Resulta que hoy teníamos cita para el control del niño sano de los 6 años. Cabe destacar que mi promogénito cumplió dicha edad en julio del pasado año, que pedí la cita hace meses y me la dieron para agosto... del 2015. Hace unas semanas nos llamaron para adelantar la cita para marzo, no está mal, al menos sigue en el rango de los 6 años.
Conste que yo no quería ir. Así lo digo. Me parece un control absurdo a esta edad y más absurdo me parecía que tenga que perder cole por ir a esta cita médica. Pero una intenta ser lo menos #malamadre posible, eso y el runrun del #puñeteropadre que me rondaba la oreja diciendo que tenía que llevarlo.
Así que fuimos... a perder el tiempo. Porque lo que fue ITV como tal -peso, altura, dientes, vista, columna vertebral- fueron escasos 10 minutos. La primera media hora -hasta que le metí prisa porque tenía que ir a recoger a la peque al cole- fue una entrevista con preguntas sobre rutinas, hábitos y costumbres. Que una cosa es preguntar si el niño come bien, variado, sano, hace ejercicio, duerme sus horas, y otra meterse en cuestiones familiares.
El control lo realizó una enfermera de atención primaria que era como Mercedes Milá entrevistando al último expulsado de la casa de Gran Hermano. O como el jefecillo que te entrevista para un puesto de trabajo en el que tú seguramente tengas más experiencia que él. El caso es que estaba sentado en su silla, con cierto halo de superioridad, hablando sentando cátedra. Juro que parecía que estaba pasando un examen de cualificación como madre.
La mayoría de las preguntas las respondió Iván, como suele pasar cuando vamos alguna que otra vez al pediatra, ¿para qué voy a hablar yo por él cuando él se expresa perfectamente?. Pues eso, yo añadía, apostillaba y solo contestaba a las preguntas que me hacía a mi directamente.
De todas las cuestiones, hubo una que fue la que me hizo salir de allí pensando que ese control no puede ser más absurdo. Y fue cuando hablamos del sueño. El sueño infantil, eso que por desgracia quita el sueño a muchos padres. No es nuestro caso, aquí somos todos marmotas.
Pues bien, esta señora me preguntó qué tal dormía el niño. Pues como una marmota, es muy dormilón. ¿A qué ahora se acuesta? A las 9:30. ¿Y a qué hora se levanta? A las 8, para ir al cole. ¿Y cómo se levanta, cansado, enfadado, soñoliento?. Pues se despierta de maravilla, sonriente y muy contento, ya quisiera yo levantarme con su alegría y sus ganas -que más bien me cago en todo antes de poner un pie en el suelo-.
Momento peliagudo: "¿y cómo duerme?, ¿duerme solo?.
Y ahí es cuando explico que duermen juntos en la misma cama mientras pienso que lo mismo estaría mejor calladita, aunque a la vez pienso que si me callo yo lo va a soltar él, así que mejor que lo diga yo, no estaría bonito que me pillen en una mentira delante de mi hijo.
Bueno, pues sentenció diciendo que debía separarlos, por su salud mental. Porque que duerman juntos es malísimo. Pueden dormir juntos en la misma habitación pero cada uno en su cama. Salvo que por fuerza mayor no puedan dormir separados. Y luego ya me dijo que si para la niña iba a ser un trauma cuando el niño decida dormir solo, que si los niños no llevan bien los cambios, que si uno despierta a otro, que si pitos que si flautas. Que está muy bien que cuando el niño empiece a leer le leamos juntos un cuento -oiga usté, el niño lee desde los 4 años y es el que le lee los cuentos a su hermana y me ahorra a mi dicha tarea- pero que cada uno en su cama.
Que además, nada de dormir con sus padres en la cama.
Y por supuesto, que cuando nazca el bebé, decidicamente todos separados, cada uno en su espacio, porque es malísimo dormir juntos.
Pues bien, aquí desconecté de la conversación, porque si hay que discutir se discute, pero discutir pa na es tontería, y a mi no me va lo de predicar en el desierto. Me dediqué a asentir y darle la razón como a los tontos mientras la diosa que llevo dentro se descojonaba viva, muahahaha.
Y digo yo, perdonad que me ponga vulgar, ¿qué coño importará cómo duerman o dejen de dormir mis hijos o nosotros como familia?. Digo yo que lo importante es dormir, descansar. Mis hijos duermen felices, tranquilos, acompañados, sin miedos, se van solos a la cama y se despiertan que da gloria -bueno, la peque tiene mal despertar, tiene a quien salir-. Si lo hacen solos, acompañados o haciendo el pino puente es problema nuestro. Que yo no le pregunto a nadie cómo duerme.
Mirad, en mi casa el sueño infantil nunca ha sido un problema. Porque yo he podido entender que no es cosa de sota-caballo-rey, que es un proceso madurativo, que cada bebé tiene sus necesidades y sus ritmos. Que obligar a mi hijo a dormir solo cuando tiene miedo a la oscuridad no es la mejor solución.
Sí, se ve que para ellos el momento del sueño es un trauma...
Y qué coño, que a mi me encanta dormir acompañada y se me partía el corazón de pensar en mi bebé durmiendo solo en un cuarto oscuro. Que yo he disfrutado durmiendo con mis retoños lo que no está escrito, y no cambio esos momentos por nada en el mundo.
Yo no creo que haya una fórmula secreta para lograr que nuestros hijos duerman bien. Cada familia tiene la suya. Y que si el resultado es que todos lográis dormir tranquilos, felices, sin miedos, sin traumas, a nadie le interesa cómo lo hagáis.
Menos mal que no dije que también dormimos con el gato. ¡Y que no tocaba hablar de lactancia materna!. Porque me habría mandando a psiquiatría rápido, si que dos hermanso duerman juntos es malo para su salud mental, lo de dar teta hasta los 4 años debe ser pecado mortal.
Mis hijos son felices y tienen una relación de hermanos increíble. Los envidio por ello. Me fascina lo unidos que están, cómo se acompañan, cómo se apoyan, cómo se ayudan. Cómo son uno. También se pelean lo suyo, pero les cuesta menos que nada perdonarse y abrazarse como si no hubiera pasado nada. Creo que no hay nada mejor para la salud mental de un niño que tener un hermano con quien compartirlo todo.
Así que, en caso de opiniones personales sin rigor ni evidencia científica, BE OIL, MY FRIEND.