Las guarderías son una fuente inagotable de frases de manual. No llegan al nivel de la lactancia o el colecho, pero les andan a la zaga. Bien cerquita. Vaya por delante que cada uno puede hacer uso de las guarderías con sus hijos como considere oportuno en función de sus necesidades laborales/económicas o de sus creencias respecto a estos centros educativos enfocados a los más pequeños de la casa. Faltaría más. Respeto tanto a los que deciden llevar a sus hijos desde los cuatro meses como a aquellos que prefieren evitar las guarderías y esperar hasta los tres años para escolarizar a sus peques. Lo que me molesta es cuando te intentan vender la opción contraria a la que tú has escogido con argumentos falsos y sin ninguna base científica. Con las guarderías pasa mucho.
Nosotros somos de los que hemos decidido no llevar a nuestra pequeña a estos jardines de infancia. Al menos de momento y mientras nuestra situación nos lo permita. Si no tuviésemos otra alternativa, no nos quedaría otra que hacerlo. Pero teniendo la posibilidad de evitarlo, no encontramos ninguna razón de peso para matricular a Maramoto en una guardería. ¿Existe realmente alguna razón justificada, si puedes hacerte cargo de tu hijo a diario, para llevarlo cada día x horas a uno de estos centros? Lanzo la pregunta al aire…
En fin, que como digo, nosotros respetamos a los que optan por la otra alternativa, pero no siempre encontramos la misma comprensión desde el otro bando. Tampoco voy a generalizar, porque como pasa siempre, los que te intentan convencer de lo mal que lo estás haciendo como padre suelen ser una minoría. A veces pienso que tienen una necesidad demasiado grande de justificarse por sus actos. Es como si no estuviesen convencidos del todo con lo que hacen y necesiten bombardearte con argumentos sin ningún fundamento que han escuchado aquí y allá. Otras veces pienso que puede que realmente sí estén convencidos y que a base de escuchar y repetir los mismos argumentos en su círculo de confianza, se han acabado creyendo sus falsos razonamientos. Sea como sea, te atacan con ellos. Directos a la yugular.
La guardería y la inmunidad
Nos pasa mucho con nuestra vecina. Ellos llevan a su peque a la guardería desde que el renacuajo tenía seis meses. Incluso ha habido épocas en la que los dos han estado en paro y aún así seguían llevándolo. Olé por ellos si es su decisión y están convencidos con ella. Sin embargo, nuestra forma de criar es tan diferente a la suya que siempre que coincidimos esas divergencias salen fácilmente a la luz. Nosotros nunca decimos nada. Respetamos sus métodos aunque no los compartamos. Ella, sin embargo, siempre tiene que darnos sus argumentos para demostrarnos lo equivocados que estamos en todo. Nos ha pasado con la lactancia, con el porteo, con el colecho, con la libertad que le damos a nuestra pequeña saltamontes… Desde hace un tiempo ha llegado el momento de la guardería.
Basta que Maramoto, un día puntual, tenga mocos, se le ocurra estornudar o yo me cruce en mi camino con ella (la vecina) y le diga que la peque está pachucha (cosa que pasa de uvas a peras), para que ella nos venga con una de las grandes frases de manual vinculadas a los jardines de infancia:
Ojiplático me quedo, claro. A veces me gustaría desmontarle su argumento, demostrarle lo muy equivocada que está, pero sé que jamás lo reconocería. Cuando a uno se le mete una idea en la cabeza, es difícil cambiarla. Y más aún cuando está tan arraigada como ésta. La gente tiene la falsa creencia de que cuanto más se costipen sus hijos, más cerca estarán de la inmunidad. Como si al llegar a determinado número de resfriados, ya no fuese a caer enfermo nunca más. Así que no es extraño ver a niños que van a la guardería enlazando un costipado tras otro sin solución de continuidad. Y me imagino a sus padres orgullosos, porque su pequeño está un paso más cerca de ser inmune a todo. ¡Qué maravilla! ¡Qué hijo todopoderoso van a crear!
Sobra decir que esta frase de manual es tan falsa como todas las demás que he tratado en esta sección que ya va por doce entregas. Los niños no se inmunizan por ir a la guardería. Los peques se costipan mucho cuando van a la guarde porque tienen su sistema inmunitario muy inmaduro todavía y allí entran en contacto con otros muchos peques con sistemas igual de inmaduros. Una auténtica orgía para virus y bacterias, que pasan de niño a niño en una sucesión sin fin. Luego, conforme se vayan haciendo mayores, puede que caigan enfermos en menos ocasiones. Pero no será porque se hayan inmunizado. Será porque su sistema inmunológico ha empezado a madurar y ya es capaz de memorizar virus y bacterias sufridas para combatirlas cuando vuelvan a arremeter en el futuro.
Lo que dice la Asociación Española de Pediatría
El argumento se cae a tierra del todo si buscas la opinión de la Asociación Española de Pediatría al respecto. Es tan falso el razonamiento que la AEP aconseja, si uno puede permitírselo, “no llevar a los niños a la guardería al menos hasta los dos años de edad”. Los pediatras hacen esta recomendación en todos los sentidos, pero especialmente en lo referente a la salud de los pequeños. Cuanto más tarde se incorporen a la guardería , mejor desarrollado estará el sistema inmunológico de los niños y mayor será su tolerancia a los virus.
Buscando por internet, he encontrado datos de varios estudios. Uno, de la propia AEP, calcula que los niños que van a la guardería pasan una media de 10 procesos febriles al año. Creo que Mara, en quince meses de vida, apenas ha tenido unas décimas de fiebre dos veces. Otro, realizado en 2006, reveló un descenso del 34,6 por ciento en las visitas a urgencias durante una huelga de guarderías. Por último, otro estudio hecho en Zamora que citan en este artículo de Bebés y Más, llegó a la conclusión de que los niños que iban a la guardería tenían un riesgo de entre el doble y el triple de contraer una enfermedad respecto a otros niños que no asistan a estos centros.
Espero que mi vecina lea este artículo…