Hace ya unos meses, porque con la tontería el blog ya cuenta con un gran historial de más de veinte actualizaciones a su espalda (todo un hito para un abandonablogs profesional como yo), escribía un post titulado “Volver a Empezar”. Lo hacía casi un mes antes de nacer Mara, cuando la mamá jefa y el papá en prácticas empezábamos a prepararnos ya para resetear nuestras vidas, marcar un punto y seguido en nuestro cuentakilómetros vital y volver a empezar.
Porque tener un bebé, especialmente cuando es el primero, tiene mucho de reinicio. De vida nueva por construir y de mundo por descubrir. Y es que cualquier acto habitual en tu día a día, aquellos que el tiempo y la costumbre acaban tiñendo del tono grisáceo de la rutina, recupera de pronto toda la intensidad de su color. Todo vuelve a ser nuevo de la mano de un recién nacido y la vida se llena de repente de primeras veces. De primeras veces juntos. La primera noche, el primer día en casa, la primera visita al pediatra, la primera tarde en el centro comercial, la primera mañana de museos, el primer viaje en coche, la primera sonrisa, el primer “ajo”… Y ahora la primera Navidad.
Mara aún no es consciente de nada, pero con su sola presencia ya ha hecho que montar el árbol y colocar la decoración navideña haya dejado de ser una rutina en blanco y negro. No quiero ni imaginar dentro de un año o dos, cuando los Reyes Magos y Papá Noel dejen de ser una ficción para volver a convertirse en personajes de carne y hueso, tan reales como la vida misma, gracias a la inocencia y la ilusión de nuestra bebé.
Arranco hoy también mi primera semana de vacaciones de Navidad. La primera después de Mara. Siete días para disfrutar de la mamá jefa y de mi pequeña saltamontes. 168 horas para achucharlas y no separarme de ellas. 10.080 minutos para empaparme de espíritu navideño. 604.800 segundos para apreciar con todo detalle esos renovados colores que adquiere la vida al lado de una bebé de poco más de dos meses.
¡FELIZ NAVIDAD A TOD@S!