Mucho se habla de lo que es una mujer madura, y se compara con mujer sabia, mujer inteligente, etcétera, etcétera…
Para mí, es algo muy personal. Solo puedo escribir lo que en verdad siento que ha cambiado en mi, y esto me hace entender que de una u otra manera maduré. A golpes de la vida o a lecciones bien aprendidas, pero el hecho es que debemos hacer revisión de los ciclos que atravesamos y pasar balance versus la lista de cosas que definimos como parte de “nuestra mejor versión”.
Sé que he madurado porque:
* No espero que me devuelvan los favores realizados. Los hago porque me parece que la beneficiada desde el inicio soy yo.
* Entendí lo importante de obviar opiniones, gustos y sugerencias de otros. Solo yo tengo el derecho y la capacidad de definir lo que es mejor para mi vida o la de mis hijos.
* No me preocupa que “estallen bombas”, es decir, no me preocupa que las verdades a medias salgan a la luz y se desnudan frente al mundo. Solo pienso “lo que tenga que ser, será”.
* Asumí la responsabilidad por mi propio futuro. No pretendo estar a expensas de nadie para diseñar lo que quiero para mi vida.
* El desapego y la resiliencia son mis mejores banderas. Vivir con desapego es entender que la gente no te pertenece. La resiliencia te permite enfrentar las situaciones no importa de qué color vengan pintadas.
* Reconozco que todo lo que hoy soy es gracias al aprendizaje del pasado. Como dijo Steve Jobs en el discurso de Stanford, hay que saber “unir los puntos del futuro con los puntos del pasado”. Arturo Orantes dijo: “Del pasado experiencia, del futuro inspiración”
* Madurez implica dejar que las cosas sucedan, como tengan que suceder, y con las consecuencias que dejen a su paso. Con lo que quede, decido hacer lo mejor que tengo en mente.
Estas son sólo reflexiones, cosas que me pasan por la mente y necesito depositarlas en algún lugar.
Hasta la próxima.