Es lo que había leído antes de meternos en este fregado con Iván, cuando le llegó su momento. Por eso no me esperaba lo que suceció: que el niño fuera capaz de ir al baño solito el primer día que le quitaron el pañal en la guardería. Ojiplática me dejó.
Creo que en su momento el éxito fue no tener prisa, esperar a que estuviera preparado y que lo fueran guiando en la guarde, ayudando otros compañeros más precoces en estas lides con su buen ejemplo.
Vale sí, confieso. Me escaqueé todo lo que pude y delegué en las seños de la guarde, o sea, hasta que ellas no se animaron y lo vieron preparado, me hice la longuis. Y me funcionó, vaya que sí, me encontré poniendo calzoncillos en lugar de pañal casi sin darme cuenta.
Así que con la niña decidí aplicar la misma técnica, básicamente, esperar a que diera alguna señal de estar preparada o, en su defecto, que tomaran la iniciativa en la guarde. En esta entrada contaba cómo fue ella la que decidió de motu propio quitarse el pañal y en esta entrada os hablaba de su evolución, incluso alentandoos a hacer una porra.
Pues bien, puedo decir que esa última entrada fue el principio del fin. Es decir, ni una fuga, ni un escape, nada. Flipada me tiene la niña porque no me esperaba este éxito total. Orgullosa que me siento, y muy aliviada, no os voy a engañar.
Todo ha sido muy natural, la niña cuando quiere hacer pipí va al baño, cuando quiere hacer caca va al baño, sin más. Normalmente avisa antes, como esperando el visto bueno, "¡Mamá quiero pipiiiiiiiiiiiii!", "pues venga, corre al bañoooooooooooo", me suele llamar a gritos "Mamaaaaaaaaaaaa, no hay papeeeeeeeeeee, tae toallitaaaaaaaaaa" y yo voy corriendo paquete de toallitas en mano, o si se ha limpiado me dice "me he limpiao yo sholitaaaaaa, ¿teno el tulo/totete limpio?" (t por c ya que aún no pronuncia en sonido de la C") y yo paso revista a ver si todo está impecable.
Si me toca limpiar sólido, por alguna extraña razón que desconozco y por más que intento evitarlo, siempre acabo pringando. Y si me da por mirar el resultado de la operación me sorprendo diciendo "niña por diorrrrr, pero cómo puede salir semejante cosa de ese cuerpecillo". Un alien, de verdad. IM-PRE-ZIO-NAN-TE.
También lleva genial lo de hacer sus menesteres fuera de casa, una vez conseguimos hacer pipí sobre un arriate pero se ve que me ha salido fina porque desde entonces si no hay baño, no hace nada.
Imaginadme haciendo la compra en el super del barrio, con el tiempo pegado al culo -nunca mejor dicho- porque me daba la hora de recoger al mayor en el cole y que de repente me diga: "Mamá, tero tataaaaa (cacaaaaaa)". Casi me da un soponcio. Le voy a decir que aguante pero me la veo ya en pose culo-pato y me dice "ya está ahí, está salendooooo". Me entran sudores fríos. Así que me tomo la poca confianza que tengo con el reponedor y le pido por favor que me deje usar el baño porque la niña no aguanta. Y muy amablemente me invita a pasar al almacén.
Allí, además de productos tirados, en mal estado y algún que otro resto de cadáver cucarachil -por favor, si podeis, nunca, pero nunca, entreis en el almacén de un supermercado, salvo que lo hagais con los ojos vendados o con la firme promesa de no volver a comprar allí-, visualizo el baño, limpio con una toallita -que menos mal que llevaba, aunque podía comprarlas allí mismo jajaja- la siento y deja ahí su señor mojonazo digno de un mamut.
Así que dominado aquello de evacuar en la calle, aunque le de por pedir pipí-caca en los momentos más inapropiados y los lugares menos adecuados. Hasta hemos hecho pipí con el traje de flamenca puesto, ahí es ná.
La repera, el colmo del éxito de la retirada del pañal, ha sido el pañal nocturno. Yo soy previsora y no he querido darme a la emoción así que la he seguido acostando con su pañal. Y por la mañana al quitárselo estaba mijado, por lo que yo daba por hecho que se hacía pipí por la noche. Hasta que una noche me olvidé de ponérselo.
Realmente me acordé entre sueños en medio de la noche, pero la pereza me pudo y en ese momento preferí arriesgarme a mudar la cama a la mañana siguiente que a levantarme en plena noche y desvelarme por un
Doy por hecho que el pañal mojado de por la mañana era el pipí mañanero en plan "para qué voy a ir al baño si ya tengo el pañal". Pero la realidad es que en casi dos semanas no ha habido una fuga nocturna. Si se produce alguna será hoy porque estoy hablando de ello, capaz y todo.
Por lo que a día de hoy doy la "Operación Adiós Pañal" por finiquitada y a este blog pongo por testículo que nunca más volveré a comprar pañales. Al menos no para ella.
Y ahora es cuando me vienen los sentimientos. Que ya no tengo bebé. Que llevo 6 años cambiando pañales. Que pasé de la talla 5 de Iván y la talla 0 de Antía, como quien dice, de un día para otro. Que, de momento, cierro una etapa de la vida de la niña, pero también de la mía.
Y eso de no tener un bebé en casa ya no lo llevo tan bien... Porque en el fondo me da sentimiento ver lo rápido que ha crecido mi pequeñina. Pero lo orgullosa que estoy de ella, eso no me lo quita nadie.
Así que, si estáis en el mismo momento que nosotras, mucho ánimo, no es tan terrible como lo cuentan, o al menos no tiene por qué serlo.
Ahora me quedo con la incógnita de si alguna vez volveré a cambiar pañala algún bebé que yo haya parido.
http://www.laaventurademiembarazo.com/2014/05/evolucion-de-la-operacion-adios-panal.html