Hace poco os contaba en este post como mi pequeñina decidió hacerse la hippie, arrancarse de cuajo el pañal y lucir cuerpo serrano que la vida es alegría.
Todo pintaba bien, pero no todo el monte es orégano ni es oro todo lo que reluce. No es que vaya mal, tampoco. Se puede decir que... Ahí vamos.
El primer escollo a salvar fue que justo el día después de decidir que quería ser una niña mayor que usa bragas como su madre -en nada me la veo pasándose a la moda tanga- refrescó. Vamos, que pasó de hacer un calor de agrader a hacer un fresquete que como para andarse mojando. Fue a la guarde bien pertrechada para sincronizar la retirada del pañal con la seño, cuando la recogí venía cambiada -y fatal vestida, todo hay que decirlo -, y todavía no habíamos doblado la calle cuando se había mojado de nuevo. Mi gozo en un pozo.
Así que, viendo que el tiempo no acompañaba, decidimos retrasar la retirada total del pañal porque me pareció que no era el momento ideal. El Sr. Murphy siempre presente tuvo a bien regalarnos una semana lluviosa, y ya sabemos que la operación pañal requiere de lavadoras a mansalva. Mal momento. Para colmo, si bien mi intención era intentar aguantar sin pañal, justo el día siguiente a volvérseme hippie la niña, quiso Dior mandarla una señora diarrea. A ver quién es la valiente que se atreve con una retirada de pañal en plena cagaleritis. Fui afortunada porque las deposiciones se sucedieron en la tarde mientras yo curraba, o sea, que fue Papá el sufridor - muahahaha, ahí la llevas -.
Heme aquí una cobarde, y lo reconozco. Sin pudor.
Así que hemos estado unos días ahí, a la deriva, que si quito que si pongo. Cuando ella ha querido sentarse en el WC lo ha hecho sin problemas, pero ha llevado pañal la mayor parte del día. Mirando al cielo como una novia a punto de casarse o un costalero la víspera de Semana Santa, esperando que el lorenzo asomara de nuevo.
Ayer lunes retomamos la susodicha operación, viendo que el tiempo parece mejorar. Empezamos bien, la mandé a la guarde en pañal - porque a la señorita se le antojó llevarlo - con tres mudas de ropa, dos de zapatos y varias braguitas, emplazando a papá a que le dijera a su seño que se lo quitara al llegar. Cuando la recogí todavía llevaba el pañal por no haberlo puesto ya la braguita sobre el él, ya que quitarle unas mallas para ponerle las bragas y de nuevo las mallas se ve que es mucho lío. No comment.
Pero al llegar a casa la señorita hippie decidió que era hora de ser libre y feliz, se quitó el pañal, y a partir de ahí hasta la hora de la siesta su rutina fue un continuo paseo al baño. Solita, of course, ya se ha buscado las mañas para que no le haga falta nadie más que ella y me parto viendo cómo se ayuda del banquito que tiene para subirse al lavabo para subirse al wc, tras levantar la tapa y colocar el reductor. Ergo, tampoco quiere que nadie ose en limpiarle sus partes, "me limpio yo sholita el totete y el culo tambén".
Casualmente tengo por casa varias empapaderas de las que compraba para usar de cambiador cuando mis niños eran unos tiernos bebés - ¿y eso cuándo fue?, parece ya tan lejano #MomentoMorriñaON - y a la hora de la siesta se la coloqué debajo, por si había algún escape. Y me fui a trabajar.
Se ve que debió moverse o se le escapó, que se hizo pipí y mojó el sofá. Yo, malamadre y mujer poco previsora, no dejé muda preparada, así que cuando bajó a la calle mi niña era un collage de las prendas peor escogidas del mundo. La moda infantil según Papá. Y con pañal, por supuesto, no tenía el señor ganas de arriesgar a meada - o lo que fuera - callejera.
Esta mañana ya fue a la guarde sin pañal y con su braguita, tres mudas, dos pares de zapatillas y chorrocientas bragas. Cuando la recogí esperaba encontrármela cambiada pero ¡¡¡sorpresa!!!, llevaba la misma ropa que cuando salió de casa. En toda la mañana no se había hecho nada encima.
¡¡¡Bien por mi niña!!!
Al llegar a casa de nuevo amiguita forever del señor w.c., esta vez nos ha cantado sus logros:
- "Mamá, he hesho pipí, ha salido sholitooooo".
- "Mamá, he hesho dos cacas yle he disho adiooooooooooo".
Hasta la hora de la siesta todo han sido paseos al baño, y yo, que soy valiente, he vuelto a arriesgarme a no ponerle pañal y dejarla dormir, ¡hasta se me ha olvidado la empapadera!.
Pues mi niña campeona se ha levantado sequita, ha salido a la calle sin pañal y se ha vuelto a casa sin pañal y sequita. Así que hoy ha sido un día excelente en este camino a la retirada del pañal.
Aún así somos pacientes y conscientes de que no es de un día para otro, que puede haber escapes en cualquier momento, pero no pasa nada. Se limpia, se cambia, se ponen tropencientas mil lavadoras si hace falta, y como si no hubiera pasado nada. A su ritmo.
Estoy por hacer una porra, ¿Cuando lo logrará mi niña?. Hala, se aceptan apuestas. Y consejos, como no.