La polémica surgió a raíz de una foto, en la que una bailarina portaba a su bebé en un fular, posando mientras que éste tomaba teta. Lo hacía durante una entrega de premios, en la alfombra roja. Bien, una forma de reivindicar la lactancia materna y el derecho de amamantar a nuestros bebés donde sea necesario.
Foto vía La mama d´Elx
Como siempre que sale este tema, hay opiniones para todos los gustos: a favor, en contra, mujeres que abogan por la lactancia materna prolongada, otras que prefieren optar por el biberón y algunas que, simplemente, hacen lo que pueden.
Pero lo que yo no me imaginaba, lo que no entraba en mis planes, es encontrar a una mujer a la que le molestase que otra mujer amamantase cerca de ella. Le resultaba ofensivo. Y pedía respeto para su opinión, pues según su argumento, también cortarse las uñas es algo muy natural y no se hacía en público.
Yo os lo digo de verdad, no puedo más con este tema. Mira que intento contenerme y mira que hago acopio de paciencia y de empatía, pero os juro que no puedo entender qué es exactamente lo que hace sentir incómoda, molesta u ofendida cuando ve a otra dando de mamar. ¿Es la visión de un pecho? Bueno, fijaos en la foto. Ahora poned Telecinco cualquier mediodía. Sin duda, yo he visto más teta en Mujeres y Hombres y Viceversa que en esa foto. Suponiendo que lo vea, claro, porque yo por supuesto, no veo ese programa ningún día a las 12,45 mientras le doy de comer a Pititi y no sé que Steisy lleva escotes que enseñan más.
También puede ser que le dé asco ver a un bebé chupando de la teta. Yo a este argumento le veo lagunas. Porque Pititi no me ha puesto jamás cara de asco cuando le he dado teta; ahora, es meterle un biberón en la boca, o un chupete... hasta arcadas le dan. Así que tras esta comprobación empírica, parece ser que lo que a los bebés les da asco es la tetina y no la teta.
Otro argumento que esgrimía es que los bebés tienen que comer con tranquilidad, en un sitio íntimo y relajados. Vale, a lo mejor tiene razón. Igual un concierto de Iron Maiden no es el sitio idóneo para dar de mamar a un bebé. Pero tú imagínate que te empiezan a sonar las tripas. Estás en un centro comercial y tienes un agujero en el estómago y el mundo se te empieza a ir de vista. Y hay un BurgerKing. Está hasta los topes, no hay sitio para sentarte a comer y tu única opción es ponerte en la barra a devorar un whopper. ¿Qué haces? Según la teoría del momento íntimo y tranquilo, deberías jorobarte, morirte de hambre o irte a tu casa y allí saciar tu apetito. Pero estoy segura de que lo que haces es ir al mostrador, pedirte un BigKing y ponerte como el tenazas.
Ahora imagínate que eres un bebé en la misma situación. Para ti, lo más parecido a una doble cheeseburger es la teta de tu madre. Encima, no tienes que hacer cola, puedes comer semiacostado, con tu mamá dándote calorcito y caricias, y no te tienes que preocupar de si las patatas se van a quedar heladas. ¿Te preocuparía mucho que tu madre se siente en un sillón del centro comercial a darte de comer, o preferirías esperar a llegar a casa, que tu mamá pusiera luz tenue y música ambiental y que los pajaritos cantaran? Yo no sé vosotros, pero mi Pititi me suele decir a gritos y lágrima viva cuáles son sus preferencias.
Pero lo que me dejó rota, lo que me hizo abrir la boca hasta darme con el teclado, es la pregunta que me hizo para intentar convencerme de que no era normal dar de mamar a un bebé en la calle: ¿a que antes de ser madre no te sacabas las tetas en mitad de la calle? Hombre, vamos a ver, hasta donde yo recuerdo, es cierto que antes de ser madre no solía sacarme las tetas en la calle (esto no vale para las de FEMEN). Pero también es cierto que antes de ser madre jamás le había limpiado el culo a nadie. Antes de ser madre, que yo recuerde, no había tocado mocos ajenos, ni limpiado las legañas de otra persona. Antes de que tres personitas salieran de mis adentros por salva sea la parte, estoy segura de que nunca me había despertado a comprobar que la persona que dormía a mi lado seguía respirando con normalidad. Antes de ser madre no había comentado con nadie por teléfono color, consistencia y olor de una caca y ni mucho menos, había mandado fotos de la susodicha por whatsapp.
Pero es que antes de ser madre no sabía que podías dormir del orden de tres horas al día (y no seguidas) y que despertarte con una mano llena de babas acariciándote la cara podía ser tan maravilloso. Antes de ser madre no hubiera podido concebir que el mejor perfume del mundo fuera ese aliento de bebé alimentado del pecho de su madre. Antes de ser madre ni se me hubiera pasado por la cabeza que escuchar los mismos chistes verdes del perro mistetas o el de "van dos y se cae el de en medio" podría volver a ser tan divertido. Antes de ser madre no sabía los nervios que se pasan antes de la actuación de Navidad de tus polluelos.
Efectivamente, antes de ser madre nunca me había sacado una teta en público. Pero es que ser madre, te cambia la vida.