¡Feliz semana a todas! Espero que haya empezado bien o por lo menos con energía. Hoy os traigo un post que sé que hace mucho tiempo que esperáis y que me habéis pedido: el destete de Valentina. Ya os empecé a contar aquí, que nuestro destete a sido muy muy lento. Ha sido, básicamente al ritmo que nos hemos ido marcando tanto Valentina como yo. Había semanas que hacíamos dos pasos hacia adelante y después una que hacíamos un paso atrás. Eramos conscientes de ello y sobre todo de que formaba parte de este acompañamiento respetuoso.
Antes de nada, y ta y como aclaré en el anterior post, no quiero que este post sea leído como un manual o directrices a seguir. Tampoco lo escribo como una lección o modelo a seguir, si no que como en todos mis post, os cuento cuál ha sido nuestra experiencia. Ya sé que es algo obvio pero debido a la cantidad de gente que me leo me veo con la responsabilidad de aclararlo.
Decidí ser yo la que diera este primer paso hacia le destete porque así lo sentía. Valentina tenía 18 meses y empecé a sentir que aquello empezaba a acabarse, empezaba a no tener sentido. No me digáis por qué pero lo sentí, es una sensación que cuesta mucho de explicar. Pero pienso que es básico, porque cuando la madre (o el niño) tiene ese sensación es que ha llegado el momento. Eso no quiere decir que no hubieran habido momentos malos, por supuesto! Pero para mi no era lo mismo “sufrir” con la lactancia a los 15 días, a los 3 meses, a los 8 al año, que sufrirla a los 18. Para mi las necesidades de Valentina durante el primer año eran básicas y no había lugar a duda, pero a los 18 meses, cuando empezaba el verano, empecé a notar que (la mayoría de veces) su relación con el pecho ya no era la de dormirse, calmarse, sed o hambre; si no que empezaban a ser como una costumbre o rutina que hacíamos por que sí.
Ya os conté lo duro que fueron nuestros inicios y lo mal que ambos lo pasamos, así que quería que el final del destete fuera todo lo contrario, que fuera algo lleno de amor, de respeto para las dos y que viviéramos plenamente. Es por ello que decidí acudir a especialistas, los mismo que me ayudaron a conseguir una lactancia exitosa.
Llegados a este punto, y una vez pasado el destete, para mi han sido básicos dos puntos y creo que es el mejor consejo que os puedo dar:
Empezar a destetar cuando realmente una sienta que ha llegado el momento; y no porque ya es demasiado grande, porque vuelvo a trabajar, porque el pecho ya no le alimenta… Si no destetar porque realmente lo tenemos claro. Y digo que para mi es clave, porque cuando una tiene claro que eso se está terminado, no duda; y eso lo perciben nuestros hijos. Evidentemente les acompañamos en su proceso con amor, porque a lo mejor a ellos no les parece bien la decisión; pero si nos mostramos seguras, todo es mucho más sencillo. Por lo tanto, si no lo tienes claro, date un tiempo más, quizás sólo es una crisis más.
Pedir ayuda a los expertos. Si no sabes por dónde empezar, si darle Bibi o no, si ofrecerle agua, si sencillamente abrazarlo, si es mejor que vaya el padre o la madre… si te encuentras súper perdida y no sabes qué hacer, acude a los profesionales que entienden del tema y te podrán aconsejar sobre tu caso en concreto. No es lo mismo mi caso que el tuyo, no es lo mismo una edad que otra. Yo os puedo compartir mi historia, y así haceros ver que todo es más fácil de lo que parece y que de todo se sale, pero no puedo decir cómo destetar a vuestro hijo porqué ni soy asesora de lactancia ni conozco a vuestro hijo como vosotras.
