El nivel de agotamiento llegó a su límite. Es el resultado de dos semanas consecutivas sin dormir una noche completa. Y, como esta noche, en vísperas de celebrar el Día de las Madres de en mi país, ellos no estaban dispuestos a dormirse. La espalda me duele y durante el día también tuve dolor de cabeza. Tenía que hacer las compras del supermercado y en realidad dilaté tanto en tomar ánimo para salir, que al final lo hice más por evitar hacerlo mañana, con las prisas de la celebración del “día de mamá”.
La culpa acecha, como un ladrón esperando a que salgas de tu casa, ya dispuesto a entrar para llevarte todas tus pertenencias. Ser mamá conlleva esto: sacrificio, entrega y mucho agotamiento.
Esta semana, una mujer recién casada hace unos meses, me comentó: “yo quiero tener hijos, incluso quiero tener 3, pero la experiencia de otras mujeres me ha demostrado que no es fácil, que es una tarea bien agotadora, me veo en el espejo de otras que tienen uno o dos hijos, y de verdad que me entra el pánico”. Mi respuesta fue tan sincera como lo soy cuando escribo. Le dije: “Si le preguntas a otras madres, te dirán lo que me comentaste hace unos momentos, de que todo el sacrificio tiene su recompensa.”
Algo que pienso es muy cierto, pues no me arrepiento de haber tenido a mis hijos y todo lo que hago tiene que ver con su bienestar, su comodidad y su crecimiento y desarrollo. Sin embargo, la que te diga que es la labor más hermosa, te está hablando del “resultado” de la labor, no exactamente de la tarea en sí.
Ser mamá es agotador. Nadie me puede vender lo contrario. Una se siente orgullosa de lo que ha logrado con sus hijos, de los estándares de calidad de vida que les vas proporcionando, sin embargo, en ese ejercicio diario, se puede ir perdiendo la esencia de mujer que hay dentro de ti, y entre los quehaceres se va perdiendo el brillo y la alegría. No se van perdiendo estas cosas por culpa de nuestros hijos, sino mas bien, por culpa de nuestro exceso de responsabilidad en torno al desarrollo emocional y físico de ellos.
Hoy mi copa rebosó. Cuando eres Coach y las cosas por algún motivo no te están saliendo como esperabas, tiendes a autocuestionarte o a querer hacer ajustes en tu vida. Hoy mi cansancio es tan grande que se potencializa en mi mente la idea de que quiero UN SOLO día para mí. Tengo semanas pensando en este tema, y la culpa me señala, con su dedo acusador me apunta a la cabeza como si fuera una pistola. Pero es que si no saco pronto un día sin ellos, ellos mismos serán los que paguen las consecuencias. Quiero hacer ajustes inmediatos en mi rutina de los fines de semana. Indiscutiblemente no puedo seguir así.
Defiendo a capa y espada que tu esencia de mujer y lo que eres no debe perderse en el pasar de los años mientras tus hijos crecen, porque de “Mami” debe quedar una imagen bonita e imborrable en sus memorias y en su corazón.
Si Mami pierde su alegría y el sentido de lo que es vivir la vida, para dedicarse a vivir la vida de sus hijos, no le quedará a sus hijos una imagen de mujer extraordinaria. Siempre le tuve terror a llegar a la vejez y utilizar mi dedo para señalar que por mis hijos estoy acabada.
Si ellos agradecen o no agradecen los sacrificios que hice por ellos, eso ya es su problema. Yo, mientras tanto, como dice la descripción de este blog, lucho porque no se pierda mi esencia.
Anímate a pensar en cómo visualizas tu vida cuando ya tus hijos hayan crecido y se vayan de tu lado.
¿Qué estas haciendo hoy que te acerca o te aleja de esa mujer que quieres ser?