¿Lo hago o no lo hago? ¿Me arrepentiré? ¿Mis hijos sufrirán? ¿Mi esposo podrá solo? Estas y otras preguntas rondaban por mi cabeza por más de dos meses, cuando mi mejor amiga de Perú, Magali, que iba a visitarnos, me hizo la propuesta “indecente”.
Magali me dijo que hiciéramos un “viaje de chicas”, juntas, sin esposo y sin hijos.
“Uf, no creo, difícil, cómo voy a dejar a mi esposo y a los peques solos. No, ni loca”, afirmé rotundamente. “Habla con Ramón y pregúntale”, me contestó.
Por un lado tenía el gusanillo de la aventura y por otro la “seguridad” de que no podría hacerlo. Se lo comenté a mi esposo. Él me dijo: “¿Y por qué no? Yo me quedo con los peques sin problemas, aprovecha esta oportunidad y véte, te lo mereces, a Magali le hace ilusión ir contigo, sin hombres, jajaja. ¡Anímate!, me insistió. Me quedé sorprendida por su respuesta y porque me animara tanto para hacerlo. Me lo planteé, y le respondí que si el bebé-en los dos meses que faltaban para la llegada de mi amiga- dejaba de depender de mí en el tema del pecho, me lo pensaría. Gabriel ya estaba dejando de lactar poco a poco y un mes después ya no quería más teta, solo quería biberón. Una cosa a favor para viajar.
Un día, le comenté “la propuesta” a mi otra mejor amiga de España, Rosa, su marido le dijo: ¿ y por qué no te vas con ellas? Ella no se creía lo que su esposo le proponía. Y es que ella ha viajado poco, se ha dedicado a trabajar, a su familia, a su casa, etc. Su esposo le dijo que hablaba en serio, que le regalaba el viaje por su cumpleaños y que no se lo pensara. En ese momento mis dudas se disiparon y entre broma y broma de nuestros esposos sobre el tema, decidimos mirar vuelos, destinos, hoteles. Al día siguiente ya teníamos fecha, país de destino y muchas ganas de que llegara el día del viaje.
Así se gestó nuestro primer viaje de chicas. Copenhague fue la ciudad elegida. Tengo que admitir que durante estos tres días en Dinamarca me lo he pasado genial, he dormido del tirón, sin interrupciones, jajaja. Hemos reído, hemos superado algunos contratiempos juntas. Pero muchas veces he sentido que me faltaban mis chicos, cuando veía ciertos sitios, pensaba: “Esto le gustaría a mi esposo, esto otro a mi hijo, este paseo en bote sería romántico con mi Ramón, etc”. A Rosa le pasaba lo mismo. Magali, que está soltera, nos miraba y sonreía. Muchas veces la tratábamos como si fuera nuestra hija, jajaja.
Cuando le contamos a algunas personas que íbamos a viajar nos lanzaron su mirada de desaprobación, nos hicieron comentarios del tipo “uy, pobres tus hijos”, “cómo puedes dejarlos”, “yo no lo haría”, etc. Esos comentarios hacían que me sintiera culpable, que pensara en algunos momentos que estaba siendo mala madre por hacer este viaje, por dejarlos, por no compartir este momento con mi familia. Pero mi esposo que es tan bueno, me animaba y me decía que ya habíamos tenido nuestro viaje de familia, que quería que tuviera esta experiencia con mis amigas y que no hiciera caso de esos comentarios. Así es que le hice caso. Y la verdad es que debo agradecerle por ser mi respaldo y mi gran compañero. Por haber cuidado tan bien de nuestros hijos, de la casa y por su generosidad.
Al volver a casa me sentí tan contenta de ver a mi marido que le estampé un beso a pesar de que estaba dormido. Me quedé dando gracias a Dios en silencio por este hombre, por mis hijos y por esta maravillosa aventura. Me eché al lado de mi hijo mayor que dormía con su padre y hermano y entre sueños cogió mi cabello y me dijo: “Mami te quiero, te he echado de menos”.
¿Y ustedes, alguna vez han viajado sin sus esposos o hijos? ¿Cómo se han sentido? ¿Les han hecho comentarios que las han hecho sentir culpables?
*** Este artículo colaborativo ha sido publicado en la web de http://www.mamasbloguerasperuanas.com/
Archivado en: Padres, Viajes Tagged: Copenague, Dinamaca, mamas solas de viaje, mamá viaja sola, niños con papá, viajar con amigas, viaje, viaje de amigas, viaje de chicas, viaje sin hijos