Celebramos por todo lo alto el primer cumpleaños de nuestros hijos, pero el primer cumplemes suele pasar más desapercibido. Una fecha tan importante como los primeros treinta días de vida de nuestros retoños debería tener mucha más importancia de la que tiene y festejarse con la familia y amigos. Porque no sólo celebramos que nuestro bebé lleva un mes entre nosotros (y vaya mes) sino otras muchas cosas:
Hace una semana, la pequeñina de la casa cumplió su primer mes de vida pasando de la talla 0 de ropa a la talla 1, y llegando a los 3,400 kgs, un peso estándar de recién nacido, que digo yo. Todo un hito. Así que sí, celebramos que se está criando bien, que está preciosa y que las peleas con la teta dan sus buenos frutos.
Hay que celebrar (y mucho) que hemos sobrevivido al primer mes, que suele ser el peor de todos: adaptarse propiamente al bebé, a que en la familia hay uno más, a que la casa está hecha unos zorros, a las visitas que nunca pillan bien y sobre todo a que las horas de sueño seguidas se cotizan ya muy alto. Lo que más cuesta afrontar es, sin duda, el no dormir, pero un mes después hay que tener en cuenta el final del túnel está un poquito más cerca.
En este mes da tiempo a cogerle el pulso al bebé y conocerle a fondo: ya sabemos por qué llora, si sólo quiere brazos o se duerme solo en la cuna, si le gusta salir a pasear o no, cuánto aguanta sin comer o si es de los bebés a los que hay que cambiarles inmediatamente el culete después de hacer caca. Este conocimiento es tranquilidad y da seguridad a los padres. Lo estamos haciendo bien, y esto es motivo de reconocimiento, sobre todo reconocérnoslo nosotros mismos. Y que opinen lo que quieran los demás.
Festejamos que el final del dichoso postparto está terminando: la lactancia está más instaurada, los loquios han desaparecido o remitido, la tripa no está tan hinchada como hace cuatro semanas (¡por fin!), las mujeres vamos ganando más fuerza y empezamos a vernos (poco a poco) con el cuerpo de siempre. En mi caso, aún me quedan muchos kilos que no son míos por dejar atrás, pero al menos me veo con la energía de antes del embarazo y eso es algo por lo que echar un buen brindis (aunque sea de agua). Las hormonas, por cierto, están un poco más reposadas, aunque la del amor siga en alza
Celebramos también que tenemos en casa un gran hermanito preocupado por su hermana y al que le encanta alardear en el colegio de bebé nuevo. Da gusto ver juntos a nuestros hijos, aunque todavía no interactúen mucho. Pero esos momentos de caricias y abrazos entre los dos no tienen precio, como tampoco ver que, de momento, no hay rastro de los temidos celos. ¡Yujú!
Porque nos espera lo mejor. Este primer mes es precioso, pero los miedos de los primeros días nos impiden disfrutarlo. A partir de ahora, nos esperan cosas geniales: el bebé va a empezar a sonreírnos, a ver un poco mejor, a estar más tiempo despierto… y lo vamos a saborear mucho más.
¿Te apuntas a celebrar esta gran fecha y a darle la importancia que merece?
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