En Navarra el mapa de los modelos lingüísticos es complejo y polémico, sobre todo porque esta decisión tiene mucho que ver con la ideología de cada uno. Por eso no es un tema en el que quiera meterme, ni voy a justificar nuestra decisión personal, sino hablar de cómo lo estamos llevando en casa. Porque no es como si mi hijo aprendiera ruso, -puesto que conocemos alguna palabra en euskera y no nos resulta una lengua ajena-, pero partíamos casi de cero.
La decisión fue difícil porque nos echaba para atrás que nosotros no domináramos esa lengua, y teníamos miedo de que no pudiéramos acompañarle durante las tareas, que no alcanzara el nivel de sus compañeros (porque en casa no puede practicarlo) o incluso que no terminara de manejarse bien en castellano o en un tercer idioma (inglés). Ahora vemos que esos temores eran infundados.
Las últimas dudas se me terminaron por despejar en una charla en la que trataron este tema con expertos. Éstas son mis conclusiones sobre qué pasa cuando escolarizas a un niño en una lengua que los padres no dominan. Hablo del euskera, pero vale para otras lenguas desconocidas para los padres:
→ No ocurre nada por empezar con un idioma nuevo a los 3 años, porque los niños son esponjas. Sé que la frase está manida, pero por eso no deja de ser cierta. En nuestro caso, sin embargo, optamos por inscribirlo en el último año de la escuela infantil en otra lengua (con menos de dos años) y el resultado fue asombroso: a los meses ya entendía perfectamente cuando le hablaban sin casi esfuerzo. Él contestaba con la cabeza y nosotros no habíamos entendido ni papa. El resultado es que aprendió las bases de esa lengua rápidamente y su comprensión del euskera en el cole ya es muy buena. No lo habla, porque no habla tampoco en castellano, pero no tenemos duda de que lo hará pronto.
→ El niño bilingüe está bien preparado para el aprendizaje de un tercer idioma. Se cree que es más fácil aprender una tercera lengua si ya sabes dos. A este respecto, este artículo es muy interesante sobre cómo funciona el cerebro bilingüe y el monolingüe. Aunque sobre este tema hay investigadores que difieren (aquí otra versión) mi opinión es que tampoco tenemos que volvernos locos con el tema de los idiomas y centrarnos en que el niño esté cómodo disfrute.
→ Que no se quede esa nueva lengua sólo en el colegio. Aunque los padres no lo hablen o no tengan disponibilidad para aprenderla, hay que mostrar una actitud positiva y de interés hacia ella. Es importante también se poner los dibujos animados o las canciones en ese idioma, llevar algunos cuentos, apuntarle a extraescolares de música o deporte en esa lengua o hacer actividades de ocio (teatro, cuentacuentos…) Cuanto mayor sea la exposición a la lengua nueva y cuantos más ámbitos abarque (escolar, social, lúdico…), mejor. El aprendizaje de la lengua materna (en nuestro caso el castellano) está garantizado.
→ Hay que tender puentes entre la escuela y casa. Por ejemplo, nosotros hemos adaptado palabras sencillas en euskera para cosas comunes, como beroki (abrigo), jantoki (comedor), gela (aula), expresiones de uso diario, como egun on (buenos días), ze ona (qué rico) o goazen etxera (vamos a casa) que chapurreamos todos los días. Esto es sencillo de momento, pero sirve para que nuestro hijo vea qué disposición tenemos hacia ello. También suelo nombrarle cosas en inglés para que vea su utilidad, aunque de momento no me hace caso.
→ Dejar que el niño nos enseñe es muy bueno. Les encanta. El otro día le dije que me explicara los nombres de los animales en euskera, y a pesar de que él no habla, yo le decía lo que me sonaba y él me decía si estaba bien o no. Le encantó el juego y sobre todo corregirme
→ Es importante hablar de la historia lingüística de la familia. Esto nos lo dijo una experta y me pareció muy acertado. Se trata de hablarle a nuestro hijo de qué idiomas aprendimos en el cole de pequeños nosotros, por qué estudiamos inglés o no aprendimos euskera, por ejemplo, y de por qué nos hace ilusión que él sí aprenda esa lengua y de la suerte que tiene. De nuevo, la actitud que tengamos hacia esa lengua es muy importante.
→ Con respecto a las tareas (la que era mi principal preocupación) las familias con niños mayores siempre me han tranquilizado al decirme que no tienen problemas porque los niños traducen y las dudas son puntuales (y siempre se puede tirar de algún amigo o conocido que nos saque del atolladero). Los niños que se encuentran en esta situación tienen que hacer más uso de sus propios recursos para seguir adelante. En muchas ocasiones los padres no vamos a poder explicar los contenidos que no entienden, porque se enseñan de otra manera en el colegio y podemos confundir más. Lo importante es apoyar al niño para que establezca el hábito diario de estudio y trabajo.
→ Siempre hay solución si va todo muy mal. Si hay problemas académicos, pueden darse por muchas razones, no sólo por el dominio o no de la lengua por parte de los padres, y si se necesita apoyo puntual, se pone. Además, a una mala, es posible pasar al niño de un modelo lingüístico a otro si no hay manera, aunque esto casi nunca ocurre.
¿Incluirías algo más? ¿Cuál es tu experiencia con una segunda lengua que no dominas?
La entrada Escolarizando en una lengua que no conocemos aparece primero en Y, además, mamá.