Si bien ya lleva tiempo quitándose el pañal ella sola y sentándose en el wc ella sola -y cuando digo sola es sola, o sea, ella sola se quita el pañal, ella sola levanta la tapa, ella sola coloca el reductor, ella sola se sienta, y ¡no oses prestarle ayuda porque te suelta un "¡no, yo solita!" que no ha lugar a nada!, ella sola aprieta y ella sola se limpia su culo, que para eso es suyo-, hoy a decidido quitárselo forever y andar por casa como su santa madre -o sea, yo-, la trajo a este mundo.
Así, en plan hippie, en pelota picada, happydelalaif como diría la Endorfina, se recorre la casa a placer, libre como un pájaro, y se sienta en el excusado cuando le apetece. Y es que parece que le gusta plantar el pandero en el reductor mientras se echa el pelo hacia atrás -porque menuda melena tiene mi niña- y se mira los dedos de los pies, con sus uñas pintadas.
Y yo no puedo evitar partirme de la risa viéndola tan resuelta, tan decidia, tan segura. Tiene claro que no quiere usar más el pañal, y no hay quien le lleve la contraria.
Todo esto me ha pillado, literalmente, sin bragas. Vamos, que me veo esta tarde en Primark comprando mini-bragas de Peppa Pig, con lo divertido que es ir a Primark un sábado por la tarde (lo mismo que ir a Cibeles un día de manifa), que estamos en crisis pero no como para tener a la niña asalvajada y sin ropa interior.
De momento no se si ha hecho algo en el excusado porque ella dice que sí pero la joíaporculo no nos deja mirar, pero al menos sabemos que no se ha hecho nada encima, que ya es de agradecer. Y no le falta constancia, se sienta a cada ratito en el wc, tiene ganas de hacerlo sola y no pierde oportunidad, así que lleva toda la mañana que cada vez que la miro está sentada en el trono, feliz. Mejor, menos posibilidades de que se lo haga encima, que con lo suya que es no creo que le agrade demasiado.
Y yo reconozco que esto de quitar el pañal me da una pereza suma, con lo fácil que es cambiarlo y listo, sin tener que sufrir por encontrar un baño público cuando la faena nos pille en plena calle.
Con Iván fue muy fácil, un día al llegar de la guardería lo escucho levantar la tapa del wc e ipso facto el sonido de un chorrillo, ojiplática me quedé cuando lo vi encaramado al excusado, de puntillas y con el culete apretado, ¡no me lo podía creer!. Mi niño dejó de ser un bebé el día que empezó a mear sólo. Y desde ese día, ni siquiera pañal nocturno, todo un éxito. Luego cuando nació su hermana tuvimos la típica regresión que nos obligó a abandonar calzoncillos en condiciones lamentables allá donde íbamos, pero eso mejor lo dejamos en el recuerdo, prefiero no mentarlo.
Pero mi niña, que crece a pasos agigantados y quiere descubrir el mundo por ella misma, "Antía Independiente" la voy a tener que llamar, no me da lugar a esperar que llegue el mejor momento para retirarle el pañal: ya ha decidido que éste es su momento.
Así que, que "Dior" nos pille confesaos, y que el adiós al pañal sea una despedida breve.
Sólo por darme ánimos, ¿Qué tal os ha ido a quienes tenéis retoños entorno a los 2-3 años?. Decidme que bien.