Ahora que el tercero marcha adelante, que he sobrellevado esta dura tarea de ser madre de tres hijos casi en solitario y la gente que me rodea ha sido testigo de ello, son muchas las veces que escucho "qué bien los estás criando", con cierta admiración. No creo que deba ser admirada por nada porque creo que cualquiera en mi lugar lo haría tan bien o mejor que yo, que no hago más que intentar sobrevivir.
Pero confieso que entre tanta crítica y comentarios escuchados desde que fui madre por primera vez, y a los que afortunadamente e intentado hacer el mínimo caso posible, es un orgullo escuchar algo así, porque significa que la gente que ha podido juzgarme en algún momento ha vistos los resultados con el tiempo.
También suelo escuchar que he tenido bebés buenos. No seré yo la que diga que no, he tenido bebés que han sido un lujo y un auténtico disfrute criar, para mi ha sido sin duda la etapa más fácil de la maternidad -teniendo en cuenta que con quien de verdad las he pasado y paso putas es precisamente ahora, con el mayor-. Cada bebé que he tenido ha sido más fácil que el anterior, y ya mi pequeñín se lleva el premio, cosa que agradezco porque si no creo que hubiera acabado en un psiquiátrico, como poco.
Pero en este punto, no se hasta qué punto es mérito suyo, de ellos, o mío.
Es decir, ¿es mi bebé "fácil" por naturaleza o influye la crianza que llevamos a cabo?. Por un lado creo que cada bebé nace con una personalidad, bebés más sensibles, bebés más conformistas, bebés más demandantes, bebés más tranquilos, bebés más nerviosos, bebés más llevaderos.
Por otro lado, creo que la manera de criar influye mucho: entender sus necesidades, respetar sus ritmos, atender sus demandas, adaptarse a cada etapa. Imagino que en el fondo ambas ideas son parte de un todo.
Se dice que no se cría igual a todos tus hijos. Evidentemente, no puedo criar igual a un hijo único que a un hijo con hermanos. A un hijo único puedo dedicarme en exclusiva, detenerme en cada uno de sus momentos, involucrarme al 100%, disfrutarlo al 200%. Cuando hay hijos mayores por medio, con sus necesidades, con sus peculiaridades, los pequeños van, como suelo decir, a su rebufo, y hay que buscar los momentos para poder disfrutarlo en exclusiva, que no siempre es fácil.
Y sin querer crece ese pequeño pero doloroso sentimiento de culpabilidad por no poder entregarte en cuerpo y alma a ese nuevo bebé, a la vez que no puedes darte toda a quien hasta ahora era tu único hijo.
Influyen también las circunstancias familiares y personales del momento en el que nace cada hijo. Las circunstancias te condicionan lo quieras o no, pues no es lo mismo que te tengas que incorporar a tu trabajo tras la irrisoria baja maternal, que puedas quedarte en casa a criarlo, ser madre trabajadora a turno completo o criar fulltime obligada por tu desempleo, tener ayuda, no tenerla, encontrarte bien física y emocionalmente o no poder con tu vida, y muchas cosas más. Las personas somos tal según nuestras circuntancias, la maternidad no lo iba a ser menos.
Pero creo que en el grueso de la crianza, si quieres, con ciertos matices, sí puedes criar a tus hijos igual, o al menos siguiendo el mismo camino, sobre todo cuando crees firmemente que es el mejor camino que puedes tomar, aunque tengas que diferir en las necesidades específicas de cada uno de ellos.
No se si he criado a mis hijos iguales porque ni siquiera ellos lo son, cada hijo es una persona única y diferente, con sus personalidad, sus particularidades. Pero he intentado hacer las cosas de la misma manera, que no es ni más ni menos lo que un lado lo que me nace, lo que me sale, y por otro lo que me ha ido bien, sobre todo con los dos más pequeños.
Mis tres hijos han sido alimentados con lactancia materna por largo tiempo, con los tres he tenido claro que lo primero es entender y respetar sus necesidades, he colechado con los tres hasta que decidieron dormir solos, a los tres los he porteado, hemos ido introduciendo las novedades según me ha dictado el sentido común. Con el pequeño, como es lógico, aún estoy en ese camino, siguiendo lo que aprendí criando a sus hermanos.
Claro que no he hecho todo exactamente igual porque cada uno de mis hijos es único en sí mismo, pero en lo importante he aplicado las mismas fórmulas, siempre fiel a mi instinto de madre y a lo que siento que tengo que hacer en cada momento, con mi hijo mayor improvisando y aprendiendo sobre la marcha, con los pequeños apoyándome en lo que me funcionó en esa primera maternidad.
Eso sí, esto no te exime de modificar o corregir aquello que no te funcionó con tu primer hijo, aquello en lo que tiempo después te diste cuenta que pudiste equivocarte, o incluso aquello que por desinformación, inseguridad o incluso desisnterés no llegaste a aplicar. En la maternidad no hay verdades absolutas y nada nos libra de someternos al examen de prueba-error, ¡ya quisiéramos que los hijos vinieran con instrucciones!.
Tampoco significa que necesariamente tengas que criar a tus hijos iguales porque a lo mejor lo que tú no quieres es precisamente hacerlo así, o aunque lo intentes, no logras aplicar la misma crianza. No hay una fórmula mágica ni única forma de criar.
Al final esta pregunta tiene lo que es la típica respuesta gallega. ¿Es posible criar a tus hijos de igual manera? Bueno, sí, depende. Claro que sí, al menos en lo básico. En lo circunstancial, en lo personal, quizás no. En realidad, muy relativamente. Porque la vida es relativa, pocas verdades absolutas existen, si me apuras la única es que algún día moriremos, lo demás, depende de tantas cosas que quién sabe. Pues con los hijos igual, crias igual en lo que haces, y si varías en algo es condicionado a la individualidad de cada uno de ellos, o a las circunstancias que te toca vivir.
Quizás algún día caiga en la cuenta de que realmente no los he criado igual, lo que espero no poner en duda es que al menos he intentado hacerlo de la mejor manera posible, lo mejor que se, procurando siempre lo mejor para ellos.
Y tú ¿crees que se puede criar a dos hijos (o más) de igual manera?
¿o crees que es imposible criar a tus hijos igual?
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