Muchos de nosotros hemos sido criados bajo los más estrictos estándares de reglas y normas impuestos por una sociedad autoritaria y jerárquica a través de los años. No hemos tenido opción a elegir, y en ocasiones hemos realizado algún deber por evitar un castigo u obtener un beneficio. En otras palabras lo hemos hecho por conveniencia o quizás por miedo, a consecuencia de las imposiciones de nuestro medio. Si nos preguntáramos ¿qué consecuencia pudo tener estar presión constante en nuestra conducta? Seguramente aflorarían muchos de nuestras debilidades o defectos como el miedo, la mentira y el conformismo.
Ahora bueno este tipo de educación que aparenta ser efectiva ¿podría educar niños respetuosos, con pensamiento autónomo y que tengan la capacidad de discernir y reflexionar sobre lo bueno y lo malo? Posiblemente en este momento todos lleguemos a la misma reflexión. Debemos hacer un alto para reevaluar y modificar nuestras matrices de aprendizajes que han sido el norte en nuestra educación durante tantos años.
Reflexionando sobre lo que comprende la disciplina podemos entonces discernir la mejor manera para fomentarla en nuestro hogar, teniendo en cuenta que los límites deben ser impartidos en un ambiente seguro y coherente con los procesos y emociones de nuestros hijos, comparto con ustedes esta frase que nos ayudará a dilucidar nuestro paradigma acerca de la disciplina.
"No hay nadie que se porte mal que se sienta bien y nadie que se sienta bien y se porte mal. Nuestra tarea de educadores no es pues la de "predicar el bien", sino de vivirlo de ser modelo de respeto y de tomar contacto con nuestra propia capacidad de amar, de aprender a sentirnos bien para así portarnos bien, ya que los padres somos el primer "ambiente preparado" para los niños. A partir de esta realidad podemos crear condiciones adecuadas en las cuales los niños se sientan bien, se sientan respetados y no tengan que ocultar sus necesidades." Rebeca Wild
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