No, no me he divorciado, no te vayas a pensar. Pero sí, desde hace un tiempo mi vida se parece más a la de una madre soltera con hijos que a la de una familia completa, por el hecho de que mi santo trabaja fuera -sin destino ni fecha de retorno fijos-. Si lo normal es que las familias anhelen el fin de semana para estar juntas, en nuestro caso es al contrario.
Es algo a lo que ya me he habituado. Un día hablaré de mi día a día cuando estoy sola con las tres fieras, que parece mentira pero casi me organizo mejor que cuando lo tengo aquí en medio
El caso es que durante la semana, aunque tengo más obligaciones que me llevan estresada de la vida, entre el cole, las extraescolares y tal, aún llegando al viernes lo que viene siendo muertamatá, se me pasan los días y la semana entretenidos.
Pero llega el fin de semana y tengo dos largos días en los que estoy sola solita sola con las tres fieras. Y entre semanas vale que tenemos ocupaciones pero... ¿qué hago yo durante el fin de semana con mis criaturitas?. Que sí, que me levanto más tarde -menos mal, puedo dormir un poco más-agradecida estoy- y no tengo prisas -relativamente-, pero entretener a dos niños dos largos días sin más colaboración que yo misma es complicada.
Como familia somos muy de salir fuera en fin de semana. Campo, playa, excursiones, nos encanta preparr un picnic y echar los días fuera. Así lo veníamos haciendo hasta que mi santo volvió a trabajar después de tantos años parado, afortunadamente. Pero yo sola con los tres no me veo en el ánimo de seguir con esos planes, empezando porque me es imposible preparar un picnic, arreglar a dos niños, atender a un bebé y salir a una hora decente.
Además, ¿dónde voy sola con los niños?. Soy consciente de mi realidad, no puedo. Porque ni mis fuerzas ni mi atención están al 100% y mis mayores aún requieren atención y vigilancia que no puedo cubrir yo sola. Y porque mientras doy teta al pequeño no puedo columpiar a la mediana ni jugar al escondite con el mayor. Estoy muy limitada.
Y es que los planes guays, los que molan de verdad, son los que se hacen en familia, aunque no salgamos de casa.
Aún así, no nos quedamos en casa. Vale que no salimos fuera de la ciudad, pero al menos intento buscar planes para hacer con ellos ya que quedarnos en casa supone que a media tarde del sábado se comporten como verdaderos orcos. Durante la semana intento ir organizando actividades compatibles con mi actual situación y que sean atractivas para mis niños.
La semana pasada por ejemplo salimos de casa antes de las 12 del mediodía -YUHUUUUU!!!!- con la idea de ir a una exposición que parecía interesante, la Plastihistoria de la Humanidad, o lo que vienen siendo distintos momentos de la historia, desde que el hombre es hombre hasta al actualidad, plasmados en figuras de plastilina. Cuanto menos curioso y sobre todo muy ilustrativo.
El mayor, que empieza a ir sobrado en ciertos temas por su ávido interés en saber cada vez más de todo, se dedicaba a observar y comentar, dejando un poco perplejos a la gente que rondaba por allí. Mi niña, que no sabe tanto -y casi que me alegro- me pedía que la cogiera para ver mejor, me lo preguntaba todo y yo intentaba darle una explicación lo más adaptada a su edad posible. Salimos contentos y con ganas de volver.
Luego nos fuimos a una juguetería cercana a bichear juguetes. No se para qué si mis hijos lo tienen muy claro. El mayor quiere Legos y la niña directamente lo quiere todo, para qué andar seleccionando. Aún así, eso de ver juguetes a su edad mola mucho. Y a mi como madre me mola más comprobar que puedo entrar en una juguetería con ellos y salir de allí sin que hayan armado jaleo ni la pataleta del "mami cómprameeeeeee". Es curioso pero cuando vamos a una juguetería mis hijos no me piden que les compre, ellos van disponiendo "esto para mi cumple", "esto para reyes" y si por casualidad surge que les compramos algo -rara vez- son los más agradecidos del mundo.
