Caos cotidiano en vacaciones – urgencias y deportes

El lunes os contaba como nuestro viaje de ida en las vacaciones no salió tan cronometrado como nos gustaría ahora que viajamos con las pequeñas terremoto.

Bueno, pues siguiendo con el tema del caos cotidiano en vacaciones: ¿qué tal una visita a urgencias en vacaciones? No me puedo imaginar como debe ser irse a un destino algo más exótico con niños y tener que visitar un hospital. En estos momentos se me olvida que nosotros solo viajamos de visita a mi tierra natal y lo agradezco, porque con el susto y los imprevistos no estando en casa uno tiene suficiente…al menos te sientes “como en casa” en urgencias. Vamos con dos pequeños sucesos vacacionales inesperados:

Dos años atrás iba yo con terremoto mayor con 2 añitos y enana terremoto de tres meses saliendo del metro y, aunque llevara de la mano a terremoto mayor, ella tropezó y metió la manita entre la puerta del ascensor y el marco.

El chillido y que no me explicaba que le pasaba me dejó en shock…hasta que le ví la mano…qué susto!!!

Primero, porque no podíamos sacar la mano (se hinchan a una velocidad…) y segundo, por el aspecto que tenía la mano al sacarla. Mi consejo si alguna vez os pasa: no tires de la mano porque entonces se hincha más deprisa, presionad la puerta hacia el marco contrario y ahí sacáis la mano (hay que hacerlo rápido antes que se hinche) Recuerdo estos pasos al ritmo del pitido del ascensor porque no dejábamos que la puerta se cerrara…

Recuerdo esa carrera buscando una sala de urgencias mientras la mano iba cambiando de color. La sensación de culpa (con el padre de las criaturas a 13.000km) pero también la tranquilidad de estar en un lugar donde hablan tu idioma. Y la verdad nos atendieron muy bien. En poco más de una hora teníamos una mano limpia, algo menos hinchada, y una radiografía que aseguraba que no había nada roto. Y una terremoto encantada porque le habían hecho una foto a su mano y había visto sus huesos.

Y como la enana terremoto no había conocido las urgencias catalanas, este año no podía ser menos, aunque el susto no fue tan grande ni tan inesperado, pero pasamos de un partido de fútbol a una visita a urgencias. Empiezo por el principio:

48 horas antes del viaje de vuelta. Dos días antes del torneo del Gamper. 3 de los 4 emocionados con poder ir al partido.

entradagamper


Día antes del Gamper. Terremoto menor con gastroenteritis. Cambiamos piscina y paseos por un día tranquilo en casa y le compramos esos sobrecitos de probioticos que venden en la farmacia. Como no estaba comiendo nada de nada (solo leche, galletas maria y fruta) poco más podíamos hacer.

Día del Gamper. Pequeña terremoto menor semi estable de la gastroenteritis. Padre de las criaturas y terremoto mayor que se van temprano para no perderse nada. La enana, que después de una siesta de 5 horas me dice que ya no le duele nada y que quiere ir a buscar a su papa y su hermana (sí, con la gastroenteritis yo había claudicado a mirar el partido por la tele pero ella parecía estar aburrida de no hacer nada) Llegada al estadio después de más de una hora en el bus lleno de gente (creo que este punto no ayudó mucho) y un buen tramo a pie con la enana en nuestra querida Boba Air. Ya estamos los 4: vemos el final de la presentación y empieza el partido. La enana empieza que se quiere ir, que le duele la barriga, que quiere ir al baño. Me la llevo fuera…y no llegamos al baño y empieza a vomitar (sí, culpa mía por llevarla a un partido,…pero prefiero olvidar esa sensación de culpa). Así que, después de 1.30 para llegar al estadio y 10 minutos de estar sentada, vuelta a casa…previo paso por urgencias. Y me diréis ¿era como para ir a urgencias? Pues la verdad no lo sé. Pero entre el sentimiento de culpa, y que faltaban 48 horas para el viaje de vuelta; sumándole lo poco que come la pequeña, y la vomitada estilo fuente (perdón! ya conté aquí que he perdido la mesura al contar estas cosas) la verdad es que prefería estar segura que íbamos a mejor y no a peor.

Así que mientras unos estaban así…

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Nosotras esperábamos aquí:

urgencies


Por suerte, la visita fue rápida. Nos atendió una doctora argentina que se solidarizó con el largo viaje que nos esperaba. Le dieron un medicamento que le cortó las nauseas (la carita que tenía daba tanta pena…) y nos dieron un suero para asegurarnos que no se deshidrataba. Yo pensaba que ya habíamos tenido suficiente en un día pero…

Volvamos al Camp Nou: Se termina el partido. Padre de las criaturas y terremoto mayor intentan coger un transporte público. Cualquier. Ellos como los otros 100.000 espectadores. Y, ni buses especiales como en los otros partidos, ni nitbus, ni taxi, ni ná!! Sin internet móbil, sin teléfono local, y en una ciudad que no es su casa, el padre de las criaturas deambuló con la terremoto por la Diagonal un buen rato, sin suerte. Dos horas les costó encontrar un taxi (ella se quedó dormida así que caminar con ella en brazos no era opción)

El padre de las criaturas lo pasó fatal, pero creo que ya os contaba hace unos días qué dijo la pequeña terremoto nada más llegar: “mamá, no sabes que nos pasó! el Barça marcó muchos goles, y los gritamos todos y moví mi bandera, y al salir estábamos caminando con mucha gente pero no pudimos subirnos al bus y luego no pasaban, y caminamos y me dormí y no había taxis. Y después me desperté y no había nadie en la calle y no había taxis, y caminamos más y por fin encontramos un taxi que nos trajo hasta casa!!! Ha sido una aventura!” 

sin duda, no hay nada como ver la vida con los ojos de un niño

Por si os preguntáis, os contaré que la pequeña terremoto peleó con la gastroenteritis hasta Chile. Camino al aeropuerto incluso tuvimos que parar para que fuera al baño, lo cual nos tenía muy preocupados por el viaje en avión. Pero fue sentarse en el avión y pedir una barrita de cereal, galletas y un vaso de leche. Después de eso, se durmió!!! Y sí, el viaje de vuelta que a mi siempre se me hace mucho más largo, y que en este caso tuvo mucha turbulencia, fue mucho mejor que el viaje de ida. Durmieron 10 horas, con lo que entre cenar, dormir y desayunar se pasó el vuelo; no tuvimos retrasos y, si no fuera por las inclemencias del tiempo y las turbulencias que nos marearon a todos un poco, fue un vuelo de vuelta perfecto!

Como decía el otro día “me encanta que los planes salgan bien”



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