto ella como su hijo sufren un duro golpe, hasta tal punto que Gerardo cae presa del alcoholismo. Cuando cumplió 33 años contrajo matrimonio con Raúl Jurado, y en el año 1972 fue de nuevo madre. Sin embargo no todo serían alegrías para Lina, unos 6 años más tarde su primogénito falleció como consecuencia de una enfermedad en la médula ósea conocida como mielofibrosis, cuando sólo tenía 40 años. En el año 2009 sufre un nuevo golpe duro con el fallecimiento de su marido, Raúl, el hombre con el que compartió un larga etapa de su vida. Afortunadamente para ella, ha podido mantenerse en un cierto anonimato y actualmente vive, según algunos medios locales han recogido, "a caballo" entre un barrio del primer puerto del Callao, conocido como la "pequeña Chicago" y Pisco (donde fue diagnosticada su primera maternidad) donde residen unas sobrinas suyas.