La llegada del hermano, un momento no-tan-feliz…
Debemos entender que, para un niño, el centro de su vida son sus padres, son los que le quieren y le protegen. Por lo que pensar en compartir esa protección y amor no es fácil para un niño. Compartir significa tener menos de eso que tanto aprecian, por lo que resulta difícil de asimilar para ellos.
Como facilitadores, debemos hacer entender a los padres que, para ayudar a su hijo o hija, debemos conocer los verdaderos sentimientos del niño. Hay que hacerle ver todas las circunstancias que vendrán por la llegada de un bebé. La primera reacción de los padres es ponerlo todo de “color de rosa”, decirle que va a querer mucho al bebé, que va a jugar mucho con él, que compartirán juguetes…etc. Pero todos los que hemos tenido hijos pequeños, sabemos que esto no es así siempre.
Habrá momentos en que el bebé llore, pase malas noches o simplemente que esté durmiendo y no pueda jugar. Esta realidad es la que deben reflejar los padres hacia el primogénito, no deben tener miedo en mostrar lo que va a pasar. Incluso deben decirle al niño lo que va a sentir: ¿Se verá desplazado? ¿Pensará que mamá y papá ya no lo quieren? Estas ideas, lejos de ser dañinas, ayudarán al niño o niña a identificar lo que le pasa y no tener miedo de lo que sienten. Además, deben animarlo a que lo exprese, es mucho mejor que se sienta libre de expresarnos su angustia abiertamente, en lugar de consumirse en el silencio.
Expresar los celos
Para ilustrar este apartado vamos a poner un ejemplo del libro “Entre padres e hijos” de Ginott.
Javier de tres años, a tres semanas de que naciera su hermanita, empezó a llorar desconsoladamentes:
Javier: No quiero al bebé en casa. No quiero que juegues con él ni que le quieras, ni papá tampoco.
Madre: Estás disgustado por el bebé. Te gustaría que no hubiera bebé.
J: Sí, solo quiero mamá, papá y Javier
M: Te da rabia solo pensar en el bebé.
J: Sí, me cogerá los juguetes
M: Incluso etsás un poco asustado.
J: Sí
M: Estás pensando: mamá y papá no me querrán tanto y no tendrán tanto tiempo para mí.
J: Sí
M: Pues Javier, recuerda que tú siempre serás el único Javier que tenemos y eso te hace muy especial. Y el amor que sentimos por ti nunca lo sentiremos por nadie más.
J:¿Ni por el bebé?
M: Ni el bebé puede llevarse nuestro amor por ti. Cariño, en cualquier momento en que te sientas triste y enfadado, ven a decírmelo y te daré cariño extra especial.
Debemos hacer ver a los padres que deben ayudar a sus hijos a expresar sus celos. Reprimirlos trae consigo malos comportamientos, se vuelven destructivos e incluso somatizan esos celos en ataques de tos, de asma, erupciones de piel. Esos niños necesitan encarecidamente verbalizar sus celos para que sus padres les ayuden.
Amar singularmente, no uniformemente
Muchos padres, para evitar esos celos, quieren ser justos con cada uno de sus hijos, y quieren demostrar su amor de forma igual. Como facilitadores debemos hacer ver que cada hijo es único y diferente al otro, por lo que su amor será único y diferente para cada hijo. Hay que comunicar a cada niño la singularidad de su relación, para eso hay que buscar momentos para cada hijo, así, en ese instante, su hijo se sentirá único. Cuando se reconoce el deseo de un niño por el amor de sus padres, se tranquiliza. Cuando ese deseo se entiende y se aprecia, se consuela y cuando cada niño es valorado en su singularidad, el niño se fortalece.