Siempre pensamos que nuestros gatos y bebés se relacionarán y llevarán bien. Pero ¿qué sucede cuando no es así?
Siempre hemos tenido gato en casa. Gatas para ser más exactos. Nunca habíamos dudado que cuando tuviésemos un hijo, la gata estaría ahí antes y fantaseábamos incluso con que jugasen juntos y se llevasen bien. Amor entre gatos y bebés de ese que tanto se ve por las redes sociales.
Durante el embarazo fue todo perfecto y la gata me hizo mucha compañía. Ya hablé de la toxoplasmosis en el embarazo anteriormente. Solo hay que tener en cuenta una serie de medidas higiénicas y no habrá problema alguno en tener un gato.
Cuando nació la pulga, la verdad es que no hubo cambio alguno. La gata no se comportó de ninguna manera especial, casi ignoraba la situación aunque es verdad que mantenía un poco las distancias con ella.
Pasaron los primeros meses y todo iba perfecto, incluso parecía que medio jugaban entre ellas aunque la niña se comiese su comida xD
Tener gatos y bebés es posible Los problemas comenzaron cuando la pulga empezó a andar y a tener libertad de movimiento.
La gata siempre ha sido lo que MÁS le ha gustado en el mundo a la pulga y le encanta perseguirla y “acariciarla”. El problema es que ella no controla su fuerza ni sus movimientos y no entiende que la gata necesita su espacio y que le puede hacer daño.
Fue entonces cuando la gata empezó a frenar a la niña poniéndole la patita como pidiéndole que parase. Pero como decía antes, la pulga no lo entiende y seguía haciéndolo.
Llegó un momento en el que le debió de hacer daño a la gata y ahí se torció la cosa.
Empezó a bufarle cuando se acercaba demasiado y se iba corriendo. Incluso había llegado a lanzarle la zarpa alguna vez.
Desde el primer momento nosotros siempre hemos intentado explicarle que hay que dejarle su espacio a la gatita. Las intentamos separar y que cada una vaya a su aire, pero ha llegado un momento en que resulta muy complicado. Tenemos que hacer cosas en casa, tenemos que ir al baño o necesitamos un rato de intimidad! Y en todos estos momentos no podemos estar pendientes de las dos.
Hace casi dos meses, un día, la gata se puso súper agresiva. Empezó a atacarnos a los tres. Nos bufaba y nos intentaba arañar.
Fue un momento de shock. ¿Qué está pasando? ¿Por qué hace esto? ¡Si no le hemos hecho nada!
Pasamos una semana horrible. Me pasaba las tardes en casa con la niña en brazos porque me daba miedo dejarla en el suelo y que la atacase. El comportamiento hacia nosotros cambió y ya estaba más tranquila, más cariñosa. Pero en cuanto a la pulga, la cosa no mejoraba.
Pasamos unos días muy tensos porque no sabíamos cómo actuar. Lo único que nos funcionaba era un pulverizador de agua con el que la mojábamos cuando le daba “uno de sus brotes”.
La llevamos al veterinario porque necesitábamos que alguien nos ayudase y nos diese una solución.
Llegamos a pedir tres opiniones distintas y cada uno nos decía una cosa. Lo que sacamos en claro era que
“la culpa” era de la niña. Tenía celos de ella. Le había quitado su espacio y encima se sentía atacada.
Nos recomendaron que le pusiésemos un Feliway. Luego el feliway Friends. Que las separásemos en habitaciones diferentes. Mejor que ignorásemos a la gata. O mejor aún, que regañásemos a la niña.
Llegamos a plantearnos si la gata se había vuelto loca, si sería algo de la cabeza. Hemos tenido dos gatas anteriormente que han tenido problemas y ya nos resultaba algo familiar. Al saber que era por la niña, vimos claro que la solución era que se fuese de casa y llegué a pedir ayuda para ver si alguien se la podía quedar. Me facilitaron varios números de protectoras pero nunca llegué a llamar. Nunca hice un cartel. Hablé con un miembro de mi familia a ver si ella podría quedársela.
Os diré lo que hemos hecho finalmente
La gata es un miembro más de la familia y decidimos apostar por ella. Darnos otra oportunidad.
Cambiamos nuestra actitud hacia ella, intentamos prestarle más atención, le damos más mimos y le pusimos un sitio alto al que se pudiese subir y sentirse segura.
Insistimos mucho a la pulga cada vez que se acerca a la gata que hay que dejarla tranquila, que no se la molesta.
Y sobre todo, ya hemos aprendido a adelantarnos. Cuando la vemos que se está empezando a enfadar intentamos actuar. La distraemos, le damos una chuche o la sacamos de la habitación.
Ha sido una situación muy complicada pero esperamos que no vaya a peor.
Cuando me decidí a escribir este post lo hice por si pudiese valer de ayuda a alguien que esté teniendo problemas con sus gatos y bebés. No quiero engañar a nadie, lo hemos pasado muy mal. Nos hemos planteado seriamente deshacernos de la gata y ha sido muy duro. La gata, como decía, es parte de la familia y la queremos mucho pero cuando es tu hij@quien peligra, te replanteas todo. Hemos tenido la suerte de que más o menos lo estamos logrando encauzar y quiero animar a quien esté en la misma situación a que agote todas las vías. A veces pensamos que lo hemos intentado todo pero necesitamos darnos un tiempo para calmarnos, pensar y darle una vuelta más.
Cuando adoptas un animal en tu casa, en tu familia, sabes a lo que te expones. Te comprometes a cuidarlo y hacerte responsable de él. Y si vas a tener gatos y bebés hay que tomarse las cosas con calma y pensar en lo mejor para todos.
Y después de todo el tochaco, quiero daros las GRACIAS a todos los que me habéis sufrido e intentado ayudar. Han sido unos momentos complicadillos y he estado pesada con el tema pero os agradezco infinito que no me hayáis mandado a la caca y que me hayáis intentado dar alguna solución :*
Seguimos en contacto en Twitter, Facebook e Instagram
La entrada se publicó primero en Criando Pulgas.