Parecía que nuestros problemas de convivencia se había solucionado. Pero el pasado viernes por la tarde, la gata estaba sentada en el mueble de la tele y cuando la pulga pasó por delante, la gata se le lanzó a la cara de una forma muy muy agresiva. Mi marido logró separarlas llevándose un mordisco en la mano y yo me llevé a la niña que no paraba de sangrar y yo no sabía ni por dónde ni qué había pasado.
Encerramos a la gata en el cuarto de baño para calmarnos todos y poder ver lo que había pasado. La niña tenía un arañazo en el ojo y un corte bastante profundo en la parte superior del labio.
Mandé a padre e hija a urgencias y yo me quedé en casa intentando ver qué podíamos hacer porque esta situación no podía repetirse.
Al rato me llamaron por teléfono para decirme que se habían acercado al veterinario y que habían encontrado una solución. Hacerle a la gata la desungulación. Para el que no lo sepa, esto es una práctica horrible que se les hace a los gatos para que no puedan arañar. No nos habríamos planteado jamás hacer esto de no ser un caso tan extremo como el que estábamos viviendo.
Accedieron a hacerlo y se la quedarían ellos allí en el veterinario hasta el lunes para que todos nos calmásemos un poco y el lunes se haría la operación.
Me fui al médico con ellos y el pediatra y la enfermera nos dijeron que habíamos tenido una suerte inmensa, que por un centímetro no le arañó la córnea. En cuanto al labio, hubo que darle un punto de aproximación y es posible que le quede alguna marca. El resto de arañazos eran sin importancia muy superficiales que se irían solos en unos días.
A la mañana siguiente, fue mi marido a llevarle a la cata sus cuencos de comida, un poco de malta y verla un poco a ver cómo iba. Y entonces nos dieron el notición:
La gata no debe volver a casa. No va a ser sano para ninguna de las partes. Está al límite y quitarle las uñas no va a ser ninguna solución porque si odia a la niña la seguirá atacando igual y es peor el mordisco de un gato que un arañazo. Los problemas de convivencia solo irán en aumento.
Estupendo, ¿y ahora qué? No es tan fácil decir le busco un sitio de un día para otro. Recordemos que era sábado.
En el mismo veterinario empezaron a moverse y unas personas estaban interesadas. La veterinaria se pudo a hacerle unas fotos y un vídeo para mandárselo cuando de pronto, le atacó también.
Nos dijeron que así no se la podían dar a nadie y que la mejor opción sería sacrificarla o llevarla a una granja de gatos.
Esa tarde entré en modo dementor, absorbiendo la alegría de todo el que tenía cerca porque no me podía creer lo que estaba pasando.
El domingo al despertar decidí que esto no podía ser, que había que espabilar y buscar una solución porque mi gata estaba en una situación de estrés que la estaba superando pero eso no es motivo para sacrificarla y no me iba a dar por vencida. Teníamos problemas de convivencia en casa, pero en otra podría ser feliz.
Comencé a hablar con chorrocientas personas y tiré de mi madre, que es una red social en sí misma para poder encontrar una solución.
Fue increíble cómo se volcó la gente, cómo ayudaron a difundir y gracias a todos ellos, encontré a una persona que quería quedársela. Esta persona lleva una protectora ella sola y ha sido mi rayito de esperanza.
El lunes, fui a recoger a la pequeña al veterinario y con toda mi pena fui a llevársela a Gema, que así se llama su nueva dueña. Con mucho amor la acogió en su casa, dejándole una habitación para ella sola, para que se vaya adaptando poquito a poco.
Así leído suena todo fácil, sencillo, incluso alegre y con un desenlace feliz. Pero nada más lejos.
Este fin de semana ha sido horrible, una situación extremadamente tensa y hemos estado todos muy preocupados. Han sido unos días confusos, ya que estábamos preocupados por la gata, por lo que pasaría con ella pero a la vez estábamos tristes por lo que nos había pasado, preocupados por la pulga, que no paraba de decir que la gata le había hecho pupa.
En estos días hemos sido juzgados por todas y cada una de las soluciones que hemos intentado llevar a cabo.
Se nos ha juzgado por querer hacerle a la gata la ungulación. Se nos ha juzgado por querer quedarnos a la gata acusándonos de anteponer un gato a nuestra hija. Por querer buscarle una casa ya que eso es pasarle nuestro problema a otro. Por pensar siquiera que sacrificarla era una opción aun cuando fueron las propias veterinarias las que nos lo recomendaron.
Ya lo siento, pero os diré que todas las opiniones externas me importan un pito. Para mí, la gata es un miembro de la familia y he intentado hacer todo lo que ha estado en mi mano para ayudarla. Sé que ya no puede volver a mi casa por ella ni por nosotros porque la relación no es sana y nuestros problemas de convivencia no van a mejorar, pero me niego a coger la vía fácil.
Y además, mi hija para mí es lo primero y no me puedo permitir que tengamos otro accidente y no tengamos tanta suerte.
Mi hija está bien. La gata de momento, no tanto. Espero que consiga adaptarse a su nuevo hogar porque no sé qué haremos si no es así.
Gracias a todos los que me habéis ayudado sea de la forma que sea.
Y a ti pequeña, te voy a echar de menos. Espero que consigas relajarte y ser feliz en tu nuevo hogar. Ronronea mucho y no me olvides.
Seguimos en contacto en Twitter, Facebook e Instagram
La entrada se publicó primero en Criando Pulgas.