Estos días están saliendo en los medios de comunicación noticias y libros centrados en desprestigiar el uso de los deberes en casa. Un debate encendido, como muchos que rodean el mundo de los niños, y del que cada uno saca sus propias conclusiones pero nadie da una respuesta científica ni objetiva contundente. Los que están a favor dicen que es fantástico y los que están en contra argumentan que no hay un resultado científico que los avale y que por el contrario generan estrés en los niños.
Podríamos decir que con un niño en primero de primaria soy aun muy novata en este tema pero empiezo a tener mi opinión formada, que avanzo de antemano, por si alguien no quiere seguir leyendo: estoy a favor de hacer deberes en casa.
El año pasado, a lo largo de todo el curso de P5, mi hijo empezó a introducirse en el mundo de los deberes en casa trayendo una lámina sencilla de reseguir, sumas básicas o pintar, junto con una breve lectura de una hoja. Estas tareas las traía los viernes para poderlas trabajar a lo largo del fin de semana. Más que por el valor académico en sí, dichos deberes se hacía para ir habituando al niño, sin cambios bruscos y de manera progresiva, en las tareas lectivas en casa.
Empezado el primer curso de primaria, los deberes se han extendido a una o dos láminas diarias (cada día de una temática diferente - inglés, matemáticas, lengua...) junto con una lectura que puede alargar o acortar con total flexibilidad pues es siempre el mismo libro que va leyendo según el tiempo y las ganas de las que disponga.
Así, tal cual lo estamos viviendo ahora mismo, no me parece que sea nada traumático. Es cierto que las quejas se centran en deberes más amplios y densos pero he de decir que ya hay quien me comenta que si no me parece exagerado que con seis años mi hijo tenga deberes cada día.
Pues no, no me parece mal por varias razones:
Es importante que aprendan a ser responsables, no solamente de sus cosas, de su higiene personal o de otros hábitos y rutinas que se han de ir afianzando desde bien pequeños. Saber que cada día tienen una tarea de lectura o escritura les hace crecer como personas responsables.
Hay quien se queja de que hacer deberes en casa impide otras actividades de los padres o del resto de la familia. Yo lo veo al revés, como un momento en el que puedes dedicarle a tu hijo un rato con él. A mi me encanta sentarme a leer con mi hijo y ver cómo se entusiasma cuando se da cuenta que ha leído una frase entera correctamente o ha hecho una lámina bien hecha. Le encanta enseñármelo y ver que su mamá o su papá aplauden sus tareas. Es verdad que cuando tienen muchos deberes, sobretodo el fin de semana, hay que incluirlos en el planning de los días de fiesta, pero igual que limpiar la casa o tener que ir a comprar. Son responsabilidades que todos tenemos que asumir. Aun recuerdo cuando era pequeña que en el colegio donde yo estudiaba había padres que pedían que no pusieran deberes el fin de semana ni exámenes en lunes porque tenían que ir a esquiar. Siempre he pensado que no es un buen ejemplo para sus hijos, la verdad.
Otra cuestión importante es que estamos constantemente quejándonos como sociedad que el español es uno de los sistemas educativos que peor se posiciona en los ránkings internacionales, ya sea en niveles infantiles como en los universitarios. Nada se consigue sin esfuerzo. Y si enseñamos a nuestros hijos a no esforzarnos luego no podemos pretender que sean ingenieros por ciencia infusa.
Creo que todo debe ir avanzando de un modo progresivo. Igual que otros hábitos y rutinas se van enseñando de manera gradual, que tengan deberes y responsabilidades, no sólo académicas, no nos olvidemos, también de convivencia en su propia casa, es básico y necesario.
Quizás hablo así porque aun estamos en primero de primaria y no tiene deberes en exceso pero para él es importante, le cuesta, nos cuesta, pero intentamos que lo vea como algo positivo.