La sororidad es la unión de un grupo en búsqueda de un fin común, yo agregaría algo como: es la escucha, el respeto, la tolerancia y la empatía sobre un tema que es de interés para todas. Desde el ámbito feminista y en palabras de Marcela Lagarde “la sororidad significa la amistad entre mujeres diferentes y pares, cómplices que se proponen trabajar, crear, convencer, que se encuentran y reconocen en el feminismo, para vivir la vida con un sentido profundamente libertario.”
En este mundo digital en el que vivimos, que nos aleja más presencialmente, los grupos de whatsapp han surgido como una bandera para el encuentro, yo estoy en un grupo de crianza respetuosa, en uno de la sociedad civil organizada de mi municipio, en uno sobre feminismo, en otro sobre trueques y ventas de artículos de segunda mano, y en los grupos de mamás del colegio.
En cada uno se tratan temas diferentes donde cada una habla desde sus circunstancia y experiencia, pero hay un punto que me resulta intrigante, y es que al momento de tratar un tema importante, se genera muchísimo conflicto y suele aparecer la cara menos bonita de las mujeres que es la falta de sororidad.
Hablando desde la perspectiva de género, la sororidad es absolutamente imprescindible para conquistar los espacios donde a las mujeres aún nos falta mucho por avanzar. Por ejemplo, los escalafones más altos en las empresas, la igualdad de presencia de mujeres y hombres en cargos políticos, la igualdad de salarios, etc. Hace pocas semanas asistí a un foro en el que se comentaba que aún nos faltan unos 180 años, al paso que vamos, para lograr esa igualdad.
Recientemente en el grupo de mamás del colegio se discutía un tema al que nos ha llevado la situación política y social de Venezuela, y me resulta impresionante y hasta insultante ver como todavía queremos imponernos las unas a las otras nuestros pensamientos. Nos resulta difícil aceptar que otro puede tener una posición diferente a la nuestra, es como si desconociéramos lo que significa “ponerse en el zapato del otro”.
Criar en tribu requiere de sororidad, como mujeres y madres necesitamos de ese apoyo y compañía de otras mujeres con experiencias, con anécdotas que nutren nuestra maternidad. Somos amigas, hermanas, que aunque podemos diferir en algunos puntos, nos respetamos nos entendemos y podemos abrazarnos en esa diferencia. Esto es lo ideal y por lo que debemos esforzarnos.
Creo que uno de los primeros pasos para lograr ese cambio es dejar de juzgarnos, la maternidad nos confronta con muchas de nuestras creencias, nos hace tambalear nuestros pilares y ya es bastante complicado si le sumamos el morral de culpa y el juicio de otras madres.
Aquí les comparto este vídeo, con el cual seguro te vas a sentir identificada, son las historias de varias madres, cada una muy diferente a la otra, que reconocen que juzgan a otras madres pero que al final cuando se disponen a escuchar logran la empatía y el respeto que se requiere para la sororidad.
En Venezuela
Cada vez que sientas que tus palabras pueden ser ofensivas o te sientas que estás juzgando a otra compañera, trata de ponerte en sus zapatos sin olvidar que cada una tiene su propia historia que contar.
Andrea Pacheco @voyasermama