En este sentido, y dado que la detección precoz de cualquier alteración a nivel visual es de suma importancia, se detallan a continuación algunas ideas importantes sobre el tema que respecta:
1. La visión es sumamente importante en el rendimiento escolar; se ha visto que un alto porcentaje de los niños con problemas de aprendizaje en la lectura y/o escritura tiene algún tipo de alteración visual.
2. Algunos casos no diagnosticados pueden interpretarse como déficit de atención o mal comportamiento.
3. La existencia de algún tipo de patología (ojo vago, estrabismos, falta de visión en 3D) puede además suponer en el futuro un obstáculo a la hora de desarrollar ciertas profesiones, como por ejemplo: deportistas de élite, conductores, pilotos, cirujanos, bomberos.
4. El desarrollo de la visión suele completarse a los 7-8 años de edad, momento en el cual las posibilidades de tratar satisfactoriamente un obstáculo a la visión se ven claramente reducidas. Incluso a veces es mucho antes cuando se han de tratar ciertas patologías.
5. Los principales problemas visuales en edad infantil son:
Defectos refractivos (hipermetropía, miopía y astigmatismo).
Ojo vago (ambliopía), lo cual puede ir ligado a un estrabismo, a una diferencia de graduación entre los dos ojos (anisometropía), o a una alteración orgánica o funcional en alguno de los globos oculares.
Estrabismo, que como se ha mencionado, puede traer consigo un ojo vago y la falta de desarrollo de la visión en tres dimensiones.
Obstáculos en el eje visual (cataratas, cicatrices corneales)
Defectos en la visión de los colores, mucho menos frecuentes y solo relevantes a nivel de la orientación profesional.
6. La corrección temprana de dichos problemas permitirá un correcto desarrollo visual, siendo por ello de suma importancia un diagnóstico y tratamiento tempranos.
7. En las revisiones pediátricas del niño sano se efectúa un control de agudeza visual periódico (a los 4,6 y 8 años de edad) así como un despistaje de la existencia de algún tipo de desviación ocular o estrabismo. Ante sospecha de patología, el pediatra derivará al paciente para ser valorado por el oftalmólogo especialista.
8. Además, los propios padres o profesores también deben prestar atención a determinados signos de alarma para la detección de una posible baja visión:
El niño entrecierra o entorna los ojos de forma frecuente.
Frotamiento crónico de los ojos.
Se acerca mucho al papel, los juguetes o la televisión.
Se queja de dolores de cabeza, sobre todo al final del día o tras esfuerzos visuales, de forma reiterada.
Sensación de desviar un ojo, o ambos de forma alterna.
Adopta posiciones anómalas de la cabeza (tortícolis) cuando lee, escribe, ve la tele
Tiene orzuelos de repetición.
Fotofobia intensa.
Falta de reflejo anaranjado a través de la pupila al realizar una fotografía de frente.
9. Ante dichos signos de sospecha, se debe solicitar revisión por un especialista para tratar de forma adecuada el trastorno en caso de precisarlo.
Como conclusión, una visión deficiente en la edad pediátrica puede frenar significativamente el aprendizaje así como aumentar el estrés en el niño afectado, pudiendo conducir al fracaso escolar. Si bien el pediatra realizará controles periódicos de screening visual, también es labor de padres, familiares y profesores detectar ciertos signos o hábitos en el niño que hagan pensar que el desarrollo de su visión no está siendo el adecuado. Un tratamiento temprano es de máxima importancia, siendo mayores las posibilidades de éxito cuando más precoz sea.
“Como la vista es al cuerpo, la razón es al espíritu” (Aristóteles).
Dra. Jéssica Palomares
Fotografía: Rosa M.A. (About Yellow Dragons)
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