El Nacimiento de Vicente y Mateo
Hola a tod@s! Soy Carolina Bascuñan, chilena, casada y madre de dos hijos Vicente y Mateo. Acá les cuento una de las miles de experiencias que hemos vivos en esta vida de Twins.
El embarazo iba muy bien (20 semanas de embarazo). Mis chiquititos crecían sin problemas y la mamá podía seguir haciendo sus cosas tranquilamente. Hasta que un día en una ecografía a las 20 semanas, mi ginecólogo descubre que el cuello del útero se estaba acortando muy rápido. Solución, reposo absoluto! Y absoluto es Absoluto, solo tenía permiso para ir al baño y volver a mi cama. Así pasaron las semanas, hasta que en la semana 32 de embarazo la naturaleza ya quiso distinto, y estábamos a horas de transformarnos en padres.
Empecé con contracciones, contracciones que no se pudieron parar. Recuerdo no quería irme a la clínica por que pensaba que podía evitar que continuaran, y si no fuera por mi marido que me convenció, que me sostuvo la mano y me dijo “hoy van a nacer, quédate tranquila, aquí estoy, Vamos!” no habría logrado asumir lo que estaba a punto de pasar.
Después de 12 horas de trabajo de parto, pasó lo más espectacular que hemos vivido, ver nacer, parir y pujar a nuestros dos hijos. Nacieron de 32 semanas, prematuros y tuvieron que estar en incubadora por un mes,
Pero lo que nunca nadie me contó, lo que nunca asumí y para lo que no estaba preparada era para dejarlos. Ambos estaban bastante bien pero no succionaban por su prematurez por lo que ellos tenían que estar en incubadora. Y eso en un principio no me hizo clic… en ese momento uno hace lo que sea necesario para que tus hijos estén bien. Pero nunca me di cuenta que después de estar 4 días en la clínica, yo tenía que volver a mi casa y ellos no.
Recuerdo incluso la ropa que me puse ese día cuando me fui de la clínica. El verme al espejo con las estrías en la guata, la panza vacía y caída, las pechugas llenas de leche y teniendo que hacer maleta para llegar a mi casa sin mis niños.
Me pueden decir de que era para el bien de ellos, que aún eran chiquititos, y todo eso es cierto, pero uno como madre los ha tenido adentro suyo todo el embarazo, los ha sentido y han compartido contigo tu cuerpo y tu vida sin parar. El sentimiento de llegar a tu casa, aunque sea por unos minutos, y llegar a ver el dormitorio que les arreglamos con tanto amor y ver las cunitas vacías. Eso, aunque uno sea consciente mentalmente de que allá están mejor, te hace sentir vacía.
Y por más que uno sea una mujer fuerte, moderna, del siglo 21 , la naturaleza es naturaleza y uno necesita estar con sus guaguas. Cosas tan simples que no todos ven, como estar preocupados si han logrado desarrollar el instinto de succión (tus pechos están llenos de leche pero sin niño que succione porque no puede, y te vuelves amiga del saca leche), la emoción del primer día en que puedes ponerles ropita, o que toma leche de ti y no de una sonda… son detalles que solo una mamá de un prematuro podría llegar a vivir.
El día a día es intenso, uno pasa muchas horas en la clínica, que a pesar de que siempre se están preocupando por ti, no es lo mismo que estar en tu casa. Para las que han tenido parto normal, a pesar de que la recuperación es más rápida que en una cesárea, uno igual está incomoda, y a las que les toca una cesáreas mas complejo aun por que el “reposo” post parto y con una herida es más duro aun. El puerperio es un tiempo de recuperación para la madre y este tiempo lo pasamos en un sofá o silla de la clínica, en una sala de espera, almorzando lo que uno encuentra, todo esto con tal de estar cerca de tus hijos mientras están en su pequeña cunita de cristal. Todos los días partíamos con mi marido a las 6 de la mañana a la clínica, el los veía antes de irse a la oficina y yo me quedaba todo el día allá. Luego él regresaba en la tarde y los disfrutábamos desde sus cunitas o haciendo apego los dos, piel con piel hasta que ya era hora de irnos y volver a empezar al día siguiente.
Y con eso, uno aprende la fragilidad de la vida, lo fantástico que son los detalles, lo esencial que uno a veces da por sentado y que no es así, y de la fuerza que uno tiene y que no imagina tener.
A veces las mamás de embarazo múltiple están asustadas, el clásico “son dos!!!!!!!” “Cómo lo hago???” , y la verdad es que la vida, la esencia, la naturaleza te van marcando la pauta, te van diciendo cómo y dónde… No hay que tenerle miedo si a uno le dicen “Sra., usted espera dos bebes” , somos inmensamente capaces de eso y mucho más! Somos Mamás!!!
La lactancia también vive un trastorno, recuerdo que hasta que no aprendieron a succionar, todo era con el sacaleches. Cada tres horas, día y noche me sacaba leche en mamaderas que me entregaba la clínica. Todo bajo un proceso de esterilización para que no hubieran riesgos de enfermedad a los niños. Luego al irme a la casa para dormir, me llevaba en un cooler las botellas de la clínica, y me sacaba la leche en la casa en la noche, las metía en el cooler y volvía a la clínica temprano en la mañana con toda mi producción para mis niños. Así día tras día. Pero no es lo mismo dar pechuga o incluso sacarte leche con tu guagua al lado que sin ella. En mi casa, me acuerdo la frustración de juntar con gran esfuerzo 50, 60 ml de leche por extracción, y cuando iba entrando a Neonatología se me caía la leche sola. El tenerlos pegaditos a mi pecho era lo mismo, salía sola cual vaquita lechera. La naturaleza es sabia hasta en eso.
Cuando pudieron comenzar a succionar, el primer intento fue uno a la vez. Ya a partir de la segunda vez siempre les di a los dos al mismo tiempo. Uno a cada lado, en la misma clínica pedí me ayudaran y enseñaran cómo hacerlo. Y fue fantástico, primero es espectacular verlos a los dos tomar a la vez, segundo la producción de leche aumenta ya que la estimulación de ambas mamas es simultanea y constante y tercero, el tiempo que uno ahorra en darles a los dos a la vez se agradece. Así fue nuestra lactancia desde la clínica hasta el ultimo día que tomaron leche de la mamá, siempre de a dos, uno a cada lado, juntitos los tres…
Si les toca vivir la experiencia de tener un hijo prematuro, les aseguro que será un torbellino de emociones, que descubrirán como sus hijos se agarran a la vida, de lo luchadores que son, de la magia de verlos crecer desde tan pequeños y que después sabrás que los sueños son posibles, que los pequeños milagros ocurren y que uno tiene una fuerza inmensa para sacar adelante sus sueños.
Y durante los días que les toque estar hospitalizados, aprovechen de aprender lo más que puedan de las enfermeras que cuidan a nuestros hijos, de cada tip, cada sugerencia, serán siempre valiosas. Pregunten una y mil veces lo que les preocupe o necesiten, y con calma y tranquilidad verán que los días pasaran y llegará ese gran día en donde les darán el alta, y llegarán a casa sintiéndose por fin, Completas.
Besos gigantes,
Carolina
Si quieres conocer más sobre la historia de Carolina y sus pequeños, puedes visitar su blog Soy Mamá de Twins o seguirla en FB o IG. También puedes leer más experiencias sobre ser mamá Twin en su libro.
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