Por suerte, está el lado extremo. Los que ante un problema grave saben afrontar la vida con optimismo y felicidad. Los que saben que la vida es un regalo y que hay que aprovecharla y exprimirla al máximo. La semana pasada tuve el enorme placer de estar en la presentación de la colaboración de IKEA con la Fundación Menudos Corazones. Gracias a esta alianza ha sido posible la creación de un centro de apoyo al niño hospitalizado y se espera que más de 18.500 familias puedan beneficiarse del proyecto cada año. En la presentación estuvo Belén Rueda, presidenta de honor de Menudos Corazones, que se vio eclipsada por Julia, una adorable niña de 18 meses, y sus padres. A Julia le detectaron una cardiopatía cuando estaba en el vientre de su madre. Desde que nació, su vida ha sido una lucha constante por vivir. Un rosario de idas y venidas, médicos, hospitales, intervenciones... Pero allí estaba. Regalando sonrisas a cada uno de los presentes y haciendo mella en la conciencia de cada uno de nosotros. Eso para una familia SI es un problema. Pero los padres de Julia nos contaron que la enfermedad se podía vivir desde la desgracia o desde la felicidad y el optimismo, y ellos habían optado por lo segundo. Sin duda, ¡qué gran lección! Y a esas personas si las quiero a mi vida.
Es verdad que a cada uno nos duele lo nuestro, pero de vez en cuando deberíamos mirar más allá de nuestro ombligo para aprender a vivir felices con lo nuesto, como la familia de Julia.¡¡FELIZ MIÉRCOLES!!