Eliminando etiquetas:
"Eso no se hace, eres un niño muy malo". "Mira, ya te has manchado, ¡qué marrano eres!". "Siempre pides las cosas llorando, ¡eres un llorón!". Etiquetar con estas frases a los niños no ayudará a que el niño se porte mejor, se manche menos o que recoja su habitación. Lo que conseguiremos a largo plazo está muy lejos de lo que pretendemos al decírselas: justamente perpetuar ese hecho.
"Todo niño se valora a sí mismo tal y cómo ha sido valorado".
Los padres somos a los ojos de nuestros hijos, las personas que más sabemos del mundo, los que somos capaces de todo y siempre tenemos razón. Nos tienen en un pedestal, como si fuéramos dioses. Así que nuestra opinión sobre nuestros hijos es lo que los niños utilizarán para empezar a formar la imagen sobre sí mismos. El niño llega al razonamiento: "lo que mis padres dicen de mi es lo que soy". Y como lo único que quiere el niño es ganarse el amor de sus padres y estar a la altura de sus expectativas, se esforzará al máximo para "ser lo que mis padres dicen que soy". Además, estará de acuerdo con su imagen y creerá que él es así.
El efecto negativo de las etiquetas sobre la autoimagen de un niño.
Etiquetar a alguien es hacer un juicio sobre su persona y categorizarla, encasillarla, en una posición. Los juicios negativos son el núcleo de la baja autoestima. Hemos visto que existen más ingredientes que ayudan a la formación de la autoestima del niño, pero éste es el ingrediente que más peso tiene en la formación de la autoestima, porque influye directamente en la autoimagen. Además, cómo veremos en el próximo capítulo, separar la conducta del niño de su persona le hace sentirse apreciado.
La autoimagen se forma antes que la autoestima, y empieza a crearse tan pronto como el niño se reconoce en el espejo. La autoimagen es "la representación mental que se obtiene de uno mismo, generalmente resistente al cambio, y que no representa solamente los detalles que pueden estar disponibles a la investigación u observación objetiva de otros (como la altura, peso, color del cabello, género, etc.), sino también los elementos propios que se han aprendido acerca de sí mismo, ya sea por experiencias personales o por la internalización de los juicios de los demás." Wikipedia.
Así que si le dices a tu hijo repetidas veces a lo largo de los años que es un vago, lo será, si le dices que es un marrano, lo será, si le dices que es malo, lo será, si le dices que es un desordenado lo será. Y así con todo. Porque lo que menos quieren los niños es defraudar a sus padres, por mucho que a veces parezca todo lo contrario. ¡Ojo con los juicios que hacemos de nuestros niños!
Por desgracia estos juicios empiezan desde el primer día de vida de nuestro bebé en nuestro entorno más cercano: Que si es bueno para dormir, que si es muy llorón. Que si come bien....Sin ninguna mala intención, por supuesto, pero ese es el inicio. Y luego, cuando es un poquito más mayor: Que si es un niño muy movido. Que si es muy malo. Que si lo toca todo. Que si no para. Que si es mal comedor ".... el niño, que justo está empezando a formar su autoimagen, empezará a repetir las conductas de las que tanto hablan sus padres y familiares para cumplir con "lo que es".
Un paréntesis:
(Las etiquetas que sin querer ponemos los padres, no son los únicos juicios negativos que pueden afectar en la autoimagen del niño: los profesores, la familia, incluso los vecinos pueden afectar al niño, todo dependerá del grado de sensibilidad del niño y del clima de seguridad psicológica que tenga en casa. No te tortures si hasta ahora le has etiquetado en alguna ocasión. Ahora puedes dejar de hacerlo, poco a poco, y si te equivocas no pasa nada, sigue adelante.)
