Sabéis que siempre me ha gustado escribir cuando ha pasado la cuarentena sobre cada uno de mis postparto: el primero en el que me estrené como madre, y un segundo que nada tuvo que ver.
Bien, este tampoco iba a quedarse atrás, y es por ello que quería que tuviera un huequito en mi espacio virtual. Cada vez más contenido se va compartiendo en Ig pero es cierto que hay cosas que necesitan más espacio y caracteres para ser explicados.
Este tercer postparto ha seguido un poco la linea del que fue con Julieta. Ha sido mucho más intenso pero también se ha hecho como muy corto. Es decir, ahora estamos empezando la octava semana de vida de Món, (y aunque lo diré muy flojito) parece que siempre ha estado aquí: es decir, ya nos hemos acostumbrado.
Cuando nació todas las piezas de nuestra familia salieron disparadas por los aires: todas las rutinas, todo lo que estábamos acostumbrados a hacer, las dinámicas, todo. También es verdad que las últimas semanas la tensión en casa se palpaba: yo estaba súper cansada y las niñas notaban que algo estaba a punto de cambiar y se mostraban mucho más irritables. Llegó un punto en el que todos necesitábamos que Món llegara ya para empezar a poner las piezas sobre su sitio. No sé si me explico…
Sin duda las primeras semanas son de una supervivencia absoluta: minimizar los riesgos, las situaciones que sabes que pueden llevar a rabietas y simplificarte la vida al máximo. divide y vencerás fue nuestro mantra en el segundo postparto y en este también. Que las niñas estén viendo toooodo el día al bebé, o a la madre dando teta no es bueno. Así que Ramon se iba con las mayores al parque, a dar una vuelta, a comprar… (tampoco es que ahora en esta época hayan muchos planes) y yo me quedaba en casa con el bebé.
Pero sí, hemos vivido momentos muy estresantes: de los tres llorando, los tres necesitando cosas distintas, de vernos a Ramon y a mi con los tres en brazos, de mirarnos y de decirnos con la mirada qué c*** hemos hecho con nuestras vidas. Pero son momentos, o dos días malos que lo ves todo gris. Desforgarte con las amigas aunque sea por WhatsApp, abrazarte fuerte con tu pareja antes de separaros para hacer frente a la noche, hablarlo mucho, reíros, e ir repitiéndote que todo lo que vives es normal y que el tiempo irá haciendo que cada vez tengamos más momentos agradables que angustiosos.
La mediana es la que más sufre la llegada del hermano, para mí, no por el hecho de ser la mediana, si por la edad que tiene, y como os decía: porque comparten más necesidades con el bebé: brazos, consuelo, sueño, etc. Ofrecerlos tiempo en exclusividad a cada uno es clave. Ahora mismo, ese tiempo se traduce en pocos minutos, pero si son de presencia y amor sincero son suficientes: un cuento, un masaje, un ir a comprar juntas, un cocinar juntos, lo que sea… pero que el hij@ se sienta querido, observado, mimado y tratado en exclusiva
Nosotros tampoco hemos sido los mismos: una tercera ma/paternidad te pilla con más experiencia, con más mano para tratar según que situaciones, con más calma sabiendo que esto es pasajero… y sin duda son pilares que ayudan a asentar la situación. La intensidad de lo que vives aumenta, pero tu capacidad para afrontarlo también.
Me preguntáis cómo lo hago cuando me reclaman los tres: y básicamente sobrevivo, voy esquivando obstáculos a medida que llegan. A menudo estoy contando cuentos con uno en la teta, otra en un lado y la otra haciéndome una demostración de circo sin parar de decir: ¡¡¡mira mama, mira, mira, mira mama!!! Y todo esto mientras el buen padre intenta hacer la cena, lavar los platos, mantener un poco el orden, hacer alguna de las 3.000 lavadoras pendientes, poner la mesa y ordenar un poco el caos que se va sembrando cada dos por tres en casa. Sí, es agotador pero se puede
Sin duda creo que cada época tiene lo suyo: ahora la mediana es muy peque, pero el bebé duerme mucho y nos da margen para poder atenderlas más. Después el peque nos demandará más pero las mayores ya estarán más acostumbradas… No creo que haya una época perfecta o un momento en el que ya haya pasado todo y se vuelva a la normalidad. La maternidad te enseña a que ya nada vuelve a ser igual, que no controlas nada y que improvisar el día a día es tu nueva forma de vida.
Ya os iré contando cómo avanza nuestra aventura, un camino de rosas, con sus espinas incluidas
Gracias Annie de La Paz por capturar estos momentos. Fue una mini sesión que hicimos en casa que capturó el postparto tal cual: con sus enfados, con sus riñas pero también con la fascinación de una nueva vida en nuestras manos.
¡Gracias por escogernos Món, no sabes la familia que te ha tocado!