Es curioso que los deberes en "nuestra época" eran incuestionables: había que hacerlos, sí o sí, y los padres no se lo cuestionaban. Tampoco se cuestionaban las metodologías ni decisiones de los maestros y profesores, así que está claro que todo en esta vida avanza.
¿DEBERES SÍ O NO?
Ojalá fuera tan sencillo como votar sí o no a los deberes escolares. En realidad volvemos a lo mismo, hay tantos padres, alumnos y circunstancias que reducirlo a una simple cuestión de SI o NO es totalmente imposible, o al menos es lo que pienso.
Yo sigo viendo a diario en las madres y padres del colegio -más en las madres, que son quienes frecuentan los famosos grupos de Whatsapp- que los deberes se siguen considerando necesarios para la buena marcha académica de nuestros hijos. Madres intensamente preocupadas por saber qué tarea -como lo llaman por aquí- traen los niños para hoy, máxime si se han olvidado algún libro o cuaderno en el cole -y ahí comienza el tráfico de fotografías de páginas de libros o ejercicios-, madres que preguntan mil y una cosas sobre los diferentes ejercicios.
Esto me deja clara, de primeras, que un mundo sin deberes escolares es casi una utopía. Así que, para verlo de una manera más gráfica, me he hecho una lista de pros y contras de los deberes escolares, a mi entender -como madre, no soy maestra, ni pedagoga, ni experta en educación.
Argumentos a favor de los deberes:
- Fijan conocimientos
- Son un refuerzo a lo aprendido durante el día
- Se termina lo que no ha dado timpo en casa
- Establecen una rutina
- Fomentan la responsabilidad
En contra:
- Son monótonos
- Añaden presión
- Cuman horas de trabajo a una ya de por sí larga jornada
- Fomentan desigualdades
- General momentos de tensión en la familia
Si a mi me dieran a elegir ahora mismo si para mi hijo quiero o no deberes, lo tendría muy difícil. Apoyo más el NO que el SÍ, pero entiendo que depende tanto de tantas cosas, y fundamentalmente del propio alumno y sus circunstancias familiares, que me costaría tomar una decisión salomónica.
LOS DEBERES DE MI HIJO
Como no soy experta solo puedo hablar desde mi experiencia como madre, en este caso con mi hijo mayor, que es el que trae deberes. Mi hija aún están en Educación Infantil y aunque a mi hijo a esas alturas ya le mandaban alguna ficha de vez en cuando -en otro centro escolar-, en el colegio actual durante la etapa de Infantil la actividad escolar acaba cuando acaba la propia jornada.
La maestra de mi hijo es muy razonable. De hecho, es una excelente maestra que, si de mi dependiera, ojalá lo fuera hasta que acabe Primaria, pero no puede ser. Está a punto de jubilarse, es una maestra con 40 años de experiencia docente a sus espaldas, y a pesar de ser una veterana no se ha cerrado a los nuevos tiempos sino que se ha adaptado, siempre en pro de ofrecerle lo mejor de sus alumnos.
En una tutoría salió este tema y ella me comentó que estaba al día del debate sobre los deberes, y que como docente entendía perfectamente ambas posiciones. Es por eso que es bastante razonable con los deberes, les manda poca tarea y siempre teniendo en cuenta lo que proponen los demás profesores -ya que, a pesar de que mi hijo está en 2º de Primaria, tiene varios maestros-. Y así es, el niño de momento no viene cargado de deberes sino más bien son ejercicios de repaso.
Hay que tener en cuenta que el hecho de que mi hijo sea un niño de alta capacidad intelectual es un handicap para el tema de los deberes. Por un lado, en teoría no los necesita para afianzar conocimientos porque va sobrado con lo que recibe en las 5 horas lectivas; por otro lado, el hecho de que no le cueste ningún trabajo obtener buenos resultados hace que se relaje. Contradictorio, sí, pero suficiente como para valorar si es conveniente que le pongan deberes por el mero hecho de adquirir un hábito de trabajo.
Aquí ya entra mi propia experiencia. Soy de una generación cargada de deberes, máxime asistendo a un colegio religioso de alta exigencia; pero además tuve la suerte de ser una niña inteligente, que aprendía solo oyendo la clase, no necesitaba estudiar, solo hacía los deberes que me mandaban y mi madre no me controlaba ni me insistía, porque "la niña es muy lista". Eso derivó en una falta de organización, constancia, responsabilidad y, a la larga, desmotivación e interés.
