Pero, ¿qué es una mama tuberosa? Aunque el nombre, a priori, pueda sonar mal, no es otra cosa que una pequeña malformación de la mama que la hace crecer en forma de tubo, de ahí su nombre. Esta malformación tiene su origen en su mismo desarrollo y, aunque no representa mayor problema de salud, son muchas las mujeres que no se sienten del todo a gusto porque preferirían tener un pecho mucho más redondo.
Además de la forma, las mamas tuberosas se suelen caracterizar por una areola más grande de lo normal, pechos caídos, la excesiva separación de pechos o la falta del surco mamario – el llamado escote.
El redondeo a través de los implantes y la elevación de los senos son las dos soluciones más comunes cuando alguien se somete a una operación estética de mamas tuberosas ya que no se puede corregir de otra forma más que con una operación estética.
Cuando una mujer se somete a ello busca beneficios físicos – a nivel de estética – y, sobre todo, psicológicos, – a nivel de mejora de la autoestima si este asunto le preocupaba previamente.
En este sentido, es el factor psicológico el que pesa más en la balanza a la hora de tomar la decisión de operarse ya que el pecho es para la mujer la feminidad en todo su esplendor y contar con un pecho distinto al de las demás puede hacerse sentir mal, crear complejos y sacar a la superficie multitud de inseguridades.
Las operaciones de mamas tuberosas suelen ser sencillas, pero antes de someterse a una y una vez tomada la decisión, es importante informarse bien en las distintas clínicas que existen así como las técnicas empleadas, ya que las soluciones de estética cambian y evolucionan muy rápidamente. Como en casi todo, siempre hay una que se adapta mejor a cada caso, especialmente porque existen distintos grados de deformidad, desde el grado I, el que se da en la mayoría de los casos, hasta el grado IV, el más complejo y menos común.
Así que, dependiendo de a qué grado se circunscriba el caso concreto, la intervención será más o menos sencilla.
De cualquier forma, con independencia de cada caso, el tiempo de ingreso suele ser de 24 horas y el tiempo de recuperación en casa se puede alargar hasta las 3 semanas, pudiendo sentir ligeras molestias durante ese periodo.