Tenia mi blog en el abandono. No ha sido por descuido, sino porque para escribir necesito inspiración. Ayudarte a ser tu mejor versión es mi trabajo, sin embargo, si por cuestiones de la vida no he tenido “la mejor versión de la vida que deseo” no soy quien para estar escribiendo cosas que no siento.
He tenido una etapa de alrededor de 3 meses atrás hasta este momento en que opté por tomar el silencio como la mejor respuesta. He sido juzgada de muchas maneras y no pretendo defenderme de ningún argumento porque la vida mía la conozco yo a la perfección y no negocio con mi paz.
El título de esta entrada viene de los aprendizajes adquiridos en los últimos meses, donde la gente a quien de verdad no le importo es quien ha decidido juzgarme, han usado su dedo acusador aún a sabiendas que de que muchas de mis consecuencias tienen que ver con su causa. A decir verdad, yo decidí por mi cuenta y “pedir permiso” no son precisamente unas palabras que salgan de mi boca.
El resultado de todo este accidente emocional tiene que ver con las inmadureces de alguien que no supo ser lo suficientemente hombre para retener a una mujer. Y la consecuencia que me ha tocado vivir tiene que ver con la causa de mi mala elección. Debí seguir mi instinto, que me gritaba muchas veces que no siguiera adelante. Pero de todo se aprende en esta vida y hasta que no nos morimos no dejamos de aprender.
Me mantuve callada durante un largo tiempo, porque cuando escribo soy muy dura en mis palabras. Pero así como dije “basta” a un matrimonio insatisfactorio en todos los sentidos, así mismo sigo utilizando mi blog para que lo que yo considere pertinente. Si pagas mi silencio con tus calumnias prepárate para recibir tus consecuencias.
De lo aprendido en esta etapa sólo puedo pensar sobre a quiénes realmente les importa mi satisfacción y felicidad y a quienes no. Duele ver que de quienes esperabas un mínimo de apoyo recibas tan solo hipocresía y juicios sin base.
Me pregunto: ¿Cómo sabes a quien le importas? He aquí la lista [muy] personal.
Entiendo que le importas a alguien que:
* No se PREOCUPA por tu bienestar sino que más bien se OCUPA.
* Solo piensa en tu bienestar, tu tranquilidad y tu felicidad, al margen de que puedan estar pensando, haciendo o hablando los demás.
* Se enfoca en salir adelante para poder apoyarte, no se la pasa de lamento en lamento por querer “tener más para darte”.
* Te aprecia, te estima, te quiere y no te utiliza cuando le conviene.
* Está pendiente de tus emociones, de si la situación por la que estas pasando ha dejado secuelas difíciles en ti, de hecho son las personas que te preguntan “¿Y tú, con todo esto, como estás, qué sientes tú?”
* No sería capaz de hacerte un daño emocional llenando sus conversaciones de inventos y de mentiras para que no logres lo que te has propiesto.
* Es para ti una fuente, no un desagüe.
* No te hace creer que te apoya para que al dar la vuelta, a tus espaldas, apoye a la persona equivocada.
Las decisiones de tu vida empiezan y terminan en ti. Nadie es dueño de lo que vives, sientes o hablas. El tiempo es un maestro tan sabio que pone a “cada reina en su trono y a cada payaso en su circo”. Solo me toca esperar.
Perdona si invadí este espacio con asuntos personales espinosos. La verdad es que hay momentos en la vida en que simplemente hay algunas personas en quien no debes confiar.
Hasta la próxima, que espero no sea muy lejana la fecha.