Y es que cuando un nuevo miembro hace acto de presencia en la familia se desatan cantidad de alegría y buenas emociones creando algo de estrés entre los flamantes papás y mamás. Pero sobretodo afecta a la posición del hasta ahora mimado que sienten como su reinado pasa a un segundo plano en pos del nuev@ bebé. La mayoría de las veces no será así, pero ese sentimiento se hace patente cuando todas las miradas, sonrisas y arrumacos van hacía los más pequeñ@s.
Con la llegada de un nuevo bebé las alegrías, y la ilusión dan rienda suelta a la festividad, pero también teniendo presente que son nuevos retos para todos y la convivencia. Ya que los celos harán acto de presencia desde que los mayores sientan una pérdida de privilegios o atención en favor del recién llegado.
En algunas ocasiones estos sentimientos se pueden gestar incluso antes del embarazo, muchas veces nos hacemos preguntas como “¿Podremos querer a los dos por igual?” o tenemos cargas de conciencia en nuestra mente y no saber estar a la altura de sus exigencias.
De esta manera con la nueva recepción del bebé puede haber una gran cantidad de emociones, algunas diferentes y puede ser que encontradas, así que será nuestra responsabilidad saber y tratar a toda la familia de la mejor manera posible.
Manifestando los celos
Este sentimiento en los niños suele manifestarse de manera natural, y es perfectamente normal que se hagan patentes en cuanto la familia reciba nuevos miembros. Eso sí estamos hablando de niños, si los hermanos ya son más mayores este sentimiento no se mostrará. En caso de que suceda siempre debemos dejarlos que se expresen con total naturalidad y así tenerlo en cuenta para gestionarlo correctamente.Otras veces los celos en los niños no se muestran de las formas más llamativas que creemos o asociamos principalmente como las rabietas, nervios y enfados, lloros. Será aconsejable seguir un poco de cerca el comportamiento de los herman@s para ver que es el de siempre y siguen su correcta evolución. Es decir, no aparecen cambios en la rutina o se alteran de una forma que pueda pasar más inadvertida, esto dependerá del carácter de los niños.
Disgusto y aburrimiento
Esta puede ser una de esas conductas que no se muestran en forma de lloros, y es que los niños se muestran apáticos y sin ganas de hacer nada. Esta situación se caracteriza por una repentina perdida de interés por jugar, ya no tienen ganas de hacer y compartir planes y actividades. Lo que antes les atraía, ahora parece no gustarles nada ni despertar ni gota de interés. Cuando se presenta esta situación debemos abordarla con tranquilidad y de la forma más rápida posible para volver a reconectar con los niños y recobrar la viveza y ganas de compartir y jugar de nuevo para volver a encaminar todo de la forma correcta e idónea, como antes.Podemos adaptarnos y buscar la manera de que el bebé no sea el centro existencial, es decir, podemos dejar al bebé un rato con algún familiar y dedicar tiempo en exclusiva a nuestro hij@ como antes para que recobre el interés. Se puede salir a jugar un rato al parque, al cine, ver la tele o jugar con ellos a su juego favorito, un baño o ver fotos de cuando eran pequeños, es decir algo en familia como antes, de esta forma verá que no ha sido excluido y así recuperar el interés y motivación al ver su roll en la familia. Esto no es otra cosa que buscar activar de nuevo la motivación perdida junto a la ilusión partiendo de nuestra propia motivación y mostrándola de forma ilusionante.
Regresiones en el comportamiento
Otro de los indicios que pueden darse por los celos es que habiendo alcanzo un hito de madurez, como ir al baño solos, dejar el chupete o comer solos, ante la llegada de un herman@ puede ser que vuelvan a hacerse pipi encima o en la cama o bien popo. También esta conducta se puede manifestar en cualquier otro avance que deja de serlo, como volver a querer el chupete o que le demos de comer nosotros de nuevo, cuando ellos ya eran completamente autónomos en estas tareas. Estas conductas son las normales y habituales y que nos pueden volver a estresar y generar inseguridad y dudas preguntándonos que hemos hecho mal frente a esta situación. Como todo, debemos centrarnos en el problema y no buscar la culpa, así que tenemos que hacer entender a los pequeños que ellos son los mayores y son el ejemplo a seguir por sus herman@ pequeños. De esta manera debemos buscar de recuperar la rutina y la armonía antes conseguida en sus conductas.Todos queremos pertenecer a un grupo, en este caso en la familia, sentirse parte de ella y que son queridos y respetados. Por ello es muy positivo y tenemos que mostrarle nuestro afecto y pertenencia a la familia, ofreciéndoles su lugar, espacio y nuevo roll, mostrándoles más atención y escuchando sus problemas e inquietudes. De esta forma conseguiremos aplicar más los celos y se sentirán más queridos y reconfortados en el hogar.
