Hoy, 8 de marzo, solo voy a felicitar a una mujer. A una que lucha, trabaja, aprende y enseña, como las demás. Pero hoy se diferencia del resto porque es su cumpleaños, ¡felicidades prima! Al resto nada porque hoy no es un día de celebraciones. Hoy es un día para demostrar, una vez más, que todas las personas somos iguales.Es un día para seguir educando a nuestros hijos en la igualdad. Para demostrar a la sociedad, en algunos aspectos todavía un poco arcaica, que hombres y mujeres somos iguales como para recibir el mismo salario, ocupar puestos de responsabilidad y cuidar de los hijos y la casa. Para gritar al mundo que no es necesario que tu marido te autorice a tener una cuenta bancaria, como todavía pasa en algunos países.
Yo hoy no quiero flores o frases bonitas, carentes de sentido porque todavía hay muchas mujeres asesinadas por su maridos u oprimidas por una pareja autoritaria. No quiero promociones especiales en comercios por el mero hecho de ser mujer. Yo no quiero que a mi hija la llamen marimacho por querer jugar al fútbol o a los niños nenazas por querer jugar con una cocinita. No quiero ver a mujeres objeto en anuncios, ni en programas de televisión. No quiero escuchar más aquello de lloras como una niña o hablar del sexo débil para referirse a las mujeres. No quiero ver a mujeres que hoy se convierten en abanderadas de la igualdad y luego de puertas adentro siguen asumiendo el mismo rol que su madre, abuela y bisabuela, en un tiempo donde las tareas del hogar eran solo para mujeres. Yo no quiero hacer más para que te traten igual.
Yo solo quiero que hoy, como ayer y mañana, nos concienciemos de que la igualdad está en nuestras manos. No felicitando, reivindicando o haciendo huelga. Sino educando a nuestros hijos de tal manera que nunca jamás se planteen que la realidad no es otra que todos somos iguales.
¡¡FELIZ DÍA A LAS MUJERES (Y A LOS HOMBRES) QUE LUCHAN POR LA IGUALDAD!!