Este verano, el enano se ha hecho mayor de golpe. Supongo que es así como ocurre: los cambios en la infancia son vertiginosos, suceden de semana en semana o incluso de un día para otro. Sólo basta con esperar. Con la retirada del pañal, nos ha pasado lo mismo. Se lo quitó de un día para otro. Un día llevaba pañal y body, y al otro vestía calzoncillos y nos pedía pis con toda naturalidad. Sin escapes, sin prisas y como quien lleva haciéndolo toda la vida.
Todavía no salimos de nuestro asombro, pero pensándolo bien, es normal que haya ocurrido así. Personalmente, tenía un miedo terrible a la dichosa operación pañal después de hacer un intento catastrófico el verano pasado: estaba muy inmaduro y sólo conseguimos desesperarnos después de una semana con seis cambios de ropa diarios. Empezó el primer año de cole con pañal y creímos que hacia Navidad podríamos hacer un segundo intento, pero no fue así.
En todo este tiempo, estuvimos apoyados por el centro educativo y, a pesar de ser el único niño del colegio con pañal en clase, no nos pusieron problemas. Le invitaban a ir al baño, pero él se negaba. Sentía curiosidad por ver cómo lo hacían otros, pero nunca fue más allá.
Terminó el curso y con 3 años y medio, coincidiendo con la entrada en la casa nueva (y mi embarazo, más cambios imposible) le dijimos que ya era mayor y que tenía que hacer pis en el baño. Lo aceptó con naturalidad y ese mismo día ya estaba sentado directamente en el váter, sin adaptadores ni orinales de por medio y con una sonrisa de orgullo propio. Hubo sugus de recompensa y palmadas y abrazos cada vez que hacía cacas o pises en nuestro baño o en el de los abuelos y, entre tantos vítores y sin darnos cuenta, había pasado una exitosa semana en la que no podíamos creernos nuestra buena suerte.
Pero no fue suerte. Fue simplemente saber esperar, darle tiempo al niño y respetar su ritmo. Un ritmo diferente al de otros compañeros, como le ha ocurrido con el tema del lenguaje. Por eso, sólo puedo decirle a otras madres que temen cómo quitar el pañal que todo llega y que únicamente hace falta escuchar al niño.
Nuestra suerte ha sido que nos han apoyado en el cole y, gracias a ello, ha ido todo rodado. Sé que no es siempre posible por las presiones y las prisas de la llegada de septiembre. Pero, en la medida de la posible, la mejor opción es darle su tiempo, acompañando al niño, sin empujarlo.
Ahora, sólo lleva pañal por la noche (no para echar la siesta) y porque él lo prefiere y se siente más seguro, aunque la mayoría de las mañanas se despierta seco. Preferimos esperar un poco más, hasta que pasen unos meses del nacimiento de su hermana.
Nos avisaron de que este verano iba a vivir demasiados cambios y que sería un proceso complicado, pero todo lo ha superado con nota: la mudanza, el fin del cole, la llegada de una hermanita… Se ha hecho mayor en un día: está más maduro que nunca, sus ganas de hablar han estallado y es más responsable y sociable de lo que habríamos podido imaginar. Está disfrutando el verano como nunca y no podemos dejar de verle como el hermano mayor que va a ser dentro de poco.
¿Cómo fue vuestra retirada de pañal? ¿Pudisteis esperar el tiempo necesario?
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