Porque sí, todo en el ejemplar denota el cariño y el cuidado que se ha puesto en el libro: desde su inconfundible lomo metálico, hasta la “lata” que hay en la parte interior de la portada con información sobre al autor y sobre Almohada, el gato, pasando por el esmero con el que fue empaquetado el cuento. Un 10 a todo. Y luego está la historia de la familia Novell, con sus evidentes problemas de vista, y de Almohada, el gato que se encontraron y al que pensaron en llamar Espina por lo flacucho y pequeño que era. Una historia tan sencilla como divertida, que te saca una sonrisa casi sin quererlo, a pesar de que uno sufra por el gato cuando, por su falta de visión, todos los miembros de la familia empiezan a pisarle y a sentarse encima de él. Así que al final es comprensible que Almohada decida independizarse. Vivir por su cuenta. Lo primero es su seguridad. Y además, en su ceguera y para su suerte, los Novell ni siquiera se dan cuenta de su ausencia.
Andreu Llinás ha conseguido con ‘Un gato llamado Almohada’ un cuento ilustrado redondo. Por su irreverente, sarcástica y simpática historia, que hace que se nos escapen las carcajadas, por su sorprendente y fresco final, y por sus coloridas ilustraciones, que desprenden un cierto aire pop, un estilo no muy habitual en los libros infantiles pero que a nosotros nos ha fascinado.
Al final hay que buscar soluciones cuando las cosas vienen mal dadas. Y ser originales para encontrarlas. Almohada, el protagonista de la historia de Andreu Llinás, nos enseña en este cuento que siempre hay una escapatoria. Un final mejor. Para todos. Sólo se trata de buscarlo con ahínco. Y de no desperdiciar la vida entre lamentaciones porque a diferencia de los gatos solo tenemos una. Y muy preciada.