Es muy importante acabar con las etiquetas en los niños. Poco a poco, porque es algo que tenemos tan integrado en nuestro día a día que no nos damos cuenta de la cantidad de cosas y personas que llegamos a juzgar al cabo del día. ¿Quién no ha juzgado alguna vez a otra persona?¿Quién no ha etiquetado alguna vez a su propio hijo de llorón, o de desordenado?. Y los juicios sobre nosotros mismos, ¿quién no tiene una etiqueta pegada en la frente desde que era niño o niña? Yo era del grupo de las tímidas: No habla porque es muy tímida.....Esas etiquetas nos crean limitaciones que perduran en nuestra vida adulta, pero no quiero liarme en ese tema. Lo dejo ahí para que reflexionéis.
Llegados a este punto podemos pensar: "Bueno, pues si las etiquetas negativas causan tanto daño, repitamos a los niños que son buenos, que hacen las cosas bien y que son ordenados y así se esforzarán por cumplir lo que les hemos dicho que son. Pues bien, se comportarán como queremos, pero los elogios tampoco les ayudan a formar una buena autoestima.
No es muy difícil darse cuenta de que una persona que te alaba constantemente, también puede juzgarte negativamente algún día. Y los niños también se dan cuenta de eso. Los niños pensarán, más rápidamente de lo que nos pensamos, en "¿qué ocurrirá si un día me equivoco? Ya no seré bueno". Las etiquetas positivas generan presión para el niño, y cada vez tendrá más miedo a equivocarse.
¿Que podemos hacer para eliminar la etiquetas?
Lo primero es tener claro que no somos lo que hacemos. Nuestra persona está separada de nuestra conducta. Es muy importante que el niño se sienta querido independientemente de los resultados que obtenga o de cómo se porte.
Dejar de utilizar adjetivos y sustantivos que describen a las personas: Bueno, malo, desordenado, tonto, listo, grosero, pícaro, agradable, sin vergüenza....
Hablar desde lo que nos pasa a nosotros cuando el niño hace algo inadecuado o que no nos gusta. Por ejemplo: En lugar de decir "eres un desordenado" mejor decir "este desorden me pone nerviosa". Habla de lo que te ocurre a ti, no de lo que es el niño (porque el niño sólo es un niño, no es "ningún adjetivo").
Dejar de juzgarnos a nosotros mismos.
Estar alerta y practicar, repitiendo la frase si hace falta por otra sin "etiquetas". Por ejemplo, si se te escapa un "Qué bueno eres", repite la frase cambiándola por "Me gusta que te acuerdes de recoger los juguetes".
Esta claro que no es fácil, pero todo se puede. Este ejercicio práctico puede ser muy útil para lograrlo:
Coge una hoja y haz 2 columnas. En una apunta las etiquetas o los juicios que sueles decirte a ti misma. En la otra columna escribe una frase que sustituya la primera y que elimine los adjetivos (tanto los positivos como los negativos) y que diga como te sientes o lo que te pasa, en lugar de decir "lo que eres".
En otra hoja haz lo mismo pero con los juicios que haces a tu hijo. Léela a menudo o pégala en la nevera para poderla repasar cuando quieras expresar tu disconformidad a tu hijo sobre algo que ha hecho y buscar la frase más adecuada. No pasa nada si te equivocas la primera vez, repite a continuación la frase modificada, sin juicios. Haz lo mismo con los juicios buenos, ¡no te olvides que son igual de dañinos! (Si te parece un poco friki hacerte la chuleta para cambiar este hábito, he de decirte que yo lo he hecho y que funciona. A veces en medio del caos me iba a la nevera a leer y ya de paso ¡contaba hasta 10 antes de volver! jijijiiji).
En las redes sociales son muchos los movimientos que difunden una educación sin etiquetas, respetuosa, con límites y con amor. Son los movimientos que divulgan la Disciplina Positiva, como por ejemplo la página de Pequeño Gran Humano y la de Disciplina Positiva España en facebook. Si sigues sus Fan Pages podrás leer tips del día claros y concisos sobre todos los puntos que estamos tratando en esta serie.
La semana que viene toca el capítulo 5: El respeto y el aprecio. ¡No te lo pierdas!
Capítulo 3: La honestidad. No quiero que seas perfecto, sólo quiero estar contigo.
¡Hasta la semana que viene!