Hemos dejado de escuchar nuestra esencia, nuestra necesidad real, nuestro deseo más profundo de lo que queremos realmente. Nos hemos cargado de obligaciones, artilugios y consumismo desaforado, aumentando así el estrés, las emociones negativas, y las posesiones que nos atan a un mundo material sin alma.
Dejar de complicarse la vida no es adquirir más para vivir mejor sino todo lo contrario. Dejar de complicarse la vida es pensar en una misma, analizar lo qué realmente quieres o necesitas y desprenderte de todo aquello que te ata emocionalmente.
Si tú estás bien, tu entorno lo estará contigo.
Empieza por disfrutar de una vida sencilla, por satisfacer todo lo básico e imprescindible y gozar de los cotidiano y familiar. De este modo, te encontrarás más tranquila y más llena, más libre y serena, más satisfecha y por lo tanto, más feliz contigo misma, con tu interior.
Pero… ¿cómo hacerlo?
1.- Sustituye el “yo tengo” por el “yo soy”. Solo así lograrás mirar dentro de ti de un modo natural. Si “eres” dejarás de lado el acto de acumular “cosas” que no nos hacen falta y que nos meten por los ojos (es el fin de la publicidad y lo hacen genial. Para eso son profesionales de la venta y el marketing).
2.- Busca tu autonomía natural analizando si despilfarras, si consumes sin limites, si compras de modo compulsivo o si solo quieres “tener” para “ser” una imagen que no se corresponde contigo.
3.- No asumas obligaciones que no te corresponden. Pensamos que si decimos que no somos maleducadas porque nos han educado así. De lo que se trata es de que seas la primera en tu lista y no la última porque si no piensas en ti, poco podrás pensar en estar bien con los demás.
Todo ello no es difícil si tenemos control sobre nosotras mismas, nuestras ideas y nuestro tiempo disponible. Y para tener esto, debemos que tener claro qué queremos.
¿Sabías que, la sencillez es lo que te hace grande?
.- Tener claros nuestros objetivos nos permite centrarnos. Haz una lista de 10 cosas que consideres imprescindibles ahora mismo y dejarás de perder tiempo y energía en otras que no son relevantes.
.- Empieza a hacer limpieza. Prueba con un armario y saborea la sensación al terminar. Solo cuando lo lleves a cabo, sabrás de lo que hablo. Vacía, limpia, tira o recicla y así con más. Un poco cada día o cada semana hará que te sorprendas de los cambios y las emociones que te trae el hacer este tipo de limpiezas. Y harás espacio para todo lo nuevo que entra!
.- Comprando solo lo necesario, hará que evites gastos que no puedes asumir y seguir acumulando cosas que no usas o solo pones una vez.
.- Compromisos los justos. No quedes con nadie por obligación. Solo hazlo cuando te apetezca, cuando sientas que obtienes un beneficio (y no hablamos de beneficio económico sino de satisfacción y disfrute) porque muchas veces, quedar por quedar hace que estemos incómodas, escuchando quejas que no nos apetece escuchar y cargándonos de energías negativas que no nos corresponden.
.- Rodeándote de gente sana. Mejor ten a tu lado a un par de amigas de verdad que a diez que solo vienen cuando cuando te necesitan pero no te aportan nada. Pensamos que por tener un grupo amplio de conocidos todo irá mejor y es justo lo contrario.
.- Organízate dentro y fuera de casa. Utiliza las noches para organizar el día siguiente o amanece más temprano y revisa qué tienes que hacer. Si dejas cosas preparadas, el desayuno será más relajado. Si eres de las que madruga, aprovecha para abrigarte bien y tomarte el desayuno con la ventana un poco abierta, o hacer lo mismo mientras revisas tu agenda o esa libreta tan bonita en la que anotas todas tus tareas. Así, te despejarás y te sentirás fresca.
.- Limita el tiempo delante de la tele. Te sorprenderás la cantidad de tiempo que estropeamos delante de las series de televisión que nada nos aportan. Hay estudios que dicen que la tele nos “absorbe” y nos “emboba” y tienen razón. Haz la prueba: ponte a ver una serie o programa después de comer y verás que enganchas con otro. Cuando te das cuenta son las 7 de la tarde y ya no te apetece hacer nada. Te levantas del sofá desganada y sin energía y te enfadas contigo misma porque ya pasado “un día más”. Y al día siguiente, vuelta a empezar.
Es imprescindible que nos replanteemos nuestra vida diaria para descubrir, con toda la sinceridad del mundo que, hasta que no estemos bien con nosotras mismas, no dejaremos de buscar fuera lo que queremos, no dejaremos de envidiar la vida de las vecinas o la foto de turno de facbook. Hasta que no sepamos lo que queremos de corazón, no dejaremos de compararnos con el resto del mundo y todo ello nos llevará a gastar más para aparentar estar mejor.
¿Crees que te merece la pena vivir así?
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