Lo que nunca debemos hacer ante todo es mostrar enfado y amenazar con alguna clase de castigo o bien ofrecer premios. Ya que sino afectaremos al transcurso natural de este proceso y pueden buscar premios a la hora de hacer las cosas bien y no es el mejor ejemplo a seguir ni lo que queremos.
No duermen bien
La llegada del nuevo miembro puede alterar incluso el sueño de los herman@s mayores, alterando horarios, ritmos y rutinas. Cuando se altera su rutina es fácil que pierdan su ritmo que llevan habitualmente y es posible que necesiten descansar más de lo que hacían antes, puede ser que vuelvan a retomar la siesta si en su día la dejaron.Los motivos están claros que es por celos y envidias propiciadas por que el bebé duerma con nosotros en nuestra habitación y el no, o bien no le dediquemos tanto tiempo como antes perdiendo costumbres como los masajes o leer cuentos antes de dormir.
Estas conversaciones de cama para abrirse y hablar por la noche son muy importantes, ya que es cuando más se suelen compartir secretos, contar anécdotas o miedos de cosas que han sucedido a lo largo del día y no se han tenido tiempo de hablar. También es importante mostrarnos receptivos y ofrecer caricias para que se calmen y se sientan igual de queridos que antes de la llegada del bebé.
Inapetencia
Aquí estamos frente a otras de las conductas que pueden aparecer con la llegada del nuev@ a la familia, la falta de apetito puede denotar también celos y que pueden acabar por hacernos perder los nervios.No debemos enfadarnos ni presionar ante estas situaciones, si bien es cierto que los papás y mamás siempre queremos que coman abundantemente porque esto es signo de salud. Pero nada más lejos de la realidad, ellos saben mucho mejor que nosotros lo que tienen que comer. Lo mejor es dejarles la comida como siempre u ofrecerla de otra forma variando la presentación y condimentos.
Esta es otra de esas situaciones naturales que es perfectamente comprensible y que por suerte no tardará mucho en desaparecer, si lo hablamos todo correctamente, practican ejercicio habitualmente y les dedicamos su tiempo no habrá problemas en este sentido o se mitigarán de forma rápida. Si el problema persistiera durante semanas y no vemos signos evidentes de problemas causados por esta situación debemos asistir al pediatra o nutricionista para ver la mejor manera de afrontar el problema, pero por norma general no suele durar más de unas pocas semanas.
Irritables e inquietos
Es una de las situaciones principales y habituales que se dan en cualquier familia con la llegada de un nuevo bebé, así que el enfado y la irritabilidad puede ser constante durante una temporada.Se trata de una de las conductas más comunes que se experimentan ante esta nueva situación, y como todas las anteriores es un proceso natural que tendrán que aprender a ir gestionando, siempre mostrando nuestro apoyo y hablando sobre ello.
Así que nos vuelve a tocar realizar esas tareas de psicología, para mostrarle que les seguimos queriendo igual, cosas van a cambiar, pero su roll en la familia es el mismo e incluso va a salir reforzado como el ejemplo a seguir. De esta forma lo normal es que se vaya mitigando esa forma de llamar la atención mediante rabietas, y comentar que aunque se pasen, también es normal que vuelvan a sentirse así ante cualquier situación frente al bebé en el que se sientan vulnerables o menos atendidos por nuestra parte.
Ante este proceso lo mejor es mostrarse tranquilos, emplear psicología y buenas maneras para gestionar estas situaciones, ya que esta etapa es la que más durará y es probable que dure desde semanas a meses o incluso años en los casos más severos.
Así que cuanto más sepamos del tema mejor para ver que todas estas conductas que llevan los herman@s mayores es principalmente para reivindicarse y llamar la atención en busca de ese afecto que creen perdido. Por lo tanto nuestro principal consejo es dedicarles también mucho tiempo para que no se sientan desplazados junto al nuevo miembro para favorecer el apego. Manteniendo siempre una actitud abierta y sana para que nos comenten cualquier inconveniente y poder resolverlo de la mejor forma posible. No debemos perder los nervios y tratarlos con más calma, amor y mimo y ayudarles a estar relajados y dormir bien.
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