Un bebé significa mucho para una pareja, es la prueba del amor y la comunión que existe entre ellos, pero, a veces no existe la misma opinión al anhelar tener un niño o una niña. Es común ver, que la mayoría de las madres deseen tener una niña, y los padres anhelen un varón, el que se convertirá en el hombre de la casa cuando este mayor, los primeros meses se presentan con una incertidumbre y ansias de que pasen las semanas rápido para saber cuál es el sexo del bebé que viene en camino.
Es natural que la pareja sienta remordimientos por haber preferido el sexo de un bebé, y al momento de realizar el ultrasonido no es el deseado, es necesario afrontar estos sentimientos, y no ignorarlos, ya que en un futuro podría traer consecuencias emocionales para la pareja. Una vez se descubra el sexo del bebé, se debe aceptar, y sobre todo reemplazar esta decepción con deseos de tener un bebé hermoso y saludable.
Muchas veces el deseo de un sexo específico para el bebé, deriva en las expectativas de la madre o del padre, si es capaz o no, relacionarse con el niño en su etapa de crecimiento, es decir, para la madre sería más natural tener una niña, ya que las experiencias vividas las hacen la persona indicada para dar consejos y saber que es lo más adecuado para ella, al contrario de tener un varón, lo cual representaría una incertidumbre, ya que podría no saber cómo involucrarse en los juegos del nene, o las actitudes de los varones a ciertas etapas de su desarrollo.
En este punto, los padres no deben dejarse influenciar por sus experiencias vividas en su crecimiento, lo ideal es discutir con la pareja sobre las ilusiones y temores que sienten antes de conocer el sexo del bebé, después de todo, ya sea varón o hembra, ambos necesitan lo mismo, amor, confianza y unos padres unidos que sean símbolo de protección durante su crecimiento.
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