Dicho esto, a nosotros nos funciono mejor empezar a destetar por la noche, era cuando estábamos los dos juntos y nos podíamos echar una mano. Fuimos probando, ofreciéndole agua, chupete… pero básicamente lo que calmó a Valentina fueron los brazos de papi o portearla con la mochila. Fue un proceso que duró casi 1 mes, y no fue horrible como me esperaba. Siempre se lo hemos contado todo a Valentina y cuando se levantaba y no había teta, el amore le contaba y le explicaba, y aunque ella se quejaba, estaba acompañada y querida. Con el tiempo, cada vez que se despertaba se volvía a dormir más rápido, hasta que hubo un día que ya no necesitó que la cogiera, si no que solo tumbándose a su lado ya era suficiente, o poniéndole de nuevo el chupete o acariciándola un poco. Como en todo, ir probando, ensayo error; pero realmente una vez ya has empezado todo va como rodado, realmente lo duro es tomar la decisión y empezar.
Y cuando el destete nocturno estuvo superado, ¿qué paso? Pues que no tuve claro si quería destetar completamente. Me daba muchísima pena, pensar que no volvería a amamantar a Valentina nunca más, así que necesité más tiempo para tomar la decisión.
Lo que si que hice fue ir retirándole algunas tomas del día. ¿Cómo? Evitar el antojo visual, es decir, fuera escotes! Cuando veía que me iba a pedir, la intentaba distraer o entraba en acción papi con alguna de sus locuras; si veíamos a alguna mami dando el pecho nos íbamos hacia otro lugar, y así fui sacando las tomas “más cortitas” y dejando las que para nosotros eran importantes, que finamente fueron la de la mañana y la de la noche.
Y llegó el día que me vi con fuerzas de sacarle la de la mañana, y claro, se enfadó pero como siempre le expliqué que a mami le quedaba ya poca leche y que ahora en vez de hacer tetita en la cama desayunaríamos en la mesa. Y tengo surte de que la mía, glotona es un rato, así que por ahí la convencí. Y cuando ya vi que la toma mañanera estaba superada me atreví a que cuando se despertara hacer un poco el remolón en la cama sin necesidad de tomar el pecho, ya que a mi, personalmente, los minutitos de estar las dos en la cama son de lo mejorcito que he vivido jamás.
Y llegó el día que decidí también sacar la de la noche, de las más duras, porque sabía que era LA ÚLTIMA VEZ. Y creedme que ese día mientras le daba el pecho, se me cayeron las lagrimas, la acaricié y alargué esa toma todo lo que pude, haciendo mil fotografías en mi mente para que no se me olvidará jamás. Le dije que me había hecho muy feliz alimentarla durante 21 meses y que había sido lo más duro y feliz hasta el momento, que me sentía orgullosa de todas las batallas que luchamos y superamos juntas.
Cuando terminó, le di un beso y me fui. Ella se quedó en su habitación con el amore hasta que se durmió y yo no pude evitar llorar y llorar. Y me lo permití, del mismo modo que nos permitimos reír también debemos permitirnos llorar y sentir tristeza. Sé que terminamos una etapa para dejar paso a muchas más que sería preciosas e intensas, pero esta termina; y no puedo evitar sentir un duelo. Me alegro de haber fotografiado muchos momentos, me alegro haber contacto con especialistas que me ayudaron, me alegro haber decidido amamantar y me alegro de haberlo hecho acompañada. Desde aquí, no puedo más que agradecer a todos aquellos que estuvieron a nuestro lado cuando las cosas se pusieron canutas.
Y a todas las madres que me leéis, muchísimos ánimo. Más que consejos, buscad en vuestro interior qué es lo que queréis hacer, y sobre todo, regalaros la oportunidad de vivir un destete tranquilo (ha durado casi 6 meses), respetado y con amor, porque de verdad que el sentimiento que se te queda dentro es precioso. Sí, siento pena pero sé que tarde o temprano se esfumará y quedará lo bonito. Dudo mucho que se me olvide los duros meses del inicio así que tenía clarísimo que tendríamos el final que nos merecemos. Ojalá pueda volver a amamantar de nuevo en mi vida, y Valentina forme parte de ello también.