Si has paseado por las redes este mes, el tema de la madre, de regalos para mamás, de cómo celebrar el día, está por todas partes. Tantas buenas ideas que una se imagina su momento pinterest del día de la madre perfecto ¿desayuno en la cama o probar ese restaurante con un brunch que abre el apetito? ¿un día soleado y bonito? ¿nada de peleas ni de quehaceres cotidianos?
La verdaaaaaaad, después de algunos días de la madre no se si me pongo pinterest para mis imaginaciones, me conformo con estar con ellas y con un dibujo de regalo (aunque no le pongo mala cara a cualquier regalo que llegue ehhh) Este año, concretamente, hasta pensaba en hacerme mi propio desayuno con un poco de todo (soy la única en casa que la comida que no perdona es el desayuno…y un desayuno de verdad) El día amaneció gris, hacía frío porque el otoño parece que ha pasado de largo y dado paso al invierno de la noche a la mañana, y yo ya pensaba en la compra de ingredientes y ponerme a hacer pan con palta, jamón, algo dulce, zumo de naranja…para mi sola, pero algo así tenía en mente.
Pero como no salimos mucho a desayunar en familia porque siempre tenemos otros eventos de fin de semana, decidimos salir. La salida fue un desastre…todo lleno y cuando nos resignamos a sentarnos en una terraza aun con frío…la atención y el trato del local dejó mucho que desear.
Pero…eso hubiera dado un poco igual la verdad. Una anécdota, a pesar del hambre que tenía yo entre la hora que era y que con el cambio de hora, para mi estómago era una hora más… y yo solo quería pan con palta (escribir esto me hace sentir un poco chilenizada he de confesar)
El tema fue que, al irnos del local, la mayor tenía una actividad a la que yo iba a acompañarla. Ibamos todos en realidad! Pero…la peque dijo que quería volverse a casa, y cuando le dije que yo iba a ir con su hermana pues así habíamos quedado, se puso a llorar a lagrimones! Porque “siempre vas con ella”
La realidad es que soy bastante casera y suele ofrecerme encantada a quedarme en casa cuando la peque no quiere salir, así que no era tan así la situación, pero no iba yo a entrar en detalles…
Pasé al plan b, a ver si la mayor podía cambiarme esa ida a su actividad por otra cosa otro día…y cuando yo creía que estaba todo solucionado, me suelta:
Bueno, tu elige con quien prefieres ir
Touché. ¿Elegir? ¿Preferir? Pero si eso no se puede…miré a la pequeña, que seguía llorando y me dijo
te amo igual mamá si prefieres ir con ella
¿puedo borrar el verbo preferir del diccionario? ¿puedo esfumarme de esta situación? Un tiempo atrás reflexionaba precisamente de este tema, de cómo se quiere a dos hijos, si se los quiere a uno más que al otro o no, en un post que escribí apra el blog de una madre como tu.
Porque soy de la opinión que uno no puede querer a sus hijos igual. Si el amor se midiera por su peso, seguramente uno destinaría la misma cantidad de amor a todos sus hijos, porque el amor se multiplica sin fin cuando una es madre. Pero… no siento que a los hijos se los pueda querer de la misma manera o expresar el cariño de la misma manera, porque así como todos somos diferentes, los niños también lo son y cada uno requiere esas expresiones de cariño de forma diferente.
Pero no por ello quiere decir que se pueda elegir. Mi día de la madre estaba teniendo un momento digno de apuntarlo en las anécdotas de maternidad real…las dos niñas queriendo que eligiera entre ambas, porque no querían estar las dos a la vez conmigo, me querían para una sola…y sino, lágrimas! Mi yo conciliador se perdió en ese momento y les dije tranquilamente que yo no podía elegir entre ambas, porque no prefería a una por sobre la otra. que mejor se iban las dos juntas a alguna parte, y yo me iba sola a pasear.
Esa opción no considerada las descolocó. Y el saber que perdían ambas las hizo entrar en un estado más conciliador y más tranquilo, y logramos negociar dos ratos ese mismo día exclusivos para cada una. Me salvé…por poco…
Pero esa situación dio pie a largas conversaciones con ellas sobre los celos, sobre sentirse o no la preferida, sobre la necesidad de tener tiempo exclusivo conmigo Conversaciones adaptadas a su edad, conversaciones de esos momentos de inspiración parlanchina de antes de dormir, charlas de paseos, porque cada experiencia, cada momento vivido os sirve para ganar un nuevo aprendizaje.
Y esta anécdota es solo un ejemplo más, de que mi maternidad no es nada pinterest, es maternidad tan real e imperfecta como debe ser.