He visto reflejada nuestra experiencia 100%. Nos dedicamos en cuerpo y alma a nuestra primera hija, con 13 meses andaba, con 16 meses medio hablaba, con 24 tenía un control del lenguaje impresionante, con 27 su dicción era perfecta y su vocabulario amplio y maduro … y llegó su hermano. Nos dividíamos entre los dos como podíamos, su hermano empezó a andar a los 17, empezó a soltar palabras con 2 años … ¿qué habíamos hecho distinto?
Por: Rachel Wilder
El consuelo llegó cuando nos enteramos de que, en la clase de la guarde del hermano pequeño, casi todos eran segundos hermanos, y casi todos estaban en la misma situación. Las niñas más habladoras, pero nada que ver con los primeros hermanos.
Llegamos a obsesionarnos con este tema, os pongo un ejemplo. Chocolate, en lenguaje de mi hijo, ha sido, hasta hace bien poco, “tatatate”. No había manera, lo repetíamos hasta la saciedad, le corregíamos, luego le dejábamos de dar importancia, luego pasábamos a pedirle que lo repitiera bien si quería una moneda de chocolate (como premio) … Resultado nulo, tatatate y punto.
Hasta que se nos encendió la bombilla de plantear un juego con su hermana, que es su verdadero referente. Cuando él dice una cosa mal, su hermana le corrige y se lo deletrea, para que él repita, y así … tatatate ha pasado a ser “cho – co – la -te”. Es increíble como esta pauta nos ha funcionado para la estimulación de su lenguaje, por eso al leer el artículo he pensado que debía hacer un post con este tema, porque sé que muchos padres pensamos que hemos hecho algo mal, que no hemos prestado la suficiente atención al segundo, pero lo cierto es que, por ser el segundo, tienen todo ya dado, vamos tan mal de tiempo que, antes de que pidan o hablen, ya sabemos lo que necesitan, no les damos ni la opción ni el tiempo para expresarse que les dábamos a sus hermanos mayores.
Espero que este truco os pueda servir, esperamos vuestros comentarios.
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