Ya os había comentado en algún post anterior que Mara es un terremoto (o Maramoto según la mamá jefa) y que no para ni un instante. Siempre en continuo movimiento. Sorprendiéndonos cada día con algo nuevo. El lunes pasado pasó lo que tenía que pasar y nos pegó el primer susto. El primero de los muchos que intuyo que vendrán. Primero porque nosotros, aunque intentemos evitarlo, tenemos el gen de los drama papás muy desarrollado. Y segundo porque si sigue al mismo ritmo y no cambia, la pequeña saltamontes va a ser un peligro con patas. Tiene alma de aventurera, la bandida. Y le gustan los retos. Y si no los consigue, se enfada. Así es ella. Intentando escalar cada día su propio ochomil. Tanto amor por el riesgo le ha valido un nuevo sobrenombre: Mara la exporadora. Y no es para menos.
Por poneros un ejemplo, os diré que a los cinco meses y medio hemos tenido que prescindir de un utensilio que teóricamente se puede usar hasta los 13 kilos de peso. El cambiador de la cómoda ha sido el primer damnificado por el espíritu indomable de Mara la exploradora. Sobre él, la pequeña saltamontes tenía más peligro que un huracán para un funambulista. Tiene tantas ganas de cogerlo todo (ya sea un peluche, un pañal -nuevo o usado, eso le da igual- o la bolsita de las toallitas) que para conseguirlo no dudaba en medio levantarse y casi salirse del cambiador, por lo que cada vez que la teníamos que cambiar los papás en prácticas nos poníamos más tensos que Marco en ‘Tengo un mensaje para ti’. Cualquier cosa podía pasar. Hasta que Mara encontrase a la madre de Marco en la cesta donde tenemos todos los utensilios necesarios para limpiar pipís y popós…
Pero el ejemplo en mayúsculas, el gran susto, nos lo llevamos el lunes pasado a primera hora de la mañana. Todo pasó en cuestión de segundos, a la misma velocidad a la que mueve las piernas la pequeña saltamontes. El papá en prácticas salió de la habitación al baño a lavarse los dientes. Y mientras, la mamá jefa se intentaba poner una bota (puede llegar a ser una misión imposible) sentada en la cama y con la peque apoyada en su espalda. Todavía no había cogido el cepillo yo ni la mamá jefa había conseguido ponerse la bota cuando Mara la Exploradora se había tirado en su afán por descubrir mundo por el otro extremo de la cama. Recorrió todo el ancho de una cama de matrimonio en cinco segundos. Y cuando la encontramos ya estaba en el suelo, llorando por el susto.
Y solo por el susto, porque conociéndola como la conocemos, los papás en prácticas tenemos forrado el suelo alrededor de la cama con alfombras y cojines. Por suerte. Por si acaso, no obstante, la llevamos a urgencias y allí, tras revisarla con detenimiento y ver que no había sido nada, nos dijeron que es uno de los motivos de consulta más habitual con bebés. Y el dato no es que te tranquilice, pero uno se siente como más acompañado en el trauma. Siempre vamos con la peque en brazos y le ponemos todos los sistemas de seguridad habidos y por haber cuando la sentamos en sillitas y tronas. Pero está claro que con Mara la Exploradora los papás en prácticas no estamos autorizados siquiera a pestañear.
¿Habéis tenido alguna experiencia similar? ¿Cuál fue el primer gran susto que os dio vuestro bebé?