Por otra parte, mis hijo sale del colegio a las 14 horas, solo tiene una extraescolar dos días a la semana, por lo que son bastantes sus horas libres. La tablet comienza a ser un problema a nivel de que por él se pasaría el día jugando, y como sabe que no puede cogerla si antes no hace los deberes, cosa que sigue a raja tabla, a veces me tienta decirle a su maestra que le mande un poco más de tarea para que la tablet no sea un motivo de discusión diaria.
Normalmente no tengo que insistirle para que se siente a hacer los deberes, él mismo al llegar del colegio, mientras acabo de preparar la comida los hace, si no justo al acabar de comer, si tiene dudas me pregunta, si tiene que repasar para un control me dice que le pregunte, y si toca algún trabajo manual le ayudo aportando el material necesario, ideas, pero dejando que sea él quien quien lo haga, aunque sea mal.
Así que en nuestro caso los deberes son lo que deben ser, una actividad de repaso que no requieren más de media hora al día, que el niño puede gestionar solo perfectamente, que no compromente nuestro ritmo familiar y que incluso logramos que sea una responsabilidad adquirida como hábito.
MI OPINIÓN SOBRE LOS DEBERES ESCOLARES
Pensándolo fríamente, yo lo veo así: estoy en mi trabajo y cuando acabo mi jornada mi jefe me manda trabajo para casa para que no baje la guardia, para que cree una rutina y me vuelva responsable; y por supuesto, cuando me vaya de vacaciones debo llevarme trabajo no sea que a mi vuelta me haya olvidado de lo que es trabajar. Suena ridículo, ¿verdad?.
Pues creo que en los niños debería ser igual, y que el horario lectivo es lo suficientemente amplio como para que, en un buen sistema educativo, los niños tengan sufienciete con las clases para no tener que echar horas extras fuera. Y si no da tiempo... el problema no es de ellos.
hay que tener en cuenta la medida en la que los deberes interfieren en la vida familiar. Porque si los padres trabajan por las tardes no pueden acompañar a sus hijos en el momento de los deberes. Ojo, que no hablo de que los hagan con ellos, sino de estar cerca, para poder apoyar, ayudar en el momento que pueda hacer falta. Y porque hay muchos niños que si los padres no están cerca, no cogen un lápiz, y delegar esta tarea en otra persona es un pelín delicado. Por no hablar de que los deberes condicionen los planes familiares y que el fin de semana, en lugar de realizar cualquier actividad en familia, todo gire y dependa de los deberes que los maestros les hayan mandado ese fin de semana.
Además, sí creo firmemente que los deberes suponen un agravio comparativo. Por lo que decía antes, porque hay padres cuyos horarios laborales no son compatibles con ellos; porque hay padres que no tienen el nivel suficiente para poder apoyar a sus hijos en el momento de los deberes; porque hay padres que, simplemente, no se implican. Y porque dado alguno de estos supuestos, a falta de su presencia, no todos los padres pueden costearse un profesor privado o una academa, clases de refuerzo, llámalo X, que pueda suplir las carencias o necesidades a la hora de que los niños hagan los deberes.
Esto crea desigualdades, porque de nuevo los niños que tengan unos padres con posibilidad o interés en implicarse en los deberes de sus hijos en mayor medida, probablemente tendrán más éxito en los estudios que aquellos que no los tienen, y eso es tremendamente injusto.
En resumen, que yo preferiría tener un sistema educativo motivador, que atienda las diferencias, que enseñe a los niños a pensar por sí mismos y no a memorizar datos, que valore el esfuerzo, el trabajo, la impliación, la responsabilidad y no solo los resultados obtenidos. Pero eso es todavía más utopía.
Y como es una utopía, si tiene que haber deberes que los haya pero que sean razonables, que no obliguen a los niños a echar jornadas de trabajo que no queremos para nosotros mismos, que no se vean ahogados en páginas y páginas de ejercicios, que no supongan una fuente de conflicto en el ámbito familiar, que no creen desigualdades y sobre tdo que los niños tengan tiempo de vivir y disfrutar su tiempo libre, que también es una actividad muy sana.
Lo cierto es que mientras tengamos un sistema educativo sumamente defectuoso y una casi nula conciliación de la vida familiar y laboral, los deberes seguirán siendo un motivo de debate y los niños seguirán pagando que no haya un consenso y que, por encima de todo, no se piense en su bien.
Hay vida después de los seis años" es una iniciativa en la que queremos implicar al mayor número posible de blogs con el fin de hacer más visibles los problemas y situaciones que viven las familias con niños que han dejado ya atrás la primera infancia. Hijos en edad escolar, preadolescentes, adolescentes... todos tienen cabida aquí. Si estás interesado en aportar tus experiencias sobre el tema propuesto, no tienes más que publicar bajo el hashtag #hayvidadespuesdelos6 el tercer lunes de cada mes.