Ya que estábamos en el centro, nos comimos unas hamburguesas en un kiosko callejera con solera, de estos sitios que si vienes a Huelva no te puedes ir sin haber parado allí. Les encanta y más barato no puede ser, nos sentamos en un banco de la plaza a comer tranquilamente, ellos corretean, van y viene, juegan, y echamos otro rato.
Para el postre nos fuimos a una de estas panaderías modernas que tienen mil y un tipos de pan, de dulces, de repostería, a comernos unos muffins de chocolate. Y con las mismas, a echar otro ratito al parque. Nos dieron las seis de la tarde, ahí es nada, medio día echado, y decidimos irnos un rato a casa de la abuela porque era temprano, con la idea de salir con ella a dar otro paseíto. Digo la idea porque aquí servidora se sentó en el sofá, buscó postura como un gatito y... cuando abrí los ojos eran las 9 de la noche. ¡¡¡NECESITABA ESA SIESTA!!!.
El domingo fue mi cumpleaños y entre hacer una tarta casera, recoger un poco la casa, tomar algo a mediodía con unos amigos y celebrarlo en casa con la familia, se me fue el día. Eso sí, no pude acabar más cansada, y es que entretener a dos niños y un bebé full-time no es tarea fácil.
Y esto es la pescadilla que se muerde la cola, llega otra vez el fin de semana y toca inventar de nuevo. Para mañana por ejemplo ya he buscado un cuentacuentos para pasar la mañana y sobre la marcha iremos improvisando la comida y lo que venga después. El domingo tenemos cumpleaños familiar así que tengo el día completo asegurado, este fin de semana la verdad es que lo tengo fácil.
Así que vamos buscando opciones de ocio para niños al alcance de una madre de tres con un recién nacido a cuestas en una ciudad donde el ocio para el niño más que escasear, brilla por su ausencia. Entre mis ideas están las de visitar el museo, una tarde de cine, sacar las bicis -para lo que nos tiene que acompañar la abuela, si no es el acabose-... la verdad es que muchas veces cuesta encontrar un plan diferente y atractivo.
Alguna vez quedamos con otros amiguitos del cole, pero es lo menos porque claro, la gran mayoría aprovecha para pasar el fin de semana en familia, así que es algo que solo sucede de vez en cuando, auque para los niños es el mejor plan porque se lo pasan de maravilla con sus amiguitos.
Si además surge que toca algún cumpleaños de compañer@s de colegio -que desde que empezó el curso hemos tenido bastantes-, y si bien es cierto que es un marronazo que inviten a mis hijos a tantos cumples, en el fondo hoy por hoy hasta lo agradezco porque me solucionan el plan de una tarde. Los niños se lo pasan pipa y yo, o entablo relaciones con los padres, que a la gran mayoría los estoy conociendo gracias a ello, o aprovecho para pasar la tarde tranquila con mi bebé, que también me necesita.
Eso sí, la casa el fin de semana está que es anti-Pinterest total, y es que salir con ellos de casa a una hora decente es totalmente incompatible con dejarla recogida. Hago lo mínimo justo y necesario que es poner la lavadora para dejar el uniforme listo para el lunes, y el domingo por la tarde toca regresar temprano para planchar, preparar mochilas y descansar aunque sea un poquito del fin de semana, que también.
A veces agradezco que venga un sábado o domingo lluvioso y tener excusa para no salir de casa. Pero solo un día, que dos son demasiados. Entonces sí puedo dedicarme un poco más a la casa, aunque suelo vaguear más que limpiar, preparamos algo de repostería, organizamos maratón de pelis y palomitas, sacamos juegos de mesa, lo que sea para que el día se pase sin que los niños se me tiren del pelo mutuamente.
El caso es que si el fin de semana se supone que es para descansar, yo llego al viernes pal arrastre después de toda la semana, pero el domingo llego pal arrastre después del fin de semana, y al día siguiente es lunes. Consecuencia...
¿Y YO CUÁNDO DESCANSO?
Creo que pasará a ser uno de los grandes misterios sin resolver. Al menos no puedo decir que me aburro.