Desde que nací se que tuve que ser un quebradero de cabeza grande. Ya cuando nací, lo hice dando guerra y ese problemilla que tanto susto os dio cuando tan solo tenía 15 días de vida os tuvo que poner en una cuerda floja. Ahora ya es un problema mas que asumido con el que hemos convivido día a día y me ha hecho ser la persona que soy. Una persona que no le importa tener una limitación en sus pulmones. Siempre se ha esforzado por conseguir la meta que ha querido. Y ese esfuerzo no ha salido solo de mi. Si no de vosotros, que aunque a veces me habeis dicho afloja un poco no corras tanto me habéis animado a hacer de todo como cualquier otro niño. Creo que por ese motivo de hacerme sentir que puedo hacer lo que me proponga aun teniendo una limitación me dedico a ayudar a otros niños. Aunque mi limitación es ínfima ahora, cuando era niña si que me sentía un poco más frágil cuando os veía la cara al ponerme los aerosoles.
O cuando me llevabais al médico a ponerme oxígeno. No olvido todas y cada una de las visitas al médico por esto. Pero aún así no dejabais de sonreírme a mi y abrazarme diciendo que todo estaba bien, aunque no salieran las palabras.
Pasaron los años y llegó el momento de que fuese yo quien tenía que cuidaros. Y sin lugar a dudas lo hice sin miedo y con mi sonrisa en la cara. Primero fuiste tu papi, te pusiste enfermo y ahí estuve día y noche para cuando necesitabas moverte. No me importó ni por un momento hacer todo lo que hice. Lo haría esa y mil veces más. Porque cuando las cosas se hacen con amor, no duelen, solamente salen. Te recuperaste con mucho esfuerzo por tu parte, y estoy segura que en parte de ese esfuerzo iba también parte de nuestras sonrisas y lágrimas de amor hacia ti. Y sobre todo por ese fiel compañero que has tenido que te ha seguido hasta el final.
Luego llegó tu turno mamá, el día que te caíste, mi mundo se paralizó. Lo recuerdo como un día en el que me temblaba todo el cuerpo. Peor que cuando papi enfermó. Mi madre, la mujer que me dio la vida y que tanto había luchado por mi estaba mal. Pero no me vine abajo, volví a hacerlo. Me levanté y acudí a tu lado sin dudarlo. Corrí a la velocidad del rayo a donde estuvieras. Porque no hay carretera ni frontera que me vaya impedir acudir allí donde estés, lo haré sin dudarlo dos veces. Por suerte poco a poco en la vida te ido dando instrumentos para que tu cabeza no se deteriore y fue un acierto. Porque creo firmemente que gracias a esos pequeños gestos hoy tu estas mucho mejor y puedes hacer tu vida con normalidad. Volveré a estar a tu lado una y mil veces.
Con esto tan solo quiero deciros MAHALO. Esta es una palabra hawaiiana que significa gracias, pero no es un gracias cualquiera. Es el gracias más sincero, profundo y espiritual que se le puede dar a una persona. Por eso le digo a la vida MAHALO, por darme los mejores padres del mundo y hacerme sonreír cada día, aunque sea por teléfono. Espero que en el futuro pueda ser la mitad de madre que vosotros dos juntos.
Os quiere, la chata